La reunión entre Mariano Rajoy y Artur Mas acabó como se esperaba: mal. Pero el president de la Generalitat intentó convencer a todos de que la negativa de Rajoy no conllevará una “ruptura” dramática con España sino que Cataluña seguirá su propio camino y decidirá su futuro. A corto plazo, eso pasa por convocar elecciones. Aunque ha defendido que la cuestión “no tocaba” hoy, queda claro que ése es el escenario y que el lugar donde se decidirá es en el Parlament la próxima semana, cuando se celebre el debate de política general. También ahí tendrán que pronunciarse el resto de las fuerzas políticas.
Mas sabía que se encontraría con una pared. Rajoy ya le había dejado claro que no había ningún margen para negociar el pacto fiscal y que no tendría cabida nada que chirriase con el marco constitucional. En un primer momento, declinó responder a la carta del rey, pero acabó haciéndolo al calificar de “quimera” el hecho de que pueda creerse que “sin releer la Constitución en 30 años y sin tocar una coma”, Cataluña pueda encajar dentro del Estado español.
Si no pronunció la palabra “independencia” ni “elecciones”, tampoco quiso entrar en las estructuras del Estado que ha empezado a construir. La famosa Hacienda propia no deja de ser, por el momento, una ventanilla única para facilitar la recaudación de los impuestos propios, pero está lejos aún de lo que él llamó Hacienda “con mayúsculas” cuando firmó el acuerdo con las diputaciones.
Mas atendió a los medios en la delegación de la Generalitat en Madrid y no en Moncloa, como acostumbraba a hacer Rajoy cuando era líder de la oposición y quería que quedaran claros sus desacuerdos con José Luis Rodríguez Zapatero. Después de casi dos horas de reunión cordial, “porque con Rajoy no te puedes pelear aunque quieras”, pidió permiso para hablar primero en catalán y luego, en castellano, ante los periodistas que se apiñaban en la sala.
¿Algún avance? Sí, en materia de financiación. Rajoy se mostró proclive a buscar mejoras el año que viene. Una respuesta insuficiente para Mas ya que es cuando caducará el sistema vigente y tendrá que abordarse por obligación. “Con una mejora, Cataluña no cubre ni de lejos sus aspiraciones”, sentenció tras confesar que no había visto más disposición que un “ya hablaremos” por parte de Rajoy.
Mas era consciente de que una parte de la sociedad catalana apostaba por el pacto fiscal y subrayó que él había cumplido con su “obligación de insistir”. En vano, porque en ese sentido Rajoy fue tajante. “No tiene sentido obcecarse en un camino que está cerrado”, dijo respecto a las posibilidades de continuar las negociaciones con Madrid. Acto seguido, aclaró que la cuestión “no es de dinero sino de estatus” y que el “marco natural” de Cataluña será la Unión Europea y el euro, por lo que no se quedará aislada.
Para la próxima conferencia de presidentes autonómicos queda la cuestión del déficit. Mas anunció a Rajoy que en ese foro planteará como una injusticia que no se dé más tiempo a las Comunidades Autónomas para cumplir con los objetivos. “Si Europa da más tiempo a España, ¿cómo puede ser que no hagan lo mismo con nosotros”, se preguntó. En ese aspecto, solo en ese, “la música no sonaba mal”.