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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las dimisiones de Podemos en Madrid y las conversaciones con el PSOE en la Asamblea precipitaron el cese de Sergio Pascual

Pablo Iglesias, junto al secretario de Organización, Sergio Pascual, durante la presentación del equipo de campaña.

Andrés Gil

Que dimitan diez dirigentes autonómicos de un partido de forma simultánea no ocurre cada semana. Y que suceda en pleno proceso de investidura del presidente del Gobierno, menos aún. Pero es lo que ocurrió en Podemos, y lo que se terminó de llevar por delante a Sergio Pascual, mano derecha de Íñigo Errejón, como secretario de Organización, y la inminente llegada de Pablo Echenique al cargo.

¿Qué precipitó su salida? “La constatación de que, pudiendo hacer algo por frenar las dimisiones, que son una tremenda irresponsabilidad, no hizo nada”, señalan fuentes de la dirección de Podemos.

Los dimitidos, por su parte, niegan cualquier vínculo entre su decisión y el contexto estatal.

Fuentes próximas a la secretaría general insisten: “Ha sido una decisión concertada e irresponsable, en un momento en el que nos estamos jugando si hay Gobierno de cambio. Esto interfiere y traslada a la ciudadanía un relato de que hay divergencias en torno a la investidura de Pedro Sánchez de la mano de Albert Rivera que no es real: aquí nadie se plantea otro voto que no sea el no”.

Personas del entorno de los dimitidos discrepan: “Lo de Madrid se venía avisando desde hacía tiempo, y el cese de Pascual es desproporcionado. El Consejo Ciudadano llevaba tiempo sin reunirse, y había una dinámica de trabajo que pasaba por Emilio Delgado, secretario de Organización. Cuando el secretario general, Luis Alegre [afín a Pablo Iglesias], quiere introducir cambios, quitando competencias a Delgado y queriendo influir en el grupo parlamentario, la cosa salta por los aires. ¿Qué necesidad había? ¿Por qué quiere ahora, de repente, incidir e influir en contrataciones? No es más que una lucha por el poder. No hay ninguna otra diferencia ideológica, y menos aún con el proceso de investidura: mientras existe el acuerdo del PSOE con Rivera, no hay nada que hacer”.

“Es verdad que Luis [Alegre] empezó a aparecer más”, explica otra fuente de Podemos, “pero más por una cuestión de tener atados los recursos de la Asamblea. En todo caso, antes del órgano autonómico ya hubo dimisiones en el Consejo de Madrid ciudad, y empiezan a hacer textos alternativos, asambleas, reuniones... Pero cuando dimite Emilio Delgado se da una situación absurda: empiezan a ver fantasmas de echar a Emilio, cuando lo que se pedía era repartir su trabajo, y se marchan y no votan el texto. Pero, al abstenerse los anticapis, ellos habrían ganado la votación. Al día siguiente Emilio dimite, y empieza la cascada de dimisiones. Son irresponsables, no han medido los tiempos, y estaba planificado; estaba al tanto Pascual ni lo paró ni hizo nada para pararlo, cuando podría haberlo hecho. Y no es novedad, gente afín a Errejón lo ha hecho en varios consejos: en Cantabria, en Galicia, en Catalunya...”.

“El problema”, reflexionan fuentes de Podemos, “es que empiezan por abajo una guerra de agitación contra Luis y [Miguel] Vila, porque no han dimito los liberados de Emilio. Y, en medio, las filtraciones de documentos internos, ninguno de los cuales dejaba mal a Íñigo, y sí a Pablo. Eran documentos pasados, pero muy del cogollo”.

Conversaciones con el PSOE

¿Por qué Alegre intenta que el partido gane influencia política en el grupo de la Asamblea? “Es algo que está previsto en nuestro partido. De hecho, es una de las tres principales funciones de los consejos ciudadanos autonómicos, junto con la coordinación de los consejos municipales y la apertura de nuevos consejos en localidades donde no existan”, explican fuentes de Podemos Madrid.

Pero, lo cierto, es que el paso adelante de Alegre genera tensiones. “Ha estado meses sin reunir al consejo y sin implicarse en el órgano. ¿Por qué ahora se produce este asalto al grupo parlamentario?”, se pregunta el entorno de los dimitidos.

Uno de los argumentos que esgrimen fuentes próximas a la dirección estatal de Podemos es que las conversaciones entre la dirección del grupo autonómico de Podemos y el PSOE habían ido demasiado lejos. No en vano, en el mecanismo de las mociones de censura se precisa la mayoría absoluta, cosa que sólo se conseguiría con los votos favorables de PSOE, Ciudadanos y Podemos. Es decir, es necesario un pacto a tres, que podría interpretarse como un acuerdo trasladable a la investidura de Pedro Sánchez.

La secretaría general de Podemos afirma, en este sentido, que Iglesias “no sabía nada de la 'negociación' con el PSOE para hacer una moción de censura a Cifuentes”. “No había visto bueno de nadie”, insisten. La dirección del grupo, por su parte, dice lo contrario: “Pablo estaba al tanto de todo”.

Miembros de la dirección del grupo afirman: “Todo está en cuarentena, el secretario general del partido ha estado informado en todo minuto, han sido conversaciones que surgen, y no hay nada en absoluto cerrado. Además, hace falta un detonante para presentarla; hay que justificarlo, como que estallara un caso de corrupción, por ejemplo; o saltara una imputación; o que Cristina Cifuentes sucediera a Mariano Rajoy. En todo caso, no está nada maduro, y depende del ritmo estatal y, desde luego, nosotros no entraríamos en un Gobierno en el que estuviera Ciudadanos. Ni en Sol (sede del Gobierno madrileño) ni en Moncloa”.

La dirección de Podemos apunta, en contra de lo que explican en el grupo parlamentario de Podemos, como una de las personas implicadas en estas conversaciones a Agustín Baeza Díaz-Moreno, el jefe de Gabinete del Grupo Parlamentario de Podemos en la Asamblea, cuyo portavoz es José Manuel López. Y señalan su currículum: Baeza ha sido asesor técnico del ministro de Cultura César Antonio Molina (PSOE), entre 2007 y 2008; asesor técnico de Educación con Mercedes Cabrera y director del gabinete del secretario de Estado de Educación y Formación Profesional, Mario Bedera, en tiempos de Ángel Gabilondo como ministro, el actual portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid. “La relación de Agustín [Baeza] con Gabilondo es cero”, insisten fuentes de Podemos en la Asamblea.

“Estaban muy insistentes en la dirección del grupo en intentar meterle una moción de censura al PP, que sólo triunfa si hay votos a favor de PSOE y Ciudadanos. Generó resistencias en la asamblea y algo de bronca hace unas semanas. Hubo mucha pelea, porque metes una moción de censura, y luego, ¿qué hacemos? ¿Cuál es la situación con el PSOE y Ciudadanos? Generó bronca, pero tampoco más de lo debido”, explica una fuente de Podemos.

Mientras tanto, Alegre aguanta como secretario general autonómico con un exiguo quórum en un órgano en que la corriente Anticapitalistas tiene la mayoría. Y así aguantará, al menos, hasta que se despeje la formación de un nuevo Gobierno en Moncloa y se abra la posibilidad de renovar el órgano. Y, en esa renovación, a menudo surge en las conversaciones como llamada a desempeñar un papel relevante uno de los referentes de la política madrileña, la diputada de Podemos por Madrid Tania Sánchez, quien insiste en borrarse de las quinielas.

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