Después de varios días confiando en un acuerdo 'in extremis' entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para cerrar un acuerdo de Gobierno y tras constatar que todo apunta a que va a ser imposible, Albert Rivera decidió este lunes tomar la iniciativa política frente al PP de Pablo Casado. De manera sorpresiva y renunciando al que ha sido su discurso durante los últimos meses, cuando en vísperas de la campaña de abril estableció un cordón sanitario en torno al PSOE, no solo para las generales sino también para las elecciones autonómicas, Rivera ha propuesto al líder del PP que ambos partidos se abstengan en la investidura para “salvar” a España de nuevas elecciones.
Así, Sánchez ya no es un candidato al que Ciudadanos no va a hacer presidente en ningún caso. Pero para ello Rivera ha establecido una serie de condiciones que el PSOE se apresuró a rechazar. A cambio de la abstención, quiere que el presidente en funciones se comprometa “a recuperar Navarra para el constitucionalismo” y a romper un supuesto pacto con Bildu –que el PSOE nunca ha firmado– para evitar con ello que la Comunidad Foral sea anexionada al País Vasco; también le exige “aplicar en Catalunya el artículo 155 si Torra llama al desacato” tras la sentencia del procés y a no indultar a los independentistas si son condenados; y, como tercera condición, exige a Sánchez abandonar sus “políticas económicas suicidas” de subidas de impuestos para la clase media y trabajadora y los autónomos.
La propuesta ha dejado perplejos a los críticos de su partido que lamentan que llegue tan tarde, a escasos días de que expire el plazo para una nueva convocatoria electoral, y en plena ronda de consultas del rey cuando ellos lo habían planteado hace tiempo. Precisamente esas propuestas ignoradas y descalificadas siempre por Rivera y el resto de la dirección de Ciudadanos propiciaron las dimisiones de dirigentes del ala liberal del partido y originaron una grave crisis interna en la formación.
Pese a todo, algunos le han dado la bienvenida. Como el exsecretario de programas de Cs, Toni Roldán, que en conversación con eldiario.es asegura que el paso dado por Rivera le parece “positivo” aunque no oculta que le hubiera gustado que lo hubiera dado “hace tiempo, en vez de en el último minuto”. “Todo esto debería haberse hecho con una amplia reflexión” e ir acompañada “con otras propuestas sobre educación, pensiones, o precariedad en el empleo, dentro de un amplio paquete de reformas”, opina Roldán.
A su juicio, la postura de Rivera le ayuda sobre todo “a romper el relato sobre quién es el culpable del bloqueo” si hay finalmente nuevos comicios y comienza una campaña electoral. Rivera, que hasta ahora se ha sacudido las presiones externas e internas para que facilitara la gobernabilidad y no ha querido sentarse siquiera a negociar con Sánchez su investidura, cree que tras esta propuesta nadie puede acusarle ya de no haberlo intentado.
“El cambio de postura es mercadotecnia”
Otro de los que ha dejado sus cargos en la dirección del partido, que prefiere no ser citado, es más contundente en su valoración. “Esto era de esperar. ¿Qué le dan las encuestas a Ciudadanos? Muy mal, ¿no? Pues no hace falta ser un lince para deducir que este cambio es cuestión de mercadotecnia”, opina. “Si es una maniobra táctica es pavoroso, y si es por estrategia electoral, me parece equivocado. Es triste lo que está pasando en Ciudadanos”, añade.
El enfado de este exdirigente de Cs llega más lejos al saber que Rivera dice ahora que la propuesta que ellos plantearon en la Ejecutiva incluía negociar “sillones” dentro de un Gobierno de Sánchez. “Eso es mentira”, asegura. “Si otros compañeros lo plantearon sería en privado porque en la Ejecutiva esa propuesta no llegó a estar nunca encima de la mesa”, dice, categórico.
No obstante, Roldán sí reconoce que él era partidario de abrirse a entrar en un Gobierno de coalición con los socialistas pero siempre priorizando los aspectos programáticos, con un programa por escrito. Algo que ya hizo Rivera con Sánchez en 2016 y fracasó ante la falta de apoyos de Podemos, que se negó a entrar en esa ecuación al no compartir con los de Rivera sus políticas y verlo como un 'trágala'.
Unos sondeos que dan a Ciudadanos a la baja
Aunque en la dirección nacional niegan cualquier relación con los pronósticos que les dan los sondeos, ese cambio in extremis de Rivera llega justo cuando la mayoría de las encuestas sitúan ahora a Ciudadanos a la baja, con una caída de cerca de dos puntos. La del CIS –sin 'cocina'– le otorga un voto directo del 7,4%, muy por debajo de lo que el mismo estudio demoscópico les otorgaba hace poco más de un mes. En aquella encuesta, cuando se tenía en cuenta el voto emitido, se auguraba a los de Rivera un 12,3%. El voto directo estaba un punto y medio por encima del de ahora.
De ahí que la previsible cita con las urnas del 10 de noviembre no se vea en Ciudadanos con tanto entusiasmo como la anterior de abril, en la que consiguieron un 15,85% de los sufragios rozando el sorpasso al PP.
En el partido han empezado a escucharse por primera vez voces aisladas que advierten de que si Ciudadanos sufre un varapalo en los nuevas elecciones Rivera debería dimitir, convocar una Asamblea General y dejar que se abra el melón sucesorio tras trece años ininterrumpidos al frente del proyecto.
Es la primera vez en la corta vida de Ciudadanos que el liderazgo de Rivera puede estar en entredicho en un partido que ha hecho del personalismo de su líder una de sus señas de identidad.
En la dirección de Ciudadanos, en donde mayoritariamente siguen apostando por que Rivera continúe pase lo que pase, algunos dirigentes no acaban de fiarse de que los críticos no estén en alguna operación para derribarle. Los contactos entre los que se han ido y los pocos que quedan dentro se mantienen y aunque los consultados niegan que estén en ninguna operación de ese calibre sí verían con buenos ojos que se propiciara el recambio de Rivera ante sus “errores” y “cambios de estrategia interesados”.
Rivera, “tocado” tras la crisis interna
La crisis interna sufrida estos últimos meses en Ciudadanos ha dejado tocado a Rivera. El último coletazo ha sido la negativa de Javier Nart a renunciar al acta de eurodiputado, aceptando únicamente salir de la delegación de Ciudadanos que dirige Luis Garicano, considerado el 'cabecilla' de los discrepantes con la estrategia de pactos del líder. El hasta ahora coordinador económico de Cs dejó hace tiempo de ser uno de los dirigentes de confianza de Rivera. Hoy, tras la oferta de Rivera a Casado, ha querido contemporizar subiendo un tuit alabándola.
Pese a que el líder del partido dio el tema de Nart por “resuelto” la posibilidad de que haya que renovar las candidaturas si se va de nuevo a las urnas ha sembrado de inquietud a más de uno. En la dirección adelantan que “no habrá muchos cambios, solo los justos” para cubrir las bajas de los que, como Roldán o De la Torre, han abandonado el barco. Pero no todos opinan igual. “Habrá lío porque la dirección aprovechará para poner a los más fieles y si encima los sondeos dicen que perdemos escaños...”, vaticinaba a eldiario.es uno de los que ya fue apartado.
El líder vuelve a la palestra en 'modo campaña'
En el partido por si acaso trabajan con los dos escenarios: que al final Sánchez acepte su propuesta o que se vaya a elecciones de nuevo. Por si ocurre lo segundo, Rivera decidía esta semana romper su prolongado y voluntario silencio mantenido durante todo el mes de agosto y volvía a la palestra en 'modo campaña'.
El líder de Ciudadanos ha concedido varias entrevistas y ha realizando dos ruedas de prensa casi seguidas, una para insistir en pedir a Sánchez una reunión para aplicar el 155 , sin recibir respuesta, y la otra este mismo lunes para lanzar su propuesta a Casado, con el que se entrevistó en su despacho del Congreso en un claro gesto del líder del PP de dejar bien claro quien es el jefe de la oposición.
El viraje de su discurso ha dejado al descubierto el riesgo ir a otras elecciones generales que Ciudadanos podría afrontar en el mismo espacio ideológico del PP y sin apenas diferencias con el partido de Casado.