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Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Català-Roca, la mirada del fotógrafo “ausente” de la España en blanco y negro

EFE

Madrid —

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Dalí saltando a la comba, un grupo de mujeres esperando el Gordo de Navidad, una corrida de toros con Luis Miguel Dominguín y una gitanilla descalza y mugrienta son imágenes que podrían resumir la España en blanco y negro de los 50 y 60 que llegan a Madrid con la exposición “Català-Roca. Obras maestras”.

Francesc Català-Roca (Valls, 1922-Barcelona, 1998) señalaba que “un fotógrafo jamás puede dudar en el momento del disparo”, como se recuerda en la exposición dedicada al considerado mejor fotógrafo documental de la España del siglo XX en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, abierta desde hoy hasta el próximo 12 de enero.

Català-Roca no admitía la duda, porque seguramente no tendría más oportunidades, ya que “actuaba como un fotógrafo ausente, sin trastocar la realidad, para convertir en relevante una imagen sacada de un contexto ordinario”, ha explicado hoy el comisario de la exposición, Chema Conesa, también fotógrafo de dilatada experiencia en la prensa nacional.

“No intervenir, no alterar y simplemente definir el momento del disparo” eran las líneas maestras del trabajo de Català-Roca, ha explicado Chema Conesa, para quien el fotógrafo catalán se anticipó en España con su trabajo al concepto de “El momento decisivo” que acuñaría después uno de los grandes de la fotografía mundial, Henri Cartier-Bresson.

El fotógrafo catalán inmortalizó a sus amigos Salvador Dalí y Joan Miró, pero sobre todo a las gentes y paisajes del campo y de las grandes ciudades, en obras como “Gitanilla” (Montjuic, Barcelona, 1950), “Esperando el Gordo” (Puerta del Sol, Madrid, 1952) o “El piropo” (Sevilla, 1959).

También dejó otras imágenes “destinadas a reconocer y reconocernos” sacadas del costumbrismo cotidiano, como el padre y el hijo que comparten la comida en “La Puebla de Montalbán” (Toledo, 1950), a los habitantes de Carrascosa del Campo (Cuenca), que observan a un toro que se desangra en sus calles en un día de 1954, pasando por numerosos pueblos de Castilla, Murcia o Girona.

Las imágenes de Carrascosa del Campo tienen en la exposición apartado propio, pues en aquella fiesta taurina organizada por Dominguín, que tenía una finca en la cercanías y quería impresionar a la que después sería su esposa, Lucía Bosé, hizo Català-Roca “las mejores fotos en una jornada” de su vida, se recuerda en la muestra.

“Català-Roca. Obras maestras”, que ya han visto más de 200.000 personas en su periplo por España, reúne 150 imágenes, seleccionadas por Chema Conesa junto con los herederos del fotógrafo, Martí y Andreu Català Pedersen, y los depositarios de su archivo, el Colegio de Arquitectos de Cataluña, tras una profunda labor de investigación sobre más de 200.000 negativos y 17.000 hojas de contactos.

El fotógrafo catalán dejó un legado “impecable”, ya que destruía todo negativo que tuviese alguna imperfección, ha explicado Conesa, quien ha añadido que Català-Roca, perfecto conocedor de la técnica fotográfica porque desde niño ayudaba a su padre, el fotógrafo Pere Català Pica, “abominaba” no obstante de la fotografía artística.

“El no creía en el valor artístico de la fotografía, sino en su capacidad como medio de comunicación”, ha explicado el comisario de la muestra, organizada por el Círculo de Bellas Artes y producida por La Fábrica y la Fundación Barrié.

La exposición se completa con un documental de 20 minutos en el que se resume la personalidad del fotógrafo y su filosofía a través de los temas que más le interesaron: la Barcelona de los años 60, la arquitectura y su retrato de una España a la que miraba “de frente”, encuadrando la imagen “desde la cintura”, con “curiosidad y empatía”, ha concluido Conesa.

Imágenes de una España en blanco y negro que Olivia María Rubio, directora artística de La Fábrica, espera “no se repitan” y que en todo caso “sirven como motivo de reflexión” en esta muestra, que ha calificado como “uno de los grandes acontecimientos del otoño”.