Ana María votó ilusionada en las últimas elecciones generales, lo hizo como si fuera la primera vez, aunque nació en 1925 y en su vida ha dado muchas vueltas: emigró a Brasil, se divorció y fue premiada como la mejor vendedora de los grandes almacenes en los que trabajaba.
Pero hoy Ana María ya no puede caminar sola, así que ante una jornada electoral debe esperar a que su hijo vaya a por ella y la saque de la residencia en la que vive para recorrer los 100 metros que le separan del colegio electoral en el que ya votó por primera vez en 1979, en las elecciones municipales de Madrid donde votó a Tierno Galván. “Jamás he faltado a la cita, y me ilusiona muchísimo”, comenta Ana María.
Tiene la percepción de que los vecinos de su residencia no son de su cuerda. Considera que las ancianas con las que conversa son de derechas o de ultraderecha. No en vano vive en una de las mejores residencias de Madrid, y en un barrio en el que los datos de las últimas elecciones generales situarían al PSOE como la tercera fuerza política seguido de Vox por solo cuatro puntos. “Yo vengo de una familia de derechas, pero siempre he votado a la izquierda”, explica Ana María.
Al otro lado del tablero, apenas sacando ficha para jugar, hablamos con Sandra que con 19 años acaba de estrenar su derecho al voto en las elecciones generales y se prepara para votar en el súper-domingo de municipales, autonómicas y europeas. Estudia interpretación y se identifica con los nuevos movimientos sociales que ha liderado la juventud: la ecología, el animalismo y el feminismo.
Sandra lamenta no haber podido empezar a votar antes. “Quien está dispuesto a votar a Vox lo haría a los 16 y a los 18, pero si sabemos que vamos a poder votar antes, también podríamos interesarnos antes por la política e informarnos más para defender nuestra educación y lo que nos importa”, reflexiona Sandra.
Ana María vota con ilusión, ante la pregunta de cuál cree que es el mayor problema de España se emociona y pide un futuro mejor para los jóvenes, donde haya trabajo y libertad. 74 años separan a estas dos mujeres, y parecen estar de acuerdo en lo fundamental: votar es emocionante.