Rita Barberá, la exalcaldesa del PP repudiada en los últimos meses por gran parte de su partido, parece haberse convertido en los últimos minutos en uno de los miembros más queridos de los conservadores. Los dirigentes del PP han empezado a competir por acusar a la oposición, y veladamente a los periodistas, de haber organizado una “cacería” contra ella, aunque hasta hace pocos días la pelea era por ver quién se distanciaba más.
Hace sólo una semana, durante la apertura solemne de las Cortes, pudo verse a la senadora del Grupo Mixto prácticamente sola aunque logró sentarse en la bancada del PP.
Antes de que el presidente del Gobierno declarara a los periodistas su pesar y revelara que se mantuvo en contacto con ella el pasado lunes, con ocasión de su declaración ante el Tribunal Supremo, uno de los primeros en reaccionar fue Jesús Posada, el expresidente del Congreso. Posada, amigo de Barberá desde que eran niños ya que pasó su infancia en la ciudad de Valencia, ha hablado de “cacería totalmente injustificada” contra ella.
Visiblemente emocionado, Rajoy recordó que su amistad con Barberá se remonta a la década de los 80 y reveló que hasta hace dos días estuvo en contacto con ella a causa de su declaración ante el Tribunal Supremo. El líder del PP, que la protegió en la anterior legislatura con un puesto en la Diputación Permanente del Senado para blindar su aforamiento ante sus problemas judiciales, se limitó a destacar su vida “al servicio de Valencia y del PP”.
“Gran servidora pública. Linchada política y mediáticamente”. Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso, ha sido tan duro como acostumbra a la hora de calificar la situación de Barberá en los últimos meses. Y no ha perdido la oportunidad de cargar contra Unidos Podemos, cuyos diputados no han participado en el minuto de silencio celebrado en el hemiciclo. “Que haya habido grupos como ERC y Compromís que hayan sido respetuosos, coloca a Podemos en la marginalidad. Pensé que esta gente era de otro tipo”, ha dicho.
De momento, el miembro del Gobierno más duro en sus declaraciones ha sido Rafael Catalá. A pesar de que es ministro de Justicia, Catalá se ha permitido opinar sobre las críticas que llevaron a la exalcaldesa a estar enjuiciada por un caso de blanqueo de capitales dentro de su grupo municipal. “Yo lo que siento muchísimo es que haya tenido unos meses finales con tanta crítica injustificada en mi opinión. He hablado siempre de la presunción de inocencia”.
Fernando Martínez-Maillo, vicesecretario de Organización y el hombre que tuvo que negociar con ella para intentar que dejara su escaño una vez se le abrió la causa judicial, ha calificado el momento de “duro, difícil y doloroso” y reconocido que el PP “le debe mucho” por haber sido “una grandísima alcaldesa”.
Como Hernando, Martínez-Maillo ha cargado contra Podemos: “No han tenido la dignidad. Porque antes que políticos, somos personas. Merecía que todos hiciéramos ese minuto de silencio”. En la misma línea, Carlos Floriano ha pedido “una reflexión” de todos.
José Manuel García Margallo ha reconocido que seguía manteniendo la amistad con Rita Barberá a pesar de las acusaciones de corrupción contra la exalcaldesa. El extitular de Exteriores ha revelado que Barberá estaba tomando “una medicación muy fuerte por depresión”, aunque no ha querido achacar su fallecimiento a los fármacos. “Eso ya es indiferente”, ha afirmado, el problema es “el sufrimiento experimentado durante días”.