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Condenado a 59 años de cárcel por violar a seis mujeres a las que atrajo con falsas ofertas de trabajo

Dos policías locales de Valdemoro durante el registro del Ayuntamiento por Guardia Civil en octubre de 2014

Alberto Pozas

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Un violador en serie ha sido condenado a 59 años de cárcel por agredir sexualmente a seis mujeres a las que atrajo hasta la localidad madrileña de Valdemoro con falsas ofertas de trabajo. La Audiencia Provincial de Madrid lo ha considerado culpable de seis violaciones a mujeres en situación de vulnerabilidad que respondían a sus anuncios, pero los jueces sospechan que puede haber decenas de víctimas de este depredador sexual: los investigadores encontraron 9.000 fotos y documentación escaneada de más mujeres en idénticas circunstancias a las seis mujeres que finalmente se decidieron a denunciarlo. La sentencia, que ya ha sido recurrida por el condenado, establece un cumplimiento máximo efectivo de 20 años en prisión.

Todas las víctimas relataron una situación similar. Vieron un anuncio en internet con ofertas de trabajo para limpiar, para ser masajista o directamente para prostituirse. Acudían en autobús a Valdemoro y allí eran recibidas por el mismo hombre, que con la excusa de tener el local en obras llevaba a las mujeres a su casa. Todas cumplían un mismo patrón: mujeres en situación de necesidad, muchas veces solas en España y con varios hijos a su cargo, con una gran necesidad de ganar algo de dinero. Una de ellas, por ejemplo, tenía a su marido en prisión. Otra tenía tres niños pequeños de los que cuidar en solitario.

Lo que no sabían las víctimas era que detrás del falso anuncio de trabajo, la falsa oficina en obras y de la identidad falsa se escondía un delincuente sexual que ya había sido condenado por abusos sexuales en el pasado y que en ese mismo momento se beneficiaba de la suspensión judicial de su último paso por el banquillo. Una vez en su casa, el agresor sexual amenazaba a las víctimas, las obligaba a someterse a sesiones de fotos sexuales y después, a veces bajo golpes, eran violadas.

Las amenazas que la Justicia declara probadas tenían un origen y un objetivo muy concreto: hacer saber a las mujeres que había violado que, si hablaban, habría consecuencias. Una de ellas tuvo que mudarse y cambiar a sus hijos de colegio. Otra, después de confesar que estaba en situación irregular en nuestro país, escuchó a su violador decir que “si te mato, te lanzo a una bolsa y nadie sabrá de ti”. Acompañó a una de ellas en autobús hasta su casa para intentar averiguar dónde vivía. “Mucho cuidado con la lengua”, advirtió a otra de las mujeres para evitar la denuncia.

La estrategia de intimidar a sus víctimas después de violarlas funcionó hasta que una de ellas tuvo que pasar por el hospital y, a partir de ahí, empezó una investigación de la Guardia Civil que culminó con su detención y encarcelamiento preventivo en enero de 2020. Tres años después de la primera violación detectada. La primera mujer en acudir a la Justicia llevó a los investigadores por Valdemoro hasta identificar las zonas de la ciudad del sur de Madrid donde había estado con el violador. La Guardia Civil hizo pública su detención y entonces llegaron las denuncias de cinco víctimas más. Pero la sentencia relata que no fue fácil. Una, por ejemplo, vomitó presa de un ataque de pánico dentro del propio cuartel antes de firmar la denuncia.

El resultado es una condena de 59 años de prisión firmada por la Audiencia Provincial de Madrid por seis delitos de agresión sexual, aunque los jueces establecen un cumplimiento máximo efectivo de 20 años entre rejas. La condena, que ya ha sido recurrida por el violador ante el Tribunal Superior de Justicia, también incluye indemnizaciones y órdenes de alejamiento para las denunciantes y expresa su temor de que, en realidad, haya muchas más mujeres que hayan sido víctimas de este violador en serie: “Concurren relevantes indicios de una actuación muy estable en el tiempo y en relación a otras muchas personas, como se comprueba en el análisis digital practicado, tanto respecto del ordenador como del teléfono móvil del procesado”, advierten los jueces. Ellas ya han impugnado el recurso del condenado, según informan fuentes del caso.

Los investigadores localizaron “más de 9.000 fotografías de mujeres en las mismas o muy parecidas posturas que las aquí denunciantes, así como fotografías de documentos personales”, explica la Audiencia de Madrid. Cuando la Guardia Civil difundió su detención y encarcelamiento preventivo, tres años después del primer ataque, las primeras informaciones hablaban de cuatro delitos de agresión sexual y finalmente ha sido condenado por violar a seis mujeres con la misma estrategia.

La “seguridad” de las víctimas

La Justicia da plena credibilidad al relato de estas seis mujeres frente a las diversas versiones exculpatorias del violador, que pasó de decir en fase de instrucción que eran prostitutas a las que había pagado a afirmar en el juicio que había mantenido relaciones consentidas con ellas. Frente a esto, la Audiencia de Madrid destaca la “meritoria” investigación y la “seguridad” en la declaración de un grupo de mujeres que no se conocían entre sí y que lo único que tenían en común era haber caído en las garras de este depredador sexual. Eso y su situación de vulnerabilidad de la que él, según los jueces, se aprovechaba.

Una “clara coincidencia en el modus operandi”, describe la sentencia. El acusado “acudía al engaño de ofertar trabajos inexistentes sabiendo y aprovechando el estímulo que suponía para las personas que acudían a la página web en situación de necesidad” y desplegó una “estrategia de clandestinidad” usando un nombre falso e inventándose que la sede de su empresa estaba en obras.

Algunas de las mujeres se terminaban sometiendo a sus abusos y agresiones por el miedo que habían producido sus amenazas y por el alto grado de intimidación que conseguía al llevarlas a un sitio apartado, sacarles fotografías y dar a entender que, si les hacía algo, nadie preguntaría por ellas. “La sumisión conseguida por vías intimidatorias no puede ser presentada como aceptación libre de los actos sexuales en un escenario de dominación que impedía la capacidad de reacción de las víctimas”, dicen los jueces. Ellas no podían denunciar porque él, explican, conservaba todos sus datos personales.

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