Manolo Monereo (Jaén, 1950) ha sido casi todo en la política. Pero casi siempre en un segundo plano. Conoció las cárceles franquistas, la militancia comunista en la clandestinidad, la fundación de Izquierda Unida, el liderazgo de Julio Anguita, a quien llama “hermano”... y la experiencia latinoamericana, con CEPS y muchos de los que hoy dirigen Podemos. El salón de su casa en Madrid ha sido testigo de largas conversaciones con algunos de los que ahora están en la primera fila de Unidos Podemos, pero también con algunos que están más apartados del foco mediático.
Pablo Iglesias, quien considera a Monereo uno de los “padres intelectuales” de Podemos, decía a eldiario.es: “Cuando pienso en Manolo, en su modestísimo piso de la calle Antonio López, en su despacho en el que no se puede pasar porque está inundado de libros... Pienso en la vida de alguien que encarna la victoria estética del derrotado. Y contribuir a esa pequeña revancha histórica de verle en el Parlamento me hace enormemente feliz”.
Monereo, licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, dejó los órganos de dirección de IU el verano pasado, y en vísperas del 20D dejó verse en el acto central de Podemos en la Caja Mágica. Ahora, tras cerrarse la confluencia con Unidos Podemos, ha aceptado el reto de volver a Andalucía y presentarse como número uno por Córdoba, la tierra de Anguita. “Me instalo en Córdoba, pero seguiremos manteniendo el sillón y el salón, donde seguirán yendo mis amigos. Lo único es que ahora podrán venir a Córdoba o a Madrid, donde tendré que estar tres o cuatro días por semana”.
Esa unidad que, para Monereo, debería ir a más tras el 26J, y sería una suerte de partido orgánico gramsciano que tantas veces ha teorizado, como Anguita, tras el nacimiento de Podemos. ¿Y a partir de ahí? “Seguir luchando y amarnos mucho, dedicarnos tiempo para reconciliarnos con nosotros”.
¿Cómo está percibiendo el arranque de la precampaña?
La esperanza de que es posible cada vez es más visible. La gente no es que esté enfervorecida, pero se le ve contenta, conscientes de ser poseedores de un proyecto de transformación. Noto que hay un momento de esperanza, de una espera y de una comprensión de que las cosas pueden cambiar sustancialmente.
¿Se está polarizando la campaña entre el PP y Unidos Podemos?
En parte sí y en parte no. En general suele haber la opinión, que yo no comparto, de que estos meses no han servido para nada. Pero han servido para interpretar de una manera diferente los resultados electorales anteriores. La población ha podido ver en diferido la actuación de cada fuerza política. Y se han demostrado varias cosas muy importantes: que el PSOE se va hacia la derecha cuando decide gobernar; y que Ciudadanos no es otra cosa que la propia derecha y los poderes fácticos. Con la enorme promoción del PSOE y Ciudadanos, la reciente encuesta de MyWord para la SER constata que el partido más culpable de la repetición, por encima del PP, es sobre todo el PSOE. No han conseguido en estos meses de demolición de Podemos tocar su base electoral. Hemos podido ver en diferido lo que harían estos partidos si gobernasen.
Ahora vamos a unas elecciones en las que el PSOE renuncia a ser alternativa, lo que demuestra que el PSOE no tiene discurso alternativo. Va a unas elecciones intentando ser segundo. Y, por otro lado, Ciudadanos, que había hecho un esfuerzo muy grande para liquidar a Rajoy y hacer de eso su triunfo, sólo puede aspirar a ser bisagra.
Hay otro gran elemento, y es que se han resuelto la unidad y la convergencia. Todo lo que es posible unir ya está unido frente a las políticas neoliberales y de austeridad. Frente a eso aparece el PP y Unidos Podemos, todos contra Unidos Podemos, incluido un PSOE que se siente perdedor a la hora de ser alternativa.
Iglesias, a quien conoce desde hace años, se ha mostrado muy cariñoso con usted. ¿Se cierra un círculo con su candidatura?
Es una apuesta por un puente generacional. Voy por Córdoba, con Julio [Anguita]. Es una operación de mucha altura, la fundación de un nuevo paradigma político en España. De una gran fuerza política democrática, popular, socialista que va a articular en España un bloque social amplísimo. Que tiene puentes y pontoneros. Que yo acabe siendo diputado cuando nunca me interesó tiene que ver con esta idea, de hacer un puente. Nosotros vamos a intentar que ese puente solidifique una opción unitaria. La historia va a ser muy justa con Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Estos dos jóvenes, estas nuevas generaciones, han aprendido muy rápido de nuestros errores y aciertos. Y se dan cuenta de que España tiene una oportunidad histórica y es el momento de construir una fuerza democrática alternativa.
Y luego, ir por Córdoba, que tiene una segunda lectura: fortalecer la columna andaluza de la alternativa. Retorno a mi tierra a hacer política y vivir estos años en Andalucía y construir una alternativa a un PSOE agotado que tiene a sus dirigentes procesados. Veo esa doble cara: puentes con la tradición, las buenas tradiciones críticas y autocríticas, y fortalecer la alternativa andaluza.
Dice que la historia va a ser muy justa con Iglesias y Garzón. ¿Por qué?
Los dos se lo han jugado, son dos hombres que tienen lucidez del momento histórico. Saben dónde viven y en qué país viven para construir una fuerza política alternativa. Tienen el coraje de defenderlo, y es que hay un punto de visto generacional que les va a construir una sólida unidad de futuro. Esto no es una convergencia electoral, es una voluntad de construir algo unitario.
¿Cómo está cambiando a Iglesias la exposición y la política institucional?
Sigue siendo el mismo. Más lúcido y más golpeado. Si vemos lo que ha pasado en estos meses, nunca ni con Anguita se ha golpeado con tanta fiereza a un dirigente como Pablo Iglesias. Su figura se ha resentido de una agresión permanente que aún dura. Se le ha intentado demoler como persona y dirigente, y a su partido también, con unos medios unánimes y una prensa, alineada con el poder, que ha actuado con una zafiedad desconocida.
Sin embargo, yo creo que hay un efecto rebote. Los ataques son tan fuertes y zafios y crueles que la gente ya no los compra. Los medios están muy alineados con los poderes económicos y ni se escuchan. Cuando se habla de Venezuela, la gente lo toma a cachondeo, es la última oportunidad de la derecha y los poderes para evitar que Unidos Podemos se convierta en la gran alternativa política.
Pablo sigue siendo un muchacho de Vallecas, que se ha criado en un contexto al que es fiel y que la vida lo ha golpeado; él lo ha aguantado y lo ha convertido en política.
Habla de unidad más allá del 26J. ¿En qué sentido?
Podría ser una federación de partidos, como en los procesos que se han dado en Galicia, que se están avanzando en Catalunya, en el País Valencià... Una forma movimiento flexible, plural, unida en el programa, capaz de tomar decisiones colectivas para la acción. Sin cristalizar en una única formación, y que pueda confederarse en un proyecto común, a diversos niveles, con proyección europea. Lo que viene es muy interesante y sobre todo nuevo. Hay una forma organización que no hemos conocido.
¿Y en lo ideolóigico?
Fuertemente democrático, popular y de orientación socialista. Como dirían Marx y Engels, desde un análisis crítico del capitalismo, y la globalización neoliberal. Donde van a convivir diversas trayectorias, con un programa común, fuertemente interiorizado, con el objetivo de gobernar para transformar. Lo nuevo que hay en España es que hay una fuerza con voluntad de poder que tiene posibilidades de llevar a cabo un proyecto alternativo.