El entorno de Aguirre confía en que Rajoy le pida ser candidata a la alcaldía de Madrid
En el PP no hay primarias. Y José María Aznar se llevó su cuaderno azul. Ahora todos los secretos están en la cabeza de Mariano Rajoy. Insondable. Infranqueable. Hermética. ¿Será Ignacio González candidato a la presidencia de Madrid? El PP madrileño en su conjunto lo da por descontado: el runrún que había cuando heredó el puesto de Esperanza Aguirre hace dos años se ha ido apagando. La sombra del no de Rajoy a que fuera presidente de Caja Madrid, también. Y sus excelentes relaciones con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, siempre ayudan.
La incógnita mayor es el Ayuntamiento de Madrid. ¿A quién señalará Rajoy con su dedo? “Sólo lo sabe él”, dicen en el PP de Madrid. Pero cada vez le queda menos tiempo, aunque si algo ha demostrado Rajoy en su dilatada carrera política es que no se deja presionar por el tiempo. El 23 de enero está prevista la Convención del PP en Madrid, y para entonces deberían estar nombrados los candidatos. Al menos con eso cuentan en el PP de Madrid. “Una semana antes de la Convención ya deberíamos saber algo. La Convención debe servir para animar a la gente, y para animar a la gente necesitamos tener un candidato que nos anime”, explican. En definitiva, dentro de unas pocas semanas, después de Reyes, se habrán despejado las dudas.
En todo caso, en el entorno de Aguirre confían en que Rajoy le pida que sea la candidata a la alcaldía de Madrid. Aguirre, quien no ha expresado públicamente su deseo de ser candidata y que se retiró de la “primera línea política” en septiembre de 2012, es un activo electoral del PP: la persona más popular del PP en Madrid, la que mejor conecta con gran parte de la militancia y la que siempre sale bien situada en las encuestas internas. “Rajoy es previsible y práctico, y con ella sabe que puede sacar el mejor resultado posible”, reflexionan dirigentes del PP madrileño. “Todo lo demás sería hacer cosas raras, y Rajoy no es dado a las cosas raras”.
Pero Aguirre también tiene un buen puñado de lastres. La propia Aguirre salió a pedir perdón tras el estallido de la oparación Púnica, comandada por su exnúmero dos en el partido, Francisco Granados, un gesto mucha intención: exconsejeros procesados por casos de corrupción –Alberto López Viejo por la Gürtel y Granados, con 1,5 millones en Suiza por la Púnica–; su gerente en el PP madrileño, Beltrán Gutiérrez, gastó 58.000 euros con su tarjeta black a efectos fiscales de Caja Madrid; su huida tras aparcar en el carril bus en plena Gran Vía madrileña; y el hecho de que elegirle a ella supondría entregar las dos candidaturas al núcleo duro del PP madrileño, al que siempre se le había resistido la alcaldía de Madrid.
En este sentido, nombres como Lucía Figar o incluso Soraya Sáenz de Santamaría, han sonado intermitentemente, si bien es el de Cristina Cifuentes el que mejor se sitúa como alternativa a Aguirre. Cifuentes es una persona próxima a la vicepresidenta del Gobierno y en el PP no es vista precisamente como una persona del equipo de Aguirre y González.
El PP se juega el Gobierno de la Comunidad –conquistado en 1995– y el de la ciudad de Madrid –desde 1991. Más de dos décadas de poder omnímodo en dos instituciones y, en los últimos tiempos, en una región de más de 170 municipios. La erosión por el ejercicio del poder –local, regional y central–; la sucesión de escándalos; la derrota judicial por la privatización sanitaria; la crisis de Telemadrid; los efectos de la interminable crisis económica y, más recientemente, la irrupción de Podemos, dejan al PP en una situación complicada para mantener su poder en Madrid.
¿Quiénes serán definitivamente los encargados de jugársela? En el PP madrileño confían en que Aguirre y González. Se sabrá en unas cuatro semanas; no por unas primarias, tampoco por un cuaderno azul. Se sabrá cuando Rajoy comunique su decisión.