El modesto literato José Luis Rodríguez Zapatero: “Me siento un intruso hablando de Borges”
José Luis Rodríguez Zapatero ha escrito un libro de literatura. Al expresidente del gobierno socialista entre 2004 y el 2011 el ejercicio le ha dado un poco de corte. “Me siento un intruso”, se disculpó esta tarde en la presentación de 'No voy a traicionar a Borges' (Editorial Huso), donde reflexiona sobre la obra del autor argentino y le profesa su admiración.
El acto de presentación se celebró en la sede madrileña del Instituto Cervantes, en un ambiente casi familiar, con un público de unas 80 personas en el que estaba el ministro de Cultura, Miquel Iceta, y el embajador argentino, Ricardo Alfonsín. Zapatero conversó con el director del Cervantes, Luis García Montero, “un poeta íntegro”, tras ser presentado por quien fuera encargada de cultura de su gabinete durante su etapa en Moncloa, la filósofa Marifé Santiago Bolaños. “Mi hada madrina de la literatura”, elogió el político socialista, que rápidamente se arrancó a leer fragmentos borgianos. De el arranque de El Aleph, repitió, entusiasmado, sus frases preferidas: “Candente mañana, imperiosa agonía, incesante y vasto universo, melancólica vanidad”, suspiraba, casi justificándose: “No sé si sienten ustedes lo que siento yo”.
Zapatero opina que en toda la erudición borgiana subyace el amor. “Es lo que estaba como último fundamento de su vida”, y aludió de nuevo a la obra más conocida del argentino: “El Aleph contiene el universo, pero lo que sobrevive es Beatriz Viterbo”.
El marcado conservadurismo de Borges y algunas de sus opiniones políticas más controvertidas nunca hicieron hecho mella en el amor de Zapatero por Borges. Si justificó a Pinochet, fue porque era antiperonista, interpreta. Los comentarios despectivos sobre Lorca, un desliz. “Nadie puede acusarlo de haber impartido una doctrina […] No es un hombre político, no le apasionaban las ideologías”, planteó el antiguo líder socialista, que aprovechó para abundar en su propia concepción de la política como debate sin planteamientos desabridos. “No me ha planteado una contradicción […] Forma parte de la apertura intelectual; el sectarismo es incompatible con la izquierda y con ser un buen demócrata”, dijo, amparándose en la opinión de otro referente literario, este sí muy de izquierdas: “Saramago dijo que era un gran humanista”.
Más desenvuelto conforme avanzaba el acto, Zapatero se permitió “la osadía” de comparar a Borges con Bach, y recomendó recurrir a ambos como receta ante los avatares de la vida. Admitió, provocando risas en el público: “Los que me conocen saben de mis limitaciones; llegué a Bach a través de Sonsoles”, en referencia a su esposa, Sonsoles Espinosa. Después sugirió que en poemas como 'Heráclito', 'Las causas' o 'El tiempo', Borges hace “una moción de la censura a la novela”, frase que llevó a carraspear un poco a García Montero. “Yo no me atrevería a decir eso”, replicó.
“Tanto importa Borges en mi vida que Argentina es el país que más me gusta después de España”, bromeó el expresidente, que insistió en la necesidad de “refutar el etnocentrismo y reconocer lo que hay más allá del Atlántico”. También comentó, simpático, que al maestro las letras españolas no le hacían demasiada gracia. “Solo salva a Quevedo, no sé si por su condición de argentino”. García Montero cerró el acto con otro elogio: “Que un presidente del gobierno le haga una declaración de amor a la literatura hay que agradecérselo”.
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