El fin de ETA: el espionaje masivo, la foÌrmula maÌgica que no se vio
DetraÌs del narrado fin de ETA, hubo un operativo del CNI sin el que nada de eso habriÌa ocurrido. Diversas intervenciones de conversaciones, seguimientos y otras acciones consiguieron el objetivo de sacar de las sombras los movimientos de sus maÌximos dirigentes y de sus comandos terroristas. Pero todos esos eÌxitos, y otros muchos maÌs que ignoramos, fueron conseguidos por el CNI gracias a lo que alguno ha definido como la «foÌrmula maÌgica», un sistema similar a lo que actualmente conocemos como «espionaje masivo». Sus detalles pertenecen al libro de los secretos de Estado que guarda La Casa, pero es posible entender coÌmo funcionoÌ y sus consecuencias. AdemaÌs, existioÌ una segunda clave: la intervencioÌn activa de la unidad operativa en el sur de Francia, decisiva para aplicar sobre el terreno esa «foÌrmula maÌgica».
Tiempo antes de que ETA comenzara la tregua, la DivisioÌn TeÌcnica habiÌa estado trabajando en un sistema de intervencioÌn de comunicaciones que la capacitara para entrar en cualquier dispositivo utilizado por usuarios espanÌoles y de todo el mundo. ConociÌan algunas de las capacidades de otros servicios de inteligencia pertenecientes a paiÌses como Estados Unidos, Gran BretanÌa y Alemania. Ninguno de ellos los ayudariÌa a subir la empinada cuesta tecnoloÌgica si antes, ellos solos, no habiÌan subido un trecho importante.
Entre el experimentado personal que teniÌan ya esa DivisioÌn y los nuevos fichajes, consiguieron importantes avances que llevaron a los mandos del servicio a apoyarlos con nuevas inversiones y maÌs medios humanos. Si los resultados que obteniÌan eran buenos, esa nueva capacidad les podiÌa ser de gran utilidad en la lucha contra ETA.
Aunque les costoÌ un tiempo perfeccionar el sistema, sus progresos fueron tremendos y los capacitaron para escuchar casi cualquier conversacioÌn que circulara por cable, sateÌlite, radio o Internet. Servicios de otros paiÌses terminaron reconociendo las altas prestaciones de sus intervenciones, solo superadas por los grandes de Occidente, que llevaban anÌos dedicados a esa labor y habiÌan invertido una cantidad suculenta de millones inalcanzable para el presupuesto del CNI.
Amparado por los buenos resultados ya obtenidos en ese espionaje tecnoloÌgico, el CNI entroÌ en el selecto grupo del espionaje masivo, estableciendo colaboraciones con Estados Unidos y Gran BretanÌa entre otros. Facilitaron inmensos paquetes de datos que interesaban a la NSA y a la CIA, y a cambio recibieron algunas herramientas informaÌticas baÌsicas para profundizar en el espionaje masivo, como la que permite seleccionar entre millones de mensajes almacenados aquellos relevantes para una operacioÌn concreta.
Una de las prioridades del CNI era acabar con ETA. Eran decenas
los teleÌfonos y ordenadores interceptados en EspanÌa, gracias a las oÌrdenes judiciales firmadas por el magistrado del Tribunal Supremo RamoÌn Trillo adscrito al servicio. Se dieron cuenta de que podiÌan utilizar la nueva tecnologiÌa para perseguir el corazoÌn que haciÌa latir a ETA, sus terroristas y estructuras asentadas en el sur de Francia. Como estaban en el extranjero, gozaban de la ventaja de que no necesitaban oÌrdenes judiciales, porque ninguÌn servicio de inteligencia las requiere para actuar fuera de sus fronteras. Cuando la direccioÌn del CNI decidioÌ profundizar en los aledanÌos de ETA, activaron sus medios teÌcnicos en la distancia, desde la DivisioÌn TeÌcnica ubicada en la sede central en Madrid, que posteriormente pasoÌ a compartir instalaciones con la unidad operativa cerca de alliÌ, en El Pardo.
Tras la ruptura de la tregua, el mecanismo de investigacioÌn ya se habiÌa asentado y llegoÌ el momento para el CNI de participar en el partido. La DivisioÌn TeÌcnica llevaba tiempo interviniendo comunicaciones en el sur de Francia y numerosos agentes seleccionaban pacientemente aquellas que podiÌan resultar relevantes (el funcionamiento del espionaje masivo es explicado con maÌs detenimiento en el capiÌtulo VII). Gracias a una de ellas, la Guardia Civil pudo realizar una de las primeras operaciones que acaboÌ con la detencioÌn de destacados miembros de ETA. La calidad de la informacioÌn sorprendioÌ a la Guardia Civil pero, como era su costumbre, no preguntoÌ por su origen. Las fuentes y medios son siempre secretos, no se comparten ni con el mejor amigo.
Visto ese primer eÌxito, el CNI dio el siguiente paso en la estrategia que habiÌa disenÌado para acabar con ETA. El director Saiz recibioÌ en su despacho al general de la Guardia Civil responsable de informacioÌn con la intencioÌn de modificar las reglas del juego que habiÌan imperado hasta ese momento. La divisioÌn del trabajo en la lucha contra la banda, sin ser tajante, respondiÌa a un esquema: la Guardia Civil actuaba prioritariamente en el sur de Francia, la PoliciÌa en el PaiÌs Vasco y el CNI en el entorno de la banda.
Los espiÌas estaban dispuestos a seguir facilitaÌndoles la informacioÌn de alta calidad, pero queriÌan participar activamente en el escenario franceÌs. DisponiÌan de una «foÌrmula maÌgica» que les permitiÌa acceder a esos datos y queriÌan aumentar su eficacia desplegando a sus agentes operativos en el sur de Francia para que llevaran a cabo acciones que ayudaran a lograr el objetivo. Para facilitarles este trabajo y adquirir el conocimiento necesario sobre el terreno, tambieÌn queriÌan entrar a forma parte de los equipos que llevaban a cabo las detenciones, no en primera liÌnea de las operaciones, pero siÌ en primera liÌnea de observacioÌn.
Con el plaÌcet de la Guardia Civil, el siguiente paso fue convencer al servicio secreto franceÌs para que extraoficialmente los dejaran actuar en su territorio, informando previamente de las acciones que iban a ejecutar y contando con su aprobacioÌn. Es algo habitual entre servicios amigos, con la uÌnica regla del silencio y de que cada uno asuma la responsabilidad de sus actos, sin implicar al otro, si es descubierto. La aceptacioÌn fue plena. El CNI tuvo el permiso para enviar equipos operativos al sur de Francia para colocar microÌfonos en casas de etarras y sus simpatizantes, y para hacer los seguimientos que creyeran convenientes. Saiz tuvo que repetir la visita en varias ocasiones, para limar asperezas y hacer frente a las criÌticas que llegaban al servicio franceÌs procedentes de algunos de sus propios agentes, de la GendarmeriÌa francesa y hasta de guardias civiles aislados, que sentiÌan que el servicio de inteligencia espanÌol se estaba pasando en sus actuaciones.
La unidad operativa tuvo que facilitarles una preparacioÌn especial a sus agentes. No era lo mismo espiar a Otegi y a los dirigentes de la izquierda abertzale en el PaiÌs Vasco que ejecutar misiones en Francia sobre terroristas de ETA armados en las que se jugaban la vida.
La conjuncioÌn del espionaje masivo de las comunicaciones y la accioÌn de los agentes operativos en Francia facilitoÌ la obtencioÌn de informacioÌn tan valiosa que hizo que la banda terrorista nunca supiera la razoÌn por la que sus cuÌpulas militares y sus comandos iban cayendo uno tras otro en tan poco tiempo. Perdieron la guerra a manos del CNI.
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Maletines de dinero para solucionar los problemas de la inmigracioÌn ilegal
Las fotos de 2006 y 2015 aparecidas en numerosos medios de comunicacioÌn reflejaban situaciones distintas y distantes.
El presidente Mariano Rajoy se desplazoÌ a Senegal, a principios de mayo de 2015, para visitar a los militares y guardias civiles destinados alliÌ para combatir la inmigracioÌn ilegal. En el puerto de Dakar los tripulantes de los dos barcos espanÌoles le explicaron coÌmo diÌa tras diÌa, junto a sus colegas senegaleses, se dedicaban a impedir la salida de embarcaciones ilegales hacia Canarias. Junto a ellos, en el mismo Dakar, un avioÌn HeÌrcules del EjeÌrcito del Aire prestaba apoyo en una operacioÌn maÌs enfocada hacia la lucha contra el terrorismo yihadista. Rajoy se entrevistoÌ tambieÌn con el presidente del paiÌs Macky Sall y posaron para una foto que hablaba de la buena relacioÌn de EspanÌa con algunos paiÌses del AÌfrica subsahariana.
Nueve anÌos antes, la situacioÌn era bien distinta. En los inicios de su mandato en 2004, el presidente JoseÌ Luis RodriÌguez Zapatero se encontroÌ con riadas incontrolables de inmigrantes subsaharianos que llegaban a EspanÌa en cayucos y pateras, transportados por peligrosas mafias sin ninguÌn respeto por la vida de sus pasajeros. El problema se desbordoÌ y hubo que montar un dispositivo especial para ponerle coto. La vicepresidenta del Gobierno MariÌa Teresa FernaÌndez de la Vega dirigioÌ una operacioÌn con el protagonismo del Ministerio de Asuntos Exteriores, que necesitoÌ el apoyo imprescindible del servicio secreto, con su director Alberto Saiz a la cabeza.
Entre otros paiÌses, Senegal fue uno de sus principales objetivos. Una gran parte de las embarcaciones ilegales que transportaban inmigrantes sin papeles procediÌan de sus costas, en las que las mafias actuaban con total impunidad gracias a que teniÌan comprados a los funcionarios que debiÌan impedirles actuar.
HabiÌa que convencer a las autoridades senegalesas de que colaboraran, lo que requeriÌa darles algo a cambio. Los diplomaÌticos de Exteriores les prometieron dinero para el desarrollo del paiÌs y medios militares espanÌoles que ayudaran a las tropas locales para llevar a cabo la vigilancia necesaria para evitar la salida de cayucos.
Esta historia de cooperacioÌn que permitioÌ solucionar problemas internacionales tiene una parte oscura que se desarrolloÌ en las alcantarillas del poder en Senegal. La imagen puÌblica de 2006 fue la firma del primer pacto de colaboracioÌn en temas de seguridad entre los dos paiÌses, rubricado por parte senegalesa por su ministro del Interior, Osman Ngom, y por parte espanÌola por el director del CNI Alberto Saiz. La presencia del secretario de Estado espanÌol no fue una casualidad, ni viajoÌ al paiÌs para perder el tiempo en un acto protocolario que podiÌa haber ejecutado el colega que lo acompanÌaba, el director general de la Guardia Civil Joan Mesquida.
Antes de llegar al momento de la firma, el jefe de los espiÌas habiÌa mantenido una discreta reunioÌn, a la que habiÌa acudido con un maletiÌn procedente de los fondos reservados del CNI. Fue Saiz con su diplomacia secreta el que abrioÌ los candados simboÌlicos para que en Senegal aceptaran la colaboracioÌn espanÌola. Y fue Saiz el que
llevoÌ a cabo personalmente esa diplomacia plasmada despueÌs en una foto. El resultado exitoso de esas medidas «de cooperacioÌn» se visualizoÌ en 2015 en otra imagen, la del presidente Rajoy con su colega senegaleÌs, disfrutando de unas perfectas relaciones bilaterales.
Esta operacioÌn de lucha contra el traÌfico de personas que transportaba en condiciones inhumanas a inmigrantes hasta Canarias o cualquier otro punto de la costa espanÌola costoÌ a los tres agentes del CNI desplegados en Senegal maÌs de un serio disgusto. Ejecutaron su trabajo con una calidad tal que destaparon las claves del traÌfico de personas, a los responsables de las mafias y sus conexiones con las autoridades locales. Un trabajo impresionante cuya autoriÌa no tardaron en descubrir los jefes mafiosos perjudicados por el acuerdo entre los Gobiernos de Senegal y EspanÌa. El yerno del que fuera director de la Guardia Civil, JoseÌ Antonio SaÌenz de SantamariÌa, fue amenazado de muerte y su vida corrioÌ un peligro real. AprovechoÌ la visita de su director para recordarle cuaÌl era la situacioÌn que viviÌa como represalia por el buen trabajo que habiÌan efectuado. Pocas semanas despueÌs fue trasladado. Los otros dos agentes alliÌ destinados tuvieron que esperar hasta finales de anÌo para escapar de aquella tormenta desbordaba que tambieÌn amenazaba con ahogarlos a ellos.
En aquellos anÌos, el CNI habiÌa montado varias operaciones en diversos paiÌses de AÌfrica para obtener todo tipo de informacioÌn, pero especialmente la referida a la inmigracioÌn ilegal. Una de ellas se la habiÌan encargado a David Vidal, un civil que ya colaboraba con la PoliciÌa y que era especialista en informaÌtica. Vidal, que conociÌa bastante bien AÌfrica, montoÌ una red de colaboradores locales en paiÌses como Mauritania, Guinea o Marruecos, que le facilitaban todo tipo de informacioÌn sobre plantaciones y traÌfico de drogas, problemas religiosos y traÌfico de personas. Esta red funcionoÌ durante diez anÌos, encabezada por este agente oscuro, al que el CNI impartioÌ instruccioÌn especiÌfica sobre coÌmo conseguir fuentes y coÌmo convencerles para que lo ayudaran. Siempre que viajaba por cualquier paiÌs utilizaba en las aduanas su pasaporte auteÌntico, aunque para moverse por las ciudades o pueblos ensenÌaba otros pasaportes que se habiÌa agenciado con identidades falsas. Siempre tuvo claro que, a pesar de usar pistola en algunas ocasiones o contratar a guardaespaldas por precios baratos, lo importante para sobrevivir en AÌfrica era no estar maÌs de tres diÌas en la misma localidad, porque cualquier tapadera que usara terminaba perdiendo su efecto en ese tiempo. Su ayuda fue uno de los elementos destacados para el CNI de cara a controlar el problema de la inmigracioÌn ilegal.
El director Saiz montoÌ una DivisioÌn para ocuparse de la inmigracioÌn que sigue siendo muy activa en estos momentos. Desde siempre, el servicio secreto ha promovido el acercamiento a los inmigrantes asentados en EspanÌa para buscar casos en los que su ayuda pudiera resultar uÌtil. Los maÌs afectados son de paiÌses africanos como Marruecos o Argelia, para los que obtener la residencia o la nacionalidad espanÌola siempre es un suenÌo cuando consiguen entrar en el paiÌs.
Desde la deÌcada de los anÌos 80 y hasta ahora, el CNI hace informes sobre extranjeros que solicitan la nacionalidad, que posteriormente los jueces encargados de tomar la decisioÌn los unen a expedientes en los que ya figura otro procedente de la PoliciÌa. Esos informes son determinantes casi siempre.
Esta ayuda a la Justicia es de gran utilidad para La Casa, porque les permite a cambio recibir informacioÌn privilegiada sobre extranjeros que quieren ser espanÌoles y les facilita una viÌa oficial para ponerse en contacto con ellos abiertamente cuando consideran que pueden ayudar. Si se da el caso, agentes del CNI intentan captarlos ofrecieÌndoles la nacionalidad, eso siÌ, siempre que les pasen datos sobre sus companÌeros maÌs radicales de mezquita, sus teleÌfonos, profesiones... En algunas ocasiones, los afectados se niegan en redondo y ante la presioÌn de los agentes para que acepten, acuden a la PoliciÌa para denunciarlos, aunque la efectividad real es casi nula.
La DivisioÌn tuvo que ser reforzada cuando estalloÌ la crisis de refugiados procedentes de Siria, pues no daba abasto. El Gobierno decidioÌ acoger a 15.000 refugiados y encargaron al CNI que revisara una por una todas las peticiones y diera su visto bueno antes de que llegaran a EspanÌa.
Para hacer el informe, tarea que el resto de paiÌses de la UnioÌn Europea tambieÌn encargaron a sus servicios secretos, los espiÌas decidieron colaborar entre ellos para compartir datos disponibles sobre los peticionarios de refugio. Datos que llegaron al Centro de Inteligencia Contra el Crimen Organizado, al que pertenece el CNI, y cuya base de datos analiza a cualquier solicitante para que no se les cuele un solo terrorista yihadista.