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CRÓNICA

La izquierda sufre para mostrar un frente común: la historia que sorprenderá a nadie

Pablo Iglesias en el acto de cierre de la Uni de Otoño de Podemos.

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Pablo Iglesias no dejó un vacío tras él cuando abandonó el Gobierno en marzo de 2021 para presentarse a las elecciones de Madrid. En ese mismo instante, presentó a Yolanda Díaz como su futura sucesora al frente de las listas electorales de Unidas Podemos: “Creo que digo algo que sienten millones de personas de izquierdas en toda España si digo que Yolanda Díaz puede ser la próxima presidenta del Gobierno”. El paso dado era algo más que llamativo. Díaz no formaba parte de la dirección de Podemos, porque ni siquiera era militante del partido.

A la izquierda no le gana nadie a la hora de innovar en política. Los resultados no siempre están a la altura.

Veinte meses después, ese entusiasmo se ha diluido bastante, porque los planes de la vicepresidenta no coinciden con los de Podemos. No es necesario aquí poner énfasis en las diferencias personales, un aspecto que nunca es menor en política.

En el acto de cierre de la Uni de Otoño de Podemos, Iglesias se mostró con la intensidad que le caracteriza en público cuando quiere dejar claro que está muy cabreado. Fue todo un mitin y un cierre de filas en una época en que las encuestas no sonríen al partido. Iglesias fue el último orador del acto, como si todavía fuera el líder. La secretaria general, Ione Belarra, está de baja maternal, aunque pudo acudir al acto como espectadora.

“No hay discurso más reaccionario que el que dice que el problema son los partidos”, dijo Iglesias, que exigió “respeto” para Podemos y sus militantes. Lo que quiere decir que él cree que alguien le está faltando el respeto ahora mismo a su partido. “Los millonarios no necesitan partidos políticos”, dijo después.

Díaz ha mostrado de distintas formas su escaso interés en viejos y nuevos partidos. Dice ser consciente del cansancio y “desafección” que causan entre los votantes de izquierda (a los de derecha no se les ve muy preocupados). “Sé que la política os ha dejado atrás”, dijo en el primer acto de presentación de la plataforma Sumar en julio. Era ya una forma de marcar distancias con Podemos.

En la rueda de prensa semanal, los portavoces de Podemos insistieron el lunes en una idea ya conocida. Quieren “una coalición entre Podemos y Sumar”, dijo Javier Sánchez, con espacio libre para otras organizaciones de izquierda. No se puede negar que es un escenario en el que Podemos jugaría con ventaja a la hora de ocupar las mejores posiciones de las listas electorales.

Las ideas de Yolanda Díaz son muy diferentes. En un plano general y sin entrar en detalles, porque aún no ha confirmado que vaya a ser candidata. En una entrevista en este diario en septiembre y a la pregunta de si estaba a favor de una coalición Podemos-Sumar, la ministra de Trabajo respondió negativamente: “No va de suma de siglas”.

Todo tiene un aire muy confuso. Los portavoces de Podemos dijeron el lunes que “cuando Yolanda Díaz termine de organizar su partido político”, escucharán su propuesta. Pero Díaz afirma que no está montando ningún partido: “Lo que no estamos haciendo es un partido ni estamos hablando ahora de un proceso electoral”.

Iglesias dijo este fin de semana que hay quienes esperan que a Podemos le vaya mal en las elecciones municipales y autonómicas, porque eso significa que a una candidatura distinta de la izquierda, se supone que encabezada por Díaz, le irá mejor en las generales. “Hay que ser estúpido” para pensar eso, dijo. Estúpido o bastante despistado. Es improbable –o de un optimismo desaforado– pensar que esa hipótesis beneficiará a la vicepresidenta.

Si ese resultado es especialmente malo en comunidades con gran peso demográfico, como la valenciana o la andaluza, y se une a un mediocre resultado del PSOE en esos lugares, las posibilidades de una remontada en las generales se difuminan hasta confluir en la nada.

La popularidad personal de Díaz es alta en las encuestas; en algunas aparece casi a la altura de Sánchez. Son datos tan reales como engañosos. Muchos votantes socialistas le dan una nota muy alta y es posible que al final sigan votando al PSOE, como hicieron en anteriores comicios. Puedes puntuar muy bien a un político de otra formación y luego seguir eligiendo la papeleta de tu partido de siempre.

Muchos votantes de Podemos creen que las informaciones sobre la situación actual del partido proceden de un complot mediático destinado a minar al partido, como también lo pensaban cuando se produjo el cisma entre Iglesias y Errejón, que al final resultó ser muy real. Una repetición de la guerra sucia contra Podemos en las pantallas televisivas y las conspiraciones promovidas en el Ministerio de Interior, una historia muy real de la que ha informado este medio en numerosas ocasiones.

El exvicepresidente incidió en ello el fin de semana cuando denunció que se busca una “izquierda domesticada” que no cuestione el sistema económico y que “no será perseguida por las cloacas y no será tratada de forma negativa por la progresía mediática”.

Sin embargo, no se puede obviar el historial de conflictos dentro de la izquierda en los últimos años. La lista no es corta. Los recelos u hostilidad de Izquierda Unida hacia Podemos en 2014 y 2015 durante la etapa de Cayo Lara. La candidatura errejonista contra la dirección del partido en Madrid. El enfrentamiento entre Iglesias y Errejón en Vistalegre 2 que acaba con la huida del segundo. Las discrepancias en las direcciones regionales que provocan la intervención directa de Podemos con el cese de portavoces parlamentarios. Los anticapis de Teresa Rodríguez en Andalucía que forman un nuevo partido. El reciente desastre de Andalucía que impidió la formación de una coalición de izquierdas que incluyera a Podemos. El cese del líder del PCE, Enrique Santiago, como secretario de Estado, a causa de ese conflicto.

Demasiada crónica de sucesos, ¿no?

Varias noticias sobre las palabras de Iglesias en la Uni de Otoño daban por hecha la ruptura de Podemos con Yolanda Díaz. El lunes por la noche, Pablo Iglesias decidió eliminar cualquier ambigüedad y explicó con claridad las razones de la separación, aún no definitiva. En la tertulia de Hora 25 de la Cadena SER en la noche del lunes, dijo que a quien exige respeto es a Yolanda Díaz. “Respétanos, que nos hemos ganado ese respeto en este país, que nos han machacado como a nadie, que gracias a la militancia de Podemos hay un Gobierno de coalición con Unidas Podemos dentro. Que lo que has hecho en el Ministerio de Trabajo, que es histórico, es gracias a que existió un partido que te defendió como ministra de Trabajo”, dijo el exvicepresidente.

Es obvio que Iglesias está política y personalmente dolido con Díaz. En privado, la ministra de Trabajo se expresa en términos parecidos sobre su falta de confianza en el exlíder de Podemos.

Iglesias tiene una fecha para describir el inicio de su distanciamiento: noviembre de 2021, cuando Díaz invitó a un acto en Valencia a Mónica Oltra, Ada Colau y Mónica García. “Había muchos militantes de Podemos en ese acto que era cómo… pero compañera, te hemos hecho vicepresidenta, te hemos hecho ministra, ¿por qué no está Ione Belarra a tu lado?”, dijo en la SER.

Iglesias insistió en que Díaz sería “la mejor candidata” para unas elecciones generales, pero no descartó que no lo sea. En primer lugar, porque ella no ha querido confirmarlo, una situación que arroja una sombra permanente de duda sobre sus planes futuros. Pero además porque Iglesias sostiene que “hay un discurso mediático en muchos sectores progresistas que ven la candidatura de Díaz como una excelente oportunidad para destruir definitivamente a Podemos”.

En definitiva, reclamó a Díaz que se ponga las pilas y concrete sus planes diciendo con quién pretende ir a las elecciones, algo que ella de momento no ha dado muestras de querer hacer de inmediato. Con un aviso: “Yolanda es una gran dirigente, pero Sumar de momento no tiene militancia en los territorios ni tiene nada”.

Es un lugar común en política decir que los votantes tienden a castigar a los partidos y coaliciones que padecen fuertes divisiones internas. Por castigar, hay que entender no votarles en la siguiente cita en las urnas.

En ese sentido, no es aventurado afirmar que si este conflicto o como se le quiera llamar acaba provocando un divorcio irreversible entre Podemos y Yolanda Díaz, la derecha habrá ganado las elecciones en ese momento. Luego habrá que celebrarlas por imperativo legal y aparentar que todo es muy emocionante, pero el resultado estará cantado.

Eso debería ser un incentivo para no perder la cabeza. Es sabido que poner en marcha nuevas organizaciones de izquierda o construir acuerdos entre las existentes es un proceso lleno de obstáculos. Informar sobre ello no es menos complicado. Pero llega un momento en que hasta el chiste del Frente Popular de Judea empieza a perder la gracia.

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