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La denuncia, el mejor combate contra las agresiones homófobas
Víctor tiene 25 años y en la madrugada del sábado sufrió una agresión en pleno centro de Madrid junto a un amigo al que iba abrazado. A diferencia de lo que hace el 90% de las víctimas, él denunció por delitos de odio, una de las más eficaces formas de lucha contra estos ataques, según los expertos.
Según el registro del Ministerio del Interior, en la Comunidad de Madrid los delitos de odio por la orientación e identidad sexual pasaron de 13 en 2013 a 26 en el pasado año, un dato positivo -al contrario de lo que parecería en un primer momento- porque revela que las víctimas denuncian los hechos. Se espera que este año las cifras se disparen.
Lo cuenta a Efe Manuel Ródenas, abogado del Programa de Información y Atención a Homosexuales y Transexuales (Piaht) de la Comunidad de Madrid, para quien esos datos no indican repuntes de las agresiones: “Se está avanzando porque lo que hay que hacer es denunciar, es el primer paso y hay que animar a la gente”.
Eso es lo que hizo Víctor después de que unos jóvenes les llamasen a él y a su amigo “maricones”, les atemorizasen y le propinasen a él un puñetazo en el brazo. Lograron escapar gracias a la ayuda de un viandante. “Desde el primer momento sentimos que fue una agresión homófoba. Cuando conseguimos salir de ahí nos abrazamos y pensamos: ¡Increíble, esta vez nos ha tocado a nosotros!”, explica Víctor a Efe.
Este joven miembro de la asociación Arcopolis tuvo al principio tanto miedo que incluso pensó en esconder su homosexualidad. “Me quedé en shock, el sábado pensé en cambiar mi forma de vestir o no dar muestras de cariño en público. Pero era porque estaba fuera de mi, porque yo me hice activista para que estas cosas no pasaran”.
Y por eso finalmente fue a la Comisaría de Moratalaz a presentar la denuncia contra la agresión. “Ahora voy con la cabeza más alta, no tengo que esconderme, no hacemos nada malo”, explica a Efe.
Javier -nombre ficticio-, de 30 años, sufrió hace un año una agresión también en los alrededores de la calle Alcalá cuando tres jóvenes le persiguieron: “Uno de ellos me tiró al suelo, me rompí el hombro en cuatro fragmentos y aún así siguieron amenazándome e insultándome. Conseguí huir y llamar a una ambulancia”.
Él tuvo claro desde el primer momento que tenía que denunciar la agresión. Un amigo le facilitó un contacto con Arcópolis, asociación que le ayudó a formular la denuncia e incidió desde el primer momento en remarcar el carácter homófobo de esa violencia.
“Los insultos eran de esa temática; ahora está en manos del juez que se reconozca”, explica a Efe Javier.
A la mayoría de los afectados les resulta muy difícil afrontar una denuncia. “Muchas personas no denuncian porque están en el armario y tampoco hay apoyo policial ni social suficiente, además del miedo a las represalias”, comenta a Efe Andrés de la Portilla, de la asociación Transexualidad Clínica.
Es el caso de Mario, a quien sus padres expulsaron de casa con 16 años cuando se enteraron de su homosexualidad. Antes -cuenta- sufrió insultos y agresiones varias, terminó viviendo en la calle y, según explica, prostituyéndose para poder comer.
“Me he buscado la vida. Nunca se me pasó por la cabeza denunciar a mi familia y no pienso hacerlo ahora: todo se debe a que tienen un pensamiento muy cerrado”, se lamenta este joven que ahora tiene 22 años y sigue sin trabajo, viviendo de forma precaria “sin ayuda de nadie” y con graves problemas psicológicos.
Este tipo de agresiones no son aisladas sino que se han dado siempre. “El problema es estructural y no se va a solucionar hasta que no seamos capaces de respetar al otro”, comenta Manuel Ródenas.
Para erradicar estas agresiones también es importante evitar que estas prácticas queden impunes, y algunas de las claves pasa porque los policías encargados de redactar la denuncia dejen claro el tipo de insultos vertidos durante la acción violenta para así argumentar después en la vía judicial que hubo homofobia o transfobia.
En ocasiones, argumenta Andrés de la Portilla, si no se denuncia es porque se cree que no sirve de nada. “Por ejemplo, estas personas deberían tener un apoyo psicológico inmediato, un respaldo ante las posibles dificultades en el trabajo y también se deberían facilitar las denuncias acercando la presencia policial a las zonas con más agresiones como Chueca”, ejemplifica.
También la Comunidad de Madrid entiende que hechos ocurridos en este mes de agosto como la agresión a una mujer transexual en el barrio madrileño de Tetuán o a dos jóvenes homosexuales en la ciudad de Alcalá de Henares requieren de una intervención un marco normativo específico adecuados.
El Gobierno regional se ha comprometido a aprobar una Ley de protección contra la discriminación y por la igualdad de trato LGTB así como una Ley integral de transexualidad, pero diputados de la oposición como la socialista Carla Antonelli, también transexual, denuncia que no se están tomando medidas contra las agresiones LGTBIfóbicas.
Por Lourdes Velasco.
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