Todos los intentos de Feijóo para presentarse como un candidato presidenciable

Aitor Riveiro

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Alberto Núñez Feijóo quería ser el primer líder de la oposición, es decir sin cargo gubernamental, que visitara en solitario a las Fuerzas Armadas españolas desplegadas en el extranjero en una misión activa. La imagen del líder del PP saludando a las tropas en Letonia, donde la OTAN hace frontera con Rusia, en pleno aniversario de la invasión de Ucrania le podría conferir al rival de Pedro Sánchez la imagen presidencial que busca desde que aterrizó en la política nacional en abril de 2022.

El de Letonia es el último ejemplo. El PP lo anunció el martes, poco después del discurso en el que el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguraba que no tiene intención de perder la guerra en Ucrania. Las tropas españolas en el país báltico están desplegadas bajo mandato de la OTAN en una misión de paz.

Letonia es uno de los países que el presidente Sánchez ha visitado en el último año. Allí visitó a las tropas españolas y ofreció una rueda de prensa conjunta con otros mandatarios de la OTAN, como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

La foto de Sánchez con los militares españoles es la misma que quería hacerse Feijóo. Pero es una imagen inédita en España. Nunca ningún líder de la oposición ha visitado a tropas en el extranjero en solitario. Tal y como recordaban el martes fuentes gubernamentales, a las Fuerzas Armadas desplegadas solo las visita el presidente del gobierno, los ministros de Exteriores y Defensa y, en algunos casos, una comisión parlamentaria.

En una de esas misiones parlamentarias podría haber intentado colarse Feijóo como senador y presidente de su grupo. Pero el líder gallego quería esa foto en solitario. Una imagen imposible. El Ministerio de Defensa le dijo que lo que pedía no podía ser, y el PP señaló al Gobierno por vetar algo que nunca ha ocurrido. En una nota de prensa, sin embargo, el partido de Feijóo señaló como “insólita” la negativa. Y lanzó dos ideas. La primera, que la petición contaba “con el visto bueno de los mandos de la OTAN”. “Cuenta ya con el respaldo de las autoridades competentes de la Alianza Atlántica”, insistía la nota. La segunda idea: que había un “entendimiento inicial” con Defensa que Moncloa cortocircuitó.

elDiario.es se puso en contacto con la OTAN por diferentes vías, sin que nadie pudiera confirmar ningún tipo de comunicación desde el PP con la organización para hacer este viaje, que debería contar obviamente con el permiso de las autoridades de la Alianza. En cuanto a Defensa, la ministra Margarita Robles dijo: “Ellos saben que quienes están en Letonia están en una misión de paz muy arriesgada y complicada”.

Desde el Gobierno añadieron que no constaba ninguna gestión ante la Embajada de España en Riga ni ante la OTAN, una gestión que, según fuentes del PP, recayó en Esteban González Pons.

Este miércoles, el PP ha insistido. En otra nota de prensa, han informado del envío de una carta a Defensa firmada por la directora del gabinete de Alberto Núñez Feijóo, Marta Varela, en la que pide una fecha cualquiera para acudir a Letonia “a efectos de que podamos ponerlas en común con el primer ministro letón para cerrar una agenda definitiva”. Y concluye: “No parece razonable impedir que el líder de la oposición vaya simplemente a reconocer y agradecer el trabajo de las tropas de nuestro país. Lo partidista sería prohibirlo”.

El propio Feijóo mostró su disconformidad con la negativa de Defensa en un mensaje en su cuenta de Twitter.

A esa nueva misiva no ha habido respuesta oficial, pero todo apunta a que Feijóo se quedará sin su foto con los soldados españoles en Letonia. Además, en el PP han dejado de insinuar que en Defensa les dijeron que “en año electoral” no habría viaje.

Declaraciones institucionales, banderas y el escudo de España

La idea se suma a otros intentos del PP de elevar el estatus de su candidato. De convertirle a él, y a los dirigentes que nombró, en algo más que representantes de la dirección del partido.

El pasado mes de noviembre el Gobierno de coalición anunció una reforma del Código Penal que incluía la derogación del delito de sedición. Feijóo, de viaje en Latinoamérica, voló a Madrid y aterrizó un viernes. Esa misma tarde, convocó a los medios de comunicación y leyó un comunicado del PP con su postura ante la reforma que intentó revestir de un aire formal llamándolo “declaración institucional”.

Un significante que suele aplicarse a quienes ocupan cargos institucionales: desde el presidente del Gobierno o de una comunidad autónoma a un alcalde, presidente de cámara de representantes, etcétera. La escenografía de ese 11 de noviembre estaba pensada: un atril, dos banderas (la de España y la de la UE) y el logo del PP, en pequeño. Feijóo llegó, leyó el comunicado y se fue sin aceptar preguntas.

El PP ha usado otros símbolos oficiales para intentar revestir la imagen de su líder de un aura presidencial, o al menos para intentar asimilarlo a Pedro Sánchez y separarlo del resto de dirigentes políticos. Feijóo ha repetido en múltiples ocasiones su querencia por el bipartidismo y por regresar a un reparto del poder en España como el que existió hasta 2014. Un marco en el que no tiene que competir con nadie por ser líder de la oposición.

Lo hizo, por ejemplo, con el escudo de España y el documento con propuestas económicas que remitió a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en el marco de uno de los reales decretos ley para paliar los efectos de la crisis provocada por la guerra de Ucrania. O en otro documento con medidas para desatascar la renovación del CGPJ, que el PP mantiene bloqueado desde hace casi un lustro.

Incluso Feijóo se fue al Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, donde en 1812 se firmó la primera constitución española, la conocida como la Pepa. Allí presentó en solitario su Plan de Calidad Institucional (otra vez, con las banderas a su espalda). Luego, también él solo, lo firmó.

Nadie más lo ha firmado hasta ahora, pero la intención aquel día era, además de comunicar una serie de reformas políticas que el PP desea, ofrecer la imagen de Feijóo más allá de su figura como senador o como presidente del PP. Dos atributos que los estrategas que le asesoran quizá no vean suficientes para competir con Pedro Sánchez en las elecciones previstas para final de año.