La política de pactos municipales ha consolidado el giro a la derecha de Ciudadanos, que ha optado por cerrar gobiernos con el PP y con Vox como actor necesario, relegando al PSOE a 'socio excepcional' en unos cuantos ayuntamientos, incluso en Melilla –ciudad autónoma que presidirán–, donde los de Albert Rivera han visto la posibilidad de un intercambio de favores con los socialistas.
Una vez configurado el mapa local, ahora todos los esfuerzos se centran en las negociaciones para determinar el puzle autonómico en el que el partido de Santiago Abascal también presiona para encajar sus piezas, especialmente en Madrid, donde la tensión crece a medida que se acerca el plazo para la investidura de la dirigente popular Isabel Díaz Ayuso.
El partido de Rivera, que no gobernaba hasta ahora en ninguna autonomía, capital de provincia ni ciudad importante, hace un balance “muy positivo” de los acuerdos. Aunque su poder tras el 26M se limitará fundamentalmente a cogobernar en las comunidades de Castilla y León, Murcia y Madrid junto con el PP, por cuyo espacio político han luchando en campaña, en Ciudadanos se dan por satisfechos con los resultados al considerar que ese rodaje les servirá para “adquirir experiencia de gestión” con el fin de optar dentro de unos años a dirigir el país, el gran sueño del líder de Ciudadanos.
La realidad es que aunque ha logrado cierta implantación local y territorial, el partido de Rivera no ha conseguido protagonizar el gran “cambio” que esperaba frente a un PP en franco declive al que, por el contrario, ha apuntalado territorialmente tras los pactos que ambos partidos han sellado.
Además, los de Rivera han terminado asumiendo –aunque lo niegan en público– que al haber optado por el PP como 'socio preferente', de una manera u otra tienen que contar también con Vox pese a las numerosas advertencias que les han hecho llegar antiguos fundadores del propio partido o sus socios europeos. Y también el concejal de Barcelona pel Canvi, Manuel Valls, su antiguo aliado, con el que Rivera acaba de romper relaciones por haber apoyado en Barcelona a Ada Colau para evitar un gobierno independentista.
En la formación, sin embargo, están muy molestos porque se les etiquete junto a Vox, e insisten en que ellos no están incumpliendo el mandato de su Ejecutiva porque “hablar” con Vox no es “negociar”, según dijo Inés Arrimadas en El Objetivo de La Sexta. En esa misma línea argumentan que tampoco pueden evitar que el PP integre a Vox en estructuras 'secundarias' de las áreas de gobierno que les correspondan, como, por ejemplo, otorgándoles algunas Juntas de Distrito de Madrid o algunos “entes u organismos” que dependan de las consejerías de los populares. “Eso no es entrar en el Gobierno”, discuten en Ciudadanos.
De momento, todas las miradas están puestas en la Comunidad de Madrid, donde Vox sigue tensando la cuerda y exigiendo la cuota de poder que le prometió el PP en el ayuntamiento para que las negociaciones entre los tres partidos fructifiquen. En Ciudadanos pretendieron repartirse los cuatro años de mandato municipal entre los dos candidatos –José Luis Martínez-Almeida y Begoña Villacís– pero el PP se negó. Ahora todo sigue abierto a la espera de calmar las aguas con Vox.
Las bazas que ha logrado Ciudadanos
¿Qué ha logrado Ciudadanos? Haciendo un repaso de sus principales bazas una de ellas han sido Granada, donde el partido ha conseguido que Luis Salvador –exparlamentario del PSOE– se convierta en alcalde pese a que la formación naranja tiene solo cuatro de los 27 concejales frente a los 10 del PSOE, los 7 del PP y 3 de Vox.
Pero el acuerdo se está cuestionando por parte del propio PP mientras el partido de Abascal también quiere su cuota. La secretaria general de Vox en el Congreso, Macarena Olona, ha reclamado entrar en el gobierno de la capital granadina en proporción a su representación y ha advertido de que el “incumplimiento de este acuerdo” supondrá que promuevan una “moción de censura de inmediato” contra Salvador, en favor del anterior alcalde socialista.
Los de Rivera, a cambio, han facilitado al PP el bastón de mando en otras capitales de provincias andaluzas, como Málaga, donde el regidor del PP inicia así su sexto mandato sin problemas; Almería, gracias al apoyo de Ciudadanos y Vox; o Córdoba, gracias a los votos de Ciudadanos y a la abstención de los dos ediles de Vox.
Junto a estas hay que añadir Zaragoza, también con el apoyo de Ciudadanos y Vox; Alicante –sin Vox–, en un pacto que también alcanza la diputación provincial, o Murcia, en donde sumaban mayoría absoluta y alcanzaron un acuerdo a última hora. El PP también gobernará Teruel tras el apoyo de Ciudadanos y Vox, y Badajoz, donde Vox, tras apoyar al edil popular, ahora reclama su cuota de poder.
Pactos puntuales también con el PSOE 'no sanchista'
Ciudadanos ha jugado al mismo tiempo algunas de sus cartas por la banda izquierda y, gracias a un acuerdo con el PSOE castellano manchego –al que en Ciudadanos 'indultan' por considerar que Emiliano García-Page no es 'sanchista'– cogobernarán las alcaldías de Ciudad Real y Albacete, donde los ediles de cada partido se turnarán el bastón de mando dos años cada uno.
A nivel autonómico, los de Rivera han permitido que los populares mantengan, tras más de tres décadas gobernando, la comunidad de Castilla y León accediendo a que Alfonso Fernández Mañueco sea presidente de la Junta mientras Ciudadanos ocupa la presidencia del parlamento regional.
Además, este acuerdo incluía ceder a los de Rivera la alcaldía de Burgos pero Vox se enfadó y dinamitó a última hora el acuerdo, facilitando con ello que el PSOE se hiciera con el bastón de mando al haber sido la lista más votada. Ahora los populares quieren presentar una moción de censura,
Otro punto de conflicto entre las derechas ha sido Aragón. En Huesca ha habido lío y tensión tras frustrarse el posible acuerdo de las derechas para dar la alcaldía al PP, así que seguirá gobernando el socialista Luis Felipe tras un voto en blanco inesperado que el PP atribuye a uno de los ediles de Ciudadanos. Y la moción de censura que plantearon los de Casado no logró apoyos para presentarla
Donde se ha allanado el camino sin problemas ha sido en Alicante. Allí, los equipos negociadores de PP y Ciudadanos cerraron la semana pasada un acuerdo para gobernar conjuntamente el consistorio alicantino y la Diputación de Alicante como “contrapeso a las futuras políticas que pueda impulsar el Consell de la Generalitat”. De este modo, el popular Luis Barcala repite al frente del Ayuntamiento y su compañero de partido, Carlos Mazón, presidirá la Diputación de Alicante. Ciudadanos asumirá una de las dos vicepresidencias que tendrá la Diputación, mientras que en el Ayuntamiento la cabeza de lista de Ciudadanos, María del Carmen Sánchez, será la portavoz del nuevo equipo de Gobierno y tendrá una vicealcaldía.
El caso más llamativo es el de la ciudad autónoma de Melilla donde el único diputado del partido de Rivera, Eduardo de Castro, ha conseguido apartar al PP de la presidencia y la alcaldía tras sellar un acuerdo de última hora con los ocho diputados localistas de Coalición por Melilla (CpM) y los cuatro del PSOE, forzando un cambio después de 19 años del PP en el poder.
La tensión por este acuerdo quedó reflejada tras el pleno de constitución de la Asamblea. El expresidente de la Ciudad Autónoma de Melilla y líder del PP, Juan José Imbroda, tachó a su sucesor en el cargo de “traidor” y “sinvergüenza” por no haber respetado el acuerdo nacional entre el PP y Ciudadanos para que el propio Imbroda siguiera de presidente, al pertenecer a la fuerza más votada en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 26 de mayo.
Fracaso municipal en Catalunya
Donde los de Rivera han cosechado un buen fracaso ha sido en Catalunya, a pesar de ser el feudo autonómico de Inés Arrimadas. Los de Rivera no han logrado hacerse con ninguna alcaldía, pese a haber presentado 115 nuevas candidaturas en las recientes elecciones municipales, y han perdido casi un millón de votos desde su victoria en las catalanas de 2017. Cierto es que han pasado de 176 a 238 concejales, pero han perdido 52.963 votos en Catalunya respecto a las anteriores municipales de 2015.
Lo peor de todo es que la apuesta de Rivera para Barcelona, Manuel Valls, ha terminado dando un buen disgusto al líder de Ciudadanos, con el que ha roto al ver que votaba, en contra de su criterio, a favor de Ada Colau para evitar que el Ayuntamiento quedara en manos del dirigente independentista de ERC, Ernest Maragall.
Tras la división en dos de la Plataforma Barcelona pel Canvi, el exprimer ministro francés –que se queda solo con dos ediles de los seis que logró el 26M– no ha cesado de lanzar duras acusaciones a Rivera por su política de pactos y por aceptar a Vox como aliado: “Ciudadanos se ha convertido en el partido que pacta con una formación reaccionaria y antieuropea”, le espetó el exprimer ministro francés en su primera rueda de prensa.