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El discurso imposible de Felipe VI

El rey tiene sobre la mesa un discurso imposible. La decisión de Rajoy de convocar elecciones para el 20D ha complicado sobremanera el discurso navideño que el monarca ofrece por televisión cada año. Las palabras de Felipe VI deberán ser medidas para que nadie interprete injerencia alguna en la complicada situación política que ha generado el resultado electoral.

Cualquier referencia al diálogo entre las fuerzas políticas pasaría sin mayor problema en los discursos de cualquier otra Navidad. En 2015, sin embargo, una referencia de este cariz podría ser interpretada como si el rey estuviese haciendo un llamamiento a coaliciones o pactos.

En Zarzuela han dejado abierto hasta el último minuto el discurso del monarca. Se pretende, según fuentes de Palacio, adaptar las palabras del rey a la nueva situación política y evitar ambigüedades. El objetivo de los asesores del rey es evitar una lectura política en el discurso. Sin embargo, en esta ocasión la media distancia es prácticamente imposible.

El rey es el encargado por la Constitución de proponer un candidato para someterlo a investidura en el Congreso. Podría incluso proponer a alguien que no se haya presentado a los comicios, en la línea de la propuesta de Podemos de un independiente para dirigir el Gobierno. Lo más probable es que Zarzuela impulse la investidura de Rajoy pero no es seguro que siga haciendo propuestas si el del PP fracasa en su intento de evitar una mudanza en Moncloa.

Por todo ello, las palabras navideñas del monarca serán leídas con el microscopio. Nunca antes tuvo el monarca que tomar decisiones en un escenario tan ajustado y nunca tuvo que dar un discurso en medio de esas decisiones.

Además, Casa Real llega a la navidad con nuevas complicaciones legales a la vuelta de la esquina. El 11 de enero, la Audiencia de Palma inicia el juicio por el caso Nóos que sentará a la infanta Cristina en el banquillo de los acusados.

Con todo eso llega el rey a un discurso navideño en el que parece casi imposible no cruzar los territorios de la política que la monarquía nunca antes había cruzado. Un discurso imposible.