El exjuez español Baltasar Garzón visitó este jueves en la cárcel al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, preso por corrupción, y a la salida apeló al Poder Judicial para que revise su caso y anule la condena que le mantiene en prisión porque, dijo, “no hay ninguna prueba” en su contra.
“No hay prueba directa ni indirecta que justifique la condena que está sufriendo. Espero y apelo al Poder Judicial brasileño para que estudie en profundidad su caso y lo valore sin ningún tipo de ataduras, ni mediáticas ni políticas ni económicas”, dijo el antiguo juez de la Audiencia Nacional española a los periodistas.
En su opinión, lo que está en juego con la prisión de Lula, quien cumple desde abril de 2018 una condena de 8 años y 10 meses de cárcel por corrupción y blanqueo de capitales, es “la credibilidad del Estado de Derecho” y si fracasa, “está abierto al abismo”.
La visita de Garzón se produce en medio de una audiencia en el plenario de la Corte Suprema de Brasil que analiza una acción que pudiera favorecer a algunos condenados por la operación anticorrupción Lava Jato, como es el caso de Lula.
“Se ha elegido a un responsable y después se ha buscado la causa y los hechos para imputarle lo que ya estaba decidido. Es grave lo que digo siendo un juez, pero estoy absolutamente convencido”, comentó Garzón en la puerta de la sede de la Policía Federal de Curitiba, ciudad en el sur de Brasil, donde está recluido el exjefe de Estado.
De esta forma, consideró que el actual líder del Partido de los Trabajadores (PT, progresista) es “una persona inocente” y una “víctima” porque, según él, “se han incumplido normas y garantías” en los procesos que afronta en el judiciario.
Asimismo, comentó que encontró al exgobernante (2003-2010) “muy fuerte”, “firme” y “convencido” de que el apoyo de sus seguidores, algunos de los cuáles están acampados desde que entró en prisión hace más de un año, dará resultados.
“Él afirma, como no puede ser de otra manera, su inocencia y ha manifestado muy claro y en varias ocasiones que no va a aceptar ninguna otra solución que no sea la del reconocimiento de su absoluta inocencia”, aseveró Garzón.
“Si él tuviera la convicción de haber cometido medio milímetro de los hechos que se le imputan, nunca jamás me hubiese pedido que viniera a estar con él”, completó.
Lula cumple una pena de 8 años y 10 meses de prisión, ratificada en tres instancias diferentes, por los delitos de corrupción pasiva y blanqueo de capitales, tras haber sido hallado culpable de recibir un apartamento en el balneario paulista de Guarujá a cambio de favores políticos a la constructora OAS.
El expresidente desistió esta semana de solicitar el paso al régimen semiabierto al que tenía derecho por la progresión de la pena y optó por pedir el restablecimiento pleno de su libertad.
Sobre Lula ya pesa otra condena a otros 12 años y 11 meses de cárcel en un caso muy similar, pero dictada hasta ahora en primera instancia y aún no confirmada en la segunda, y tiene otros procesos abiertos en la justicia por igualmente asuntos de corrupción.
A pesar del cerco jurídico al que se enfrenta el exmandatario, Baltasar Garzón aseguró que continuarán “desde el ámbito internacional” haciendo “todo lo que se pueda” para probar “la inocencia de Lula”.