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La guerra por el voto de la derecha lleva a Ciudadanos a acusar al PP de “asumir el discurso de los separatistas”

Rivera, haciendo campaña en Catalunya contra los lazos amarillos.

Carmen Moraga

Se acabó la tregua que aparentemente se habían dado Ciudadanos y PP. La indisimulada disputa por el voto del electorado de derechas en la que están inmersos desde la caída de Mariano Rajoy y la llegada de Pablo Casado a la presidencia del partido conservador ha provocado el primer choque de trenes importante entre ambas formaciones políticas. La ruptura se ha producido por la crisis abierta en Catalunya, uno de los asuntos en los que hasta ahora habían ido de la mano manteniendo sin fisuras el mismo discurso, y ha llevado al partido de Albert Rivera a acusar a la formación que preside Pablo Casado de “asumir el discurso de los separatistas” por criticar la campaña puesta en marcha por Ciudadanos para retirar lazos amarillos de las calles catalanas.

La decisión de Albert Rivera de protagonizar personalmente, junto a Inés Arrimadas, esa campaña de recogida de lazos y el endurecimiento de la ofensiva contra los independentistas lograba esta semana centrar de nuevo el foco en Ciudadanos.

Sin embargo, el fracaso de la concentración en apoyo a Lidia, la mujer agredida en Barcelona, y el ataque que sufrió durante el acto un cámara de Telemadrid por parte de algunos asistentes –que según insiste el partido naranja eran “infiltrados”– ha terminado por volverse en contra de Rivera, a quien las duras críticas por la tensión que está generando esta estrategia le han llovido de todas partes.

Los ataques han llegado desde el PSOE y Unidos Podemos, y tertulianos. Pero también desde el propio PP, cuya portavoz parlamentaria, la catalana y exministra Dolors Montserrat, decidió acudir a la manifestación siendo abucheada e insultada también por algunos asistentes. La situación molestó a los populares. Al día siguiente, su líder en Catalunya, Xavier García Albiol cargó con dureza contra Rivera, al que exigió que explicara esos ataques y por qué había personas en la concentración “con banderas de simbología nazi y de extrema derecha”.

La escasa simpatía de Albiol por el líder de Ciudadanos ya se puso de manifiesto durante la campaña catalana. “Es frívolo y poco fiable. Su objetivo es destruir al PP”, llegó a decir. La pugna entre los dos partido en aquellas elecciones autonómicas fue encarnizada y acabó dejando al PP con una exigua representación en el Parlament. La abrumadora victoria de Inés Arrimadas escoció a Albiol, quien, pese a todo, sigue liderando –de momento- el partido en Catalunya.

El cambio de opinión del PP

Ante la polémica que los de Rivera han generado con su campaña de retirada de lazos, el partido conservador se ha apresurado rentabilizar la situación. Hace unos días el secretario general del partido, Teodoro García Egea, se manifestaba a favor de quitar esos lazos amarillos de las calles, pero ahora los conservadores han cambiado de opinión y se han desmarcado de esa idea.

Este viernes, el vicesecretario de Organización del PP, Javier Maroto, criticaba con inesperada dureza a Rivera afirmando que “un político tiene que arbitrar las leyes para evitar que se pongan lazos y proteger a los que de forma voluntaria los quieran quitar”, pero no hacerlo él personalmente. Además, remachaba que “un político que aspire a la Presidencia del Gobierno” debe ser “parte de la solución y no del problema”. “Si el mensaje es hagan todos como yo, se puede buscar una confrontación”, decía.

Sus manifestaciones contrastan no solo con las de García Egea, sino también con las que días atrás realizaba Cayetana Álvarez de Toledo, exdiputada del PP y patrona de FAES –donde ha trabajado Casado durante años al lado de Aznar–, que junto con otras voces, como la del periodista Arcadi Espada, animaron a Rivera a implicarse en la retirada de lazos. El líder Ciudadanos decidió hacerles caso. Y ahora desde el PP se lo recriminan y afean al considerar que está generando mayor tensión entre la ciudadanía.

Desconcierto y enfado

En el partido de Rivera las arremetidas de los populares han caído como un jarro de agua fría y han creado desconcierto. La contestación no se ha hecho esperar. El secretario general, José Manuel Villegas, se lanzaba este viernes contra los conservadores llegándoles a acusar de asumir “el discurso separatista” en Catalunya por decir lo mismo que ellos: “Que los que defienden la legalidad son los que provocan el conflicto”. “Nos sorprende que líderes del PP asuman el discurso separatista diciendo que son los que defienden la legalidad los que provocan la confrontación”, lamentaba.

Según Villegas, este tipo de actitudes han provocado que el PP “esté desaparecido”, “sea un partido residual” y “no sea ya un referente para nadie” en Catalunya. “Son los mismos complejos que también ha demostrado tener el PSC”, sentenciaba el número dos de Rivera.

En el partido naranja insisten en llamar a la unidad de los partidos constitucionalistas y reiteran que sus “enemigos” deben ser los “separatistas”, contra los que hay que “ser firmes”. “Y eso es lo que está haciendo Ciudadanos”, zanjan.

Más motivos para la confrontación

Todo apunta a que esta escalada dialéctica entre los dos partidos va a ser el principio de una dura pugna por distanciarse también en otras materias con la vista puesta en las elecciones municipales, autonómicas (andaluzas también) y europeas de 2019.

Aunque siguen manteniendo coincidencia en muchos asuntos –como en inmigración o en la postura sobre la exhumación de Franco–, al partido de Rivera le interesa ahora marcar las diferencias con el PP en otros temas.

Uno de ellos va a ser la gestación subrogada cuyo debate Ciudadanos quiere llevar en septiembre al Congreso. El PP la rechaza. Hace un año, el entonces portavoz en el Congreso, Rafael Hernando, afirmó que su grupo parlamentario era “absolutamente contrario a que se pueda usar de forma mercantil el vientre de una mujer”. “Estamos rotundamente en contra de la mercantilización de la maternidad por parte de nadie”, insistió.

También existen diferencias entre Ciudadanos y PP respecto a la eutanasia. Casado se opone radicalmente mientras Rivera dio su apoyo recientemente a la toma en consideración de la ley impulsada por el PSOE pese a que en un principio su apuesta era la aprobación de una ley de muerte digna.

Ante el aborto ambos partidos mantienen asimismo sus diferencias. El líder de Ciudadanos no se ha opuesto a la actual regulación de la interrupción del embarazo ni ha reclamado modificaciones a la reforma que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Casado en esto es nítido: “No al aborto. El derecho a la vida es sagrado”, ha señalado en varias ocasiones apostando por volver a cambiar la ley como intentó sin éxito el exministro de Justicia Alberto Ruíz Gallardón.

Otro asunto en el que habrá choque de trenes va a ser en la eliminación de los aforamientos de los políticos. Rivera no consiguió que saliera adelante con Mariano Rajoy, pese a ser una medida que estaba incluida en el pacto de investidura. Y tampoco va a lograr acordarlo con Casado. Y menos ahora que el nuevo líder del PP está pendiente de la investigación que los tribunales abrieron sobre su máster.

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