La jueza desmonta las excusas de Cifuentes para justificar que hizo el TFM
Cuando se publicó la primera información del máster, el pasado 21 de marzo, Cristina Cifuentes ni podía atisbar que meses después iba a tener que declarar en los juzgados de Plaza de Castilla en Madrid. Cuando se acercó ese día trató de evitarlo por todos los medios a su alcance, pero finalmente el 23 de julio tuvo que sentarse ante la jueza. Carmen Rodríguez-Medel no se creyó ninguna de las excusas que dio para tratar de hacerla creer que hizo su Trabajo de Fin de Máster (TFM), pero que no conservaba ninguna prueba de ello.
Así lo hace constar la magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid en el auto por el que este miércoles ha dado por finalizada la investigación del caso Máster. Rodríguez-Medel lo ha concretado en su escrito de diez páginas en el que no solo deja patente que no cree el relato de la expresidenta madrileña. También relata que fue Cifuentes quien instigó la falsificación del acta sobre su TFM con el que trató de sobreponerse a las informaciones de eldiario.es sobre su posgrado que amenazaban durante aquellas primeras semanas su carrera política.
La jueza dedica ahora algunos párrafos de ese auto a desmontar la tesis que defendió Cifuentes durante su declaración. La presidenta, que había dado su versión en algunos medios de comunicación y en la Asamblea de Madrid, trató de no hacerlo en la sala de declaraciones de Rodríguez-Medel, que hasta el momento se había mostrado implacable en la investigación.
Cifuentes primero trató de llevar su caso al Tribunal Supremo, el mismo que luego archivaría la parte de la investigación contra el líder del PP, Pablo Casado, por un máster parecido. La jueza lo rechazó argumentado que la ya expresidenta no gozaba de aforamiento y que, en cualquier caso, era la propia magistrada la que decidiría cuando elevaba la causa al Alto Tribunal.
El día marcado para su declaración, el 26 de junio, Cifuentes no se presentó. Su defensa, ya con todo el mundo dentro de la sala, alegó que estaba enferma. La jueza envió a un médico a su casa para comprobarlo y luego pospuso la declaración para el 23 de julio.
Las fechas no cuadran y no hay agenda
En esa segunda citación, Cifuentes entró por el garaje, con escolta, y con la seguridad de que en el pasillo no se iba a encontrar a ningún periodista. La seguridad del edificio les había expulsado. Por fin frente a la jueza declaró que hizo el TFM y lo presentó el 2 de julio de 2012. Rodríguez-Medel no se lo cree.
Según la jueza, para cumplimentar ese trámite tenía que haber completado antes todas las asignaturas, tal y como rige la normativa académica. No era el caso de Cifuentes. El auto señala que la expresidenta pidió matricularse para hacer el TFM en octubre de 2012 y pagó las tasas en noviembre. Según el relato que hizo la expresidenta abonó la matrícula para presentar ese trabajo meses después de haberlo defendido ante un tribunal.
Cifuentes dijo que había comprobado en marzo en su agenda oficial -en ese momento era delegada del Gobierno- que el 2 de julio de 2012 tenía marcada la cita con el tribunal de su máster. Otra versión que la jueza desmiente después de haber pedido esa agenda a la Delegación de Gobierno. La institución contestó que no se conservaba, dado el tiempo transcurrido. Es decir, que Cifuentes tampoco podía haber comprobado ese extremo.
“En definitiva, sus alegaciones exculpatorias sobre este particular quedan desvirtuadas por la contestación recibida desde la Delegación del Gobierno en cumplimentación del oficio remitido”, remata la jueza.
“No parece verosímil” que no usaran el mail
Cifuentes también le contó a la jueza que enviaba a Enrique Álvarez-Conde, el director de su máster, los borradores de su trabajo en copias manuales a través de un mensajero y no por mail porque le resultaba “más cómodo”. Ademas, dijo que manejaba solo copias impresas porque hacía correcciones a mano sobre ellas con varios colores. Así se lo contó a la jueza cuando le preguntó si es que no conservaba, como sus compañeros de promoción, ninguna de esas copias en su mail. La magistrada no se cree esa versión.
“No parece verosímil que en 2012 obviaran esta forma de comunicación (tan ágil, sencilla, rápida, accesible) y fuera todo manual (además de no resultar convincentes las alegaciones que hizo la investigada relativas a que por costumbre ella corrige en papel y en colores, cuando en el caso que nos ocupa las correcciones no las hacía ella, sino teóricamente correspondía hacerlas al profesor Sr. A.C. -Álvarez Conde-)”, escribe Rodríguez-Medel.
Cifuentes también alegó en su declaración que no conservaba la copia final del TFM. Esgrime que se ha mudado varias veces de casa y que quizá se encontraba en una de las cajas que aún tenía por abrir. Una tesis que también había desplegado en sus comparecencias públicas. La jueza no se cree tampoco esta excusa y concluye que no hizo el TFM: “No resultaron creíbles las manifestaciones de la investigada relativas a que efectivamente hizo el trabajo y lo defendió públicamente ante un tribunal”.