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Casado y Santamaría se lanzan a seducir a 3.184 compromisarios con libertad para dar la vuelta a las primarias

Soraya Saénz de Santamaría y Pablo Casado, en el Congreso de los Diputados

José Precedo

“En mi sede electoral ganó Pablo Casado, casi triplicó en votos a Soraya Sáenz de Santamaría, que quedó tercera, y, sin embargo, en la segunda urna los tres compromisarios elegidos votarán en la vuelta de las primarias por la exvicepresidenta del Gobierno”. La frase es de un dirigente del Partido Popular de Madrid y es suficiente para desbaratar cualquier prospección científica sobre lo que puede pasar en la última votación del congreso del PP que se celebrará los días 20 y 21 de julio.

La última palabra, durante ese fin de semana, la tendrán 3.184 compromisarios, que no tienen ningún mandato estatutario de los afiliados para respetar la votación de la primera urna, la de los candidatos, que dio la victoria provisional a Soraya Sáenz de Santamaría. En esa votación sacó más de 1.500 papeletas al vicesecretario de Comunicación Pablo Casado y 6.500 a la número dos del PP, María Dolores de Cospedal. En la segunda urna escogieron a los 2.162 compromisarios electos. El resto de los representantes son natos, la mayoría de ellos miembros de los órganos directivos del partido, pero también los integrantes de la Comisión Organizadora del congreso.

Aunque la propaganda de las distintas candidaturas da por hecho que las dos candidatas tienen amarrada la mayoría de los compromisarios, de momento es tarea imposible saber las preferencias de los 2.162 compromisarios designados el jueves. Puede haber alguna pista sobre los otros mil miembros natos vinculados de una u otra manera al aparato de Génova 13.

Una extrapolación del resultado de la votación de los candidatos a la segunda urna, que designó a los compromisarios, llevaría a pensar que Santamaría controlaría cerca de mil compromisarios, Casado más de 800 y Cospedal unos 700. Según esos cálculos, una alianza de la número dos del PP y visesecretario de Comunicación harían presidente a Casado con mucha ventaja sobre la exvicepresidenta. Por su parte, el equipo de Santamaría da por hecha su victoria, que justifica poniendo el acento en su victoria en 30 circunscripciones, lo que les permite pensar que ese voto indirecto también es suyo. Son todas cuentas estériles porque miles de militantes han apoyado a compromisarios sin conocer sus preferencias.

A lo largo de la campaña se había extendido dentro del partido la idea de la necesidad de que los compromisarios adoptaran una norma no escrita comprometiéndose a acatar el voto de la militancia haciendo presidente al candidato más votado en la primera vuelta de las primarias. Además, dirigentes de peso como el presidente de la Xunta de Galicia o el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, reivindicaban pocas horas antes de la votación del jueves que se llegara al congreso con una candidatura de unidad en torno al preferido por los afiliados inscritos. Feijóo, partidario de Cospedal, cambió de parecer nada más conocer los resultados y aboga ahora por que todo lo resuelvan los compromisarios.

Pablo Casado siempre se opuso y defendió el papel de la segunda vuelta, incluso aunque ésta revierta el orden de la votación de la militancia. Este viernes, un día después de quedar segundo, volvía a reivindicar el sistema: “No hemos llegado hasta aquí para que nada cambie. Estas normas nos las dimos para que un 63% también pueda pronunciarse en el Congreso”, apuntaba, en alusión a la alianza entre los candidatos perdedores con la que piensa hacer frente a Sáenz de Santamaría.

Así las cosas, este fin de semana arranca una segunda campaña electoral y los dos aspirantes a suceder a Rajoy ya anuncian que seguirán recorriendo España a la caza del militante y de los cargos provinciales y regionales. Los teléfonos no han parado de sonar. 3.184 militantes decidirán si el líder del PP es Casado o Santamaría. Y la batalla llegará hasta el último minuto del congreso, que investirá al presidente el 21 de julio.

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