Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Alejo Vidal-Quadras: “Si Pablo Casado vuelve al PP auténtico, yo no descartaría una convergencia con Vox”

Alejo Vidal-Quadras en su domicilio durante la entrevista con eldiario.es

Laura Galaup

Alejo Vidal-Quadras fue uno de los fundadores de Vox. Se presentó con esa formación como cabeza de lista a las elecciones europeas del 2014. No consiguió representación, obtuvieron el 1,56% de los votos y el candidato se marchó de este proyecto político ante el miedo de que la derecha dispersase sus votos en plena contienda contra el “extremismo de izquierda”.

Meses antes, Abascal y el político catalán habían discrepado públicamente después de que Vidal-Quadras abogase por un acercamiento a Ciudadanos y UPyD. Antes de sumarse a Vox, había abandonado el Partido Popular alegando “falta de democracia” y criticando la postura de Mariano Rajoy en la crisis catalana. En esa formación militó durante tres décadas. Bajo esas siglas llegó a ser vicepresidente del Parlamento Europeo.

¿Cómo valora la situación política actual?

Los consensos de la Transición se han roto. ¿Quién los ha roto? Por una parte, los ha roto el separatismo catalán, que ha dado un puñetazo en la mesa y ha hecho que todas las fichas saltaran de la mesa porque el gran pacto de la Transición en el terreno de la estructura territorial del Estado consistió en descentralizar políticamente; administrativamente, ya lo estaba.

De esta manera, el nacionalismo catalán y vasco verán satisfechas sus aspiraciones en la medida en que tendrán una estructura política y de gobierno propia, autónoma, con su parlamento, su gobierno, su lengua cooficial, sus símbolos, su presupuesto. A cambio de esa descentralización tan grande no se romperá la baraja, se aceptará el marco común. Ese consenso se ha roto. Eso marca el final de un ciclo político.

El otro consenso que se ha roto es el de la reconciliación. Es decir, cuando Rodríguez Zapatero lanza su Ley de Memoria Histórica genera un proceso de revisionismo histórico, que vuelve a resucitar antiguos enfrentamientos. Abre viejas heridas que estaban cerradas. En la etapa de Rajoy queda interrumpido, pero tampoco revertido. Y Sánchez lo reprende con entusiasmo, desenterrando a Franco.

¿No cree que era necesario que el Estado reparase a las víctimas del franquismo?

La Transición hace un reconocimiento general. Es decir, ya se había fundado toda una serie de señales de voluntad de acabar con ese enfrentamiento. Se hizo una ley de Amnistía que liquidó todas las cuentas pendientes de la Guerra Civil. Se abrió un periodo democrático. Por consiguiente, hurgar en esa herida, que estaba cerrada, yo creo que no obedeció a un deseo sincero y bienintencionado de reparación de una serie de víctimas, ya hacía muchísimos años que esos hechos habían acaecido, sino que tuvo una intencionalidad política y de movilización electoral, algo bastante decepcionante y peligroso.

¿Cree que falta alturas de miras en la política actual? ¿es más difícil que los partidos se entiendan ahora de lo que lo fue para llegar a acuerdos durante la negociación de la Constitución?

El clima en ese sentido se ha deteriorado muchísimo. No hay políticas de largo alcance con sentido de Estado. Todo es pequeño, mezquino, rabioso, partidista y eso contagia a la opinión pública. Además, todo es muy superficial. En ese aspecto hemos perdido mucho a lo largo de estas décadas.

Por primera vez la derecha acude muy fragmentada a unos comicios generales. Ha habido ofrecimientos, que no se han llevado a cabo, para no perder la mayoría del Senado o evitar que se divida ese voto en pequeñas provincias en el Congreso. ¿Cómo ve a la derecha?

En el caso del PP, en ese largo periodo de Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría donde se deshuesa al partido ideológicamente se transforma en una tecnocracia pasiva e indolente, que renuncia a cualquier principio de lo que es el liberalismo conservador para ser una especie de enorme registro de la propiedad con un registrador y la oficial mayor, que era Soraya; esa especie de pusilanimidad inmóvil frente a lo que estaba pasando en Catalunya, hace que muchos votantes del PP digan ¿pero esto qué es? Eso hace nacer a Vox. En Catalunya, el PP de Catalunya renuncia a dar la batalla de las ideas frente al separatismo y lo hace Ciudadanos. Eso le da a la formación de Albert Rivera un auge tremendo y el salto al nivel nacional.

En el caso del PSOE, yo creo que la aparición de Podemos está directamente relacionada con la crisis económica, donde hay una serie de gente que se ve decepcionada por el partido hegemónico de la izquierda. Consideran que lo que ha pasado necesita una respuesta mucho más dura y ahí nace Podemos. Por estas razones, relacionadas con el fin de ciclo del que hablaba, se fragmenta tanto el espacio de la derecha como el de izquierda. Donde había dos partidos, ahora hay cinco.

¿Qué opina sobre el rearme ideológico de Casado una vez que ha llegado a la presidencia del PP? ¿Cree que era necesario ese acercamiento ideológico a las tesis de Vox?

Pablo Casado es el anti Rajoy. Una vuelta a las esencias, a los principios, a los valores. Y recupera a aquellas personas que se habían manifestado más hostiles y más contrarias a la línea Rajoy. Ejemplo paradigmático, Cayetana Álvarez de Toledo, número uno por Barcelona. ¿Quieres caldo? Toma dos tazas. Es una señal de que se vuelve a la época buena, a la primera mitad de los 90. Aznar vuelve a la palestra, sale a primera fila apoyando a Casado. Es un regreso a las esencias.

Casado es la respuesta a eso. Está presentando un programa de confrontación implacable contra el separatismo, bajadas de impuestos. Todo lo que no hacía Rajoy, Casado ahora lo impulsa. Casado es el pendulazo respecto a la época de inactividad beatífica de Rajoy.

¿Le han tanteado a usted desde el equipo de Casado?

No.

Viendo los ejes ideológicos del nuevo líder popular, ¿se plantea un acercamiento o un apoyo al partido?

Me fui del Partido Popular por las razones que todo el mundo conoce y fundé Vox junto a otras personas. Luego me marché de ese partido y desde hace cuatro años soy independiente. Me alegro mucho de que el PP rectifique sus errores y haya enterrado la etapa Rajoy-Soraya, que a mi juicio fue nefasta. Bueno, a mi juicio y los hechos lo demuestran. Me parece estupendo que Casado tenga esos objetivos y esa nueva línea programática.

Hablando sobre Catalunya, teniendo en cuenta que hay dos millones de personas que manifiestan que quieren marcharse de España, ¿qué solución cree que se le debe dar al desafío secesionista? ¿Cómo se puede seducir a estas personas?

¿Qué hay que hacer? Lo contrario de lo que se ha venido haciendo. Pero como la cosa ha llegado tan lejos no hay más remedio que hacerlo de manera traumática. Ya no se puede hacer por la vía suave porque tenemos una rebelión en marcha con sus protagonistas sentados todos los días ante el Tribunal Supremo. No cabe la medicación suave, hay que ir a la cirugía. El problema se ha salido completamente de control. Efectivamente hay que intervenir la autonomía, aplicar el 155. Hay que tomar el control de TV3, de los Mossos d'Esquadra y del Gobierno de Catalunya. Necesitaremos años para que ese veneno, que se ha ido inoculando en las venas de la sociedad catalana, vaya disolviéndose y se vaya eliminando. No hay otra solución.

Me sorprenden todos esos que hablan de diálogo, de negociación o de un nuevo estatuto. Si lo hacen porque lo creen, entonces yo dudo de su nivel de inteligencia. Si lo hacen sabiendo que no va a funcionar pero realizan esas declaraciones porque no se les ocurre otra cosa, es bastante patético. Durante cuarenta años hemos visto que a más descentralización y a más competencias, más deslealtad y más separatismo. Por lo tanto, creer que algo que ha producido un efecto inverso a lo que se deseaba va a solucionar el problema, dando más dosis de aquello que nos ha traído hasta aquí, solo puede pensarlo un insensato.

¿No cree que es contraproducente que desde Madrid se tome esa decisión?

No hay otro remedio. ¿Más autonomía? No, no funciona. ¿Más recursos o más financiación quitándosela a los demás? Tampoco, porque cuanto más tienen más lo utilizan para separarse. Eso ya no funciona, se ha demostrado que no funciona. Que se nos caiga el velo de los ojos, no funciona. Se ha intentado, se ha cambiado la estructura del Estado para que estén satisfechos. Se han destinado ingentes recursos para que estén satisfechos. Cuando muere Franco en España había 700.000 empleados públicos, hoy hay tres millones debido al Estado las autonomías.

Catalunya tiene la sanidad, la educación, la industria, carreteras, policía, de todo; salvo una cosa, no tiene soberanía. La soberanía es del pueblo español en su conjunto. Si quieren romper con España en contra de la voluntad de, hoy todavía, una mayoría de catalanes habrá que defender la unidad de la nación y la Constitución. Hasta ahora lo estamos haciendo utilizando los tribunales y la política. Pero claro, si siguen empecinados en acabar de manera violenta con el orden constitucional y acabar con España como nación, habrá que ponerlos en su sitio. Así de sencillo.

¿A qué se refiere con ponerlos en su sitio?

Utilizando las herramientas constitucionales y sin salirse nunca del marco legal. ¿Qué instrumentos hay? El 155, el Estado de excepción y el de sitio. Depende de lo que hagan. Si salen a la calle armados y quemando edificios públicos habrá que aplicar el Estado de excepción. Si la cosa es más grave y empieza a haber tiros, aplicaremos el estado de sitio, según dice la Constitución. Depende de lo que hagan. Lo que no se puede hacer es simplemente como hacía Rajoy, estar contemplando a ver qué pasa.

Si no hacemos nada, ellos ya declararon la república independiente. Ya lo hicieron en el Parlamento. Era un disparate de tal calibre que no pudieron ponerla en marcha porque no tienen reconocimiento internacional y están quebrados. Necesitan Fondo de Liquidez Autonómica cada mes para poder pagar los funcionarios. Después de hacer este disparate echaron para atrás porque no lo pueden materializar. Si en esa demencia o en ese delirio un día dan un paso más, habrá que cortarlo. Lo que ya hemos visto es que el diálogo no funciona ni darles más autonomía. Eso lo único que hace es excitarles y envaletonarles más.

Otro de los temas que vertebra la agenda mediática es el feminismo. ¿Vox defendía la supresión de la violencia de género cuando usted formó parte del partido? ¿Cree que esta formación conserva los mismos postulados que cuando usted lo fundó?

Vamos al fondo de las cosas. En el terreno económico no hay diferencias entre Vox, Ciudadanos y PP. Los tres quieren economía de mercado, libertad de empresa, impuestos moderados, una economía competitiva, unos mercados flexibles y eficientes, un Estado eficiente que no invada a la sociedad. No son proteccionistas, son partidarios del libre comercio. No hay diferencias. Podrían estar juntos sin ningún problema.

En el tema de la unidad nacional, uno lo hará con evocaciones de las glorias históricas de España y el otro, más modernillo. Los tres quieren mantener la unidad nacional, combate sin cuartel contra el separatismo catalán y preservación del marco constitucional como el campo de juego común de todos los españoles.

En el terreno de los valores morales sí que hay diferencias. Ciudadanos es de un liberalismo progresista e individualista. Es decir, que cada uno organice su vida como quiere y nadie tiene por qué meterse. Si una mujer quiere interrumpir su embarazo, que lo haga. No se plantea un problema moral. En ese terreno está claro que hay una diferencia porque Vox es más confesional, está más estrechamente ligado a las posiciones de la Iglesia Católica.

El problema está cuando quieres legislar. Si tú quieres hacer de la interrupción del embarazo un delito, entras en un terreno donde invades la libertad del individuo con criterios morales, que ese ciudadano no tiene por qué compartir. Bueno, ahí hay una diferencia clara. Por su parte, el PP está entre Pinto y Valdemoro. Nunca sabes. Un día dice una cosa y otro día dice otra. Está vacilante. ¿Esas diferencias justifican que haya tres partidos? Esa sería la pregunta, ¿o no podrían estar todos juntos como en la época del PP?

Usted, ¿cómo lo ve?

En el PP había trifulcas tremendas internas por el tema del aborto. No siempre los partidos tienen que ser absolutamente homogéneos y uniformes. Lo que pasa es que en un clima político determinado, como el que he descrito, se crean unas tensiones que provocan la fragmentación en tres. Si analizamos fríamente lo que defiende cada partido, y nos olvidamos de que uno se pone el morrión de Pizarro para salir a la ventana; lo que defienden los tres, en lo sustancial están en lo mismo. En aquello en lo que son diferentes se podría buscar una solución.

Por ejemplo, en el tema de la moral familiar y los valores morales, libertad de voto. Cuando se vota un tema de estos, usted vota una cosa, yo voto otra y todos tan amigos. Al final yo creo que esa división, provocada por esa etapa de absoluta pasividad de Rajoy, puede reconducirse en el futuro. De hecho Rivera acaba de proponerle un gobierno de coalición a Casado. Es una división que se debe a una determinada etapa del Partido Popular, en la que desapareció ideológicamente o renunció a llevar adelante las batallas, como el tema catalán. Eso ha provocado que aparezcan nuevos partidos. Si Pablo Casado vuelve al PP auténtico, yo no veo por qué no, en un futuro, puede haber una convergencia entre el PP y Vox. No lo descartaría.

¿Considera que Vox es un partido de extrema derecha?

Creo que de Vox es un partido liberal-conservador, pero no se le puede homologar a partidos como como [el de Marine] LePen, Geert Wilders o Alternativa por Alemania, que son partidos que quieren acabar con la Unión Europea. Son partidos que en lo económico son muy proteccionistas. Son partidos xenófobos de una manera virulenta. Yo no veo a Vox así.

No parece que sea una cosa disparatada defender una inmigración ordenada, regular, legal; y no masiva, desordenada e ilegal. Es una cosa bastante sensata. En ese aspecto ninguno de los tres, ni Ciudadanos, ni Vox, ni el PP, están por una apertura de fronteras irrestricta. Los tres, con distintos matices, dicen que hay que regular la inmigración y se tiene que hacer de forma legal y ordenada.

Vox sí que plantea la selección de los inmigrantes que lleguen a España según las nacionalides. Iván Espinosa de los Monteros [vicesecretario de Relaciones Internacionales del partido] insiste en elegirlos según afinidad y darle prevalencia a nicaragüenses, cubanos y venezolanos. ¿No cree que ese discurso sí que roza la xenofobia? selección de los inmigrantes que lleguen a España según las nacionalides

Si lo que se dice es que el inmigrante procedente de países iberoamericanos se adapta más fácilmente que el inmigrante que viene de Nigeria o de Chad, estamos señalando un hecho sociológico. Ahora, discriminar por países a mí me parece algo inapropiado. Yo creo que tú debes organizar la inmigración de acuerdo con criterios económicos, sociales, legales y humanitarios; pero no puedes hacerlo solo por criterios humanitarios porque te puedes ver desbordado. Fue lo que pasó en el Este de Europa. Tiene que haber un equilibrio, tiene que haber un enfoque razonable, sensato y posibilista de lo que puedes hacer. No veo a Vox en una línea xenófoba tipo Alternativa por Alemania. Francamente, les conozco a todos ellos, e incluso por razones de sus convicciones religiosas no creo que puedan ser xenófobos de forma antihumana.

¿Por qué cree que Vox ha encontrado ahora un hueco en el panorama político?

Creo que el fenómeno es perfectamente explicable. Es decir, hay que pensar que Pablo Casado es presidente del PP desde hace muy poco. Vox nace, intenta conseguir un escaño europeo, no lo consigue por muy poco y entra en una fase de práctica irrelevancia durante unos años. Entonces suceden tres cosas que le dan el auge. Una, que se persona como acusación particular en el juicio contra separatistas. Esto ha sido un gran acierto desde el punto de vista de la comunicación. Dos, el estallido de la crisis en Cataluña y del golpe. Eso, combinado con la pasividad de Rajoy, hizo que mucha gente del PP vaya a Vox.

Después, hay un tercer elemento. La reacción por parte de muchos ciudadanos que piensan que el Estado no está cumpliendo su papel, en la medida en que tiene que ser garante de la ley, del orden y la seguridad. La formación de Abascal tiene un mensaje de autoridad, que atrae a mucha gente que cree que la sociedad occidental se está debilitando en este aspecto. Creo que todo eso ha hecho que Vox haya tenido ese auge.

Etiquetas
stats