Mariano Rajoy duerme el debate de investidura
Sin sudar la camiseta. Rajoy se ha presentado al debate de investidura con la desgana de quien sabe que se le viene encima una derrota y sin poner sobre la mesa un plan de Gobierno para los próximos cuatro años. De las palabras del candidato conservador solo se puede sacar una conclusión: el PP da por perdido este intento, se ha rendido en su estrategia de presionar al PSOE y piensa ya en unas terceras elecciones.
El candidato popular ha obviado en todo momento la presencia de Pedro Sánchez en el hemiciclo. Tras un verano entregado a la presión sobre el PSOE, ahora el líder del PP ha salido del trámite parlamentario sin nombrar ni una sola vez al portavoz socialista para pedirle lo que los populares y su entorno llevan semanas exigiendo.
Durante el discurso de Rajoy nadie se ha movido en los pasillos. No se ha visto a ninguno de los portavoces populares buscando los seis votos que les faltan para lograr la investidura. No hay constancia de reuniones ni negociaciones entre telas. Nada.
La sorpresa por el sopor que Rajoy ha traído al debate se ha extendido también entre los socios de Rajoy. Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos, quien también se ha entregado durante las últimas semanas a esa estrategia de presión al PSOE, ha dejado ver cierta decepción con sus nuevos socios del PP: “No acabamos de entender como a pesar de faltarle seis votos o unas cuantas abstenciones no haya habido ni una sola referencia al PSOE para pedir una abstención aunque sea parcial”.
El miedo a la economía
En este contexto, el líder del PP ha optado por apoyar su candidatura en el miedo. La situación económica, Cataluña o el caos que según Rajoy representa la ausencia de alternativa han sido los tres soportes sobre los que ha apoyado esa estrategia.
“Demasiadas decisiones económicas aguardan cautelosas el rumbo que emprendamos y con ellas, otras tantas inversiones de capital, iniciativas empresariales, ofertas de empleo que no quieren arriesgarse hasta desvelar qué pasará en España”.
Las palabras “urgente” y “urgencia” han sido utilizadas hasta la saciedad por un Mariano Rajoy que ha vuelto a reclamar la necesidad de que su presidencia pueda desbloquear la puesta en marcha del debate de presupuestos: “Les recuerdo que casi 14 millones de personas reciben algún tipo de prestación pública en nuestro país todos los meses. De los presupuestos dependen esas prestaciones”, ha advertido.
“No hay alternativa razonable”
Según Rajoy, no hay en el arco parlamentario otra posibilidad de acuerdo que el que él mismo lidera apoyado en Ciudadanos y Coalición Canaria: “No hay alternativa razonable”, ha señalado en varias ocasiones.
El candidato del PP ha dedicado parte de su discurso a valorar la posibilidad de otras alternativas que todavía nadie ha puesto sobre la mesa. Para Rajoy otros entendimientos solo conducirían a “un modelo de gobierno de mil colores, radical e ineficaz”. Otra vez el miedo.
“Dos minutos para la corrupción”
Ha habido que esperar cincuenta minutos para que Rajoy abordase el tema de la corrupción al que apenas le ha dedicado un par de minutos: “La corrupción se persigue hoy más que nunca y los castigos son los más elevados que se han conocido”.
En sus palabras no ha habido ni una sola referencia a los problemas judiciales en los que se encuentra su partido y ni siquiera ha citado su disposición a aceptar una comisión de investigación parlamentaria sobre la financiación irregular del PP. De hecho, llegó a vincular la regeneración democrática con que gobierne la lista más votada.
Tan entregado a la derrota se ha presentado el candidato popular que para protegerse de las hemerotecas o del diario de sesiones decidió no citar los aspectos más espinosos del acuerdo que le ha permitido llegar a la sesión plenaria con 170 votos a favor. Siguen faltándole seis para mantenerse en La Moncloa.