“Si salimos a apoyar a Cifuentes, porque salimos; y si no lo hacemos, porque no lo hacemos”. Con esta frase resume un dirigente del PP la difícil situación que atraviesan en la semana clave para el futuro del poder al frente de la Comunidad de Madrid. El PP no consigue colocar ningún mensaje, a la espera de que se aclare la principal incógnita política del inicio de la primavera: cómo y cuándo dejará Cifuentes su despacho en el Palacio de Correos.
Pablo Casado, vicesecretario de comunicación del PP, ha escenificado este lunes la dificultad de su partido para responder a las preguntas más evidentes. El dirigente del PP no ha sabido explicar si su formación ha decidido ya entre las dos únicas opciones que se le presentan por delante: perder solo a Cifuentes o perder a Cifuentes y también el gobierno de Madrid.
Agarrado al argumento de que “no hay nada nuevo”, el PP intenta salvar los días que les quedan hasta la fecha límite del 7 de mayo, momento para el que la moción de censura debería haberse celebrado.
En Génova echan cuentas para concluir que, como tarde, el próximo 30 de abril, la presidenta de la Asamblea de Madrid debería poner la fecha exacta para la moción de censura. Hasta que eso suceda, los consevadores intentan esquivar el asunto Cifuentes, con el objetivo de generar una agenda propia que les permita ponerse ante los micrófonos.
Mientras tanto, la consigna es evitar el polémico asunto. Tras la reunión de los vicesecretarios del PP, Casado ha explicado que el caso Cifuentes no había ocupado ni un minuto del debate que cada lunes celebra la dirección de la formación política. La decisión está ya en manos de la única persona con poderes para exigir una dimisión: Mariano Rajoy.