El miércoles se anunció la reapertura de relaciones entre EE UU y Cuba tras 50 años de aislamiento. Juan Carlos Monedero, secretario de Proceso Constituyente y Programa de Podemos, saluda el paso dado por ambos países aunque llama la atención sobre el papel de EE UU en la región y lamenta la pérdida de peso de España en Latinoamérica, algo que su partido quiere corregir en caso de llegar al poder.
¿Qué le parece la decisión tomada por el presidente Obama?
Es positiva para el pueblo cubano y para Norteamérica porque rebaja su condición de gendarme mundial, que genera todo tipo de desastres. La decisión rebaja la tensión y va a ser positiva en ambos países.
¿Qué repercusión puede tener en el resto de Latinoamérica?
Hay una lectura muy importante: es un triunfo del pueblo cubano. Si Cuba no hubiera aguantado las tensiones que ha recibido, seguramente hoy estaría como Ucrania, Siria, Libia o Haití. El haber aguantado y haber reclamado su soberanía lanza un mensaje de que América Latina debe encontrarse a sí misma y, como escribió García Márquez, los cien años de soledad del continente se solventan reencontrándose.
En este sentido es importante la tarea del Vaticano, pero no porque sea el Vaticano, sino porque el Papa es argentino. Detrás hay algo que desde Europa no hemos entendido y es que Cuba era la dignidad del continente. Más allá de lo que la gente pensaba de su régimen, en América Latina se veía una pequeña islita que había sido capaz de decirle 'no' a EE UU.
Esta es la idea que está detrás de la creación de Unasur [Unión de Naciones Suramericanas], gracias a la cual América del Sur se encontró a sí misma y con capacidad de frenar golpes de Estado, hacer un tipo de comercio separado de los intereses de EE UU y se ha generado una unidad continental única en la historia. Y Cuba siempre ha sido como el referente simbólico de ese reencuentro.
¿Cuál cree que es la motivación de EE UU?
Han constatado que el bloque ha sido inútil. El bloqueo sobre Cuba lo entienden los norteamericanos, la gente de Miami y la extrema derecha española. No lo entiende nadie más. Es una forma de castigo injusta y que genera mucho dolor y que encima no consigue nada. También es cierto que Cuba ha ido abriendo posiciones y la Cuba de 2014 no es la de los años 90.
Comentaba antes la participación del Papa. ¿Habría sido posible el acuerdo sin él?
Es un intermediador que facilita a las partes asumir el acuerdo. El hecho de que se exponga que el Papa ha intermediado ayuda en ambos países a limitar las críticas. Sobre todo desde la perspectiva norteamericana, porque la extrema derecha norteamericana siempre ha utilizado de una manera muy hipócrita el caso de Cuba como el referente de la política exterior de EE UU.
Frente al papel activo del Papa destaca la ausencia de la UE y sobre todo de España, ¿cómo lo valora?
Nosotros, y te hablo como Podemos, queremos recuperar relaciones con el continente latinoamericano porque es donde tenemos una ventana de oportunidad. La capacidad de influencia de España en Bélgica o los países nórdicos es nula. En cambio, la relación especial que tenemos con América Latina nos da una fortaleza ante un mundo globalizado que inexplicablemente hemos perdido. Si hubiéramos sido capaces de mantener una relación especial con los países de América, nuestra situación sería más boyante.
Uno de los errores más cuestionables del PP en política exterior ha sido hacer política interior utilizando a Latinoamérica como excusa. Los ataques a Venezuela, a Bolivia y en su momento hasta a Lula [expresidente de Brasil] lo que hacían era alejar un continente que nos quiere más de lo que nos pensamos. No hay que olvidar que Aznar promovió el intento de bloqueo europeo a Cuba.
¿El proceso que ahora arranca permitirá que en el futuro haya elecciones en Cuba?
Si Cuba fuera capaz de garantizar un proceso electoral sin injerencias norteamericanas, habría dado pasos de apertura mucho antes. Pero cualquier paso en esa dirección implicaría un desembarco económico por parte de los EE UU para financiar a partidos políticos títeres. Y eso genera muchos problemas. No podemos pensar en América Latina en términos europeos. Antes de que llegase al poder Evo Morales, la CIA tenía su oficina en el Palacio de Gobierno; es como si EE UU hubiera tenido su Agencia de Seguridad en La Moncloa. Ven América Latina como su patio trasero.
EE UU ha dado este paso después de 50 años. ¿Cuánto falta para que se descongelen las relaciones con países como Venezuela, Bolivia o Ecuador?
Hay que recordar que hace cinco o seis años hubo un golpe de Estado en Honduras. Y en Paraguay. Y EE UU reconoció a ambos. Desde la perspectiva latinoamericana, EE UU va a seguir intentando socavar los regímenes que no son seguidistas de su política. Yo tampoco me hago muchas esperanzas al respecto. Se ha dado un paso que va a ayudar a que Cuba normalice su economía y su relación con el mundo, pero EE UU seguirá intentando construir gobiernos títeres. No se terminan los problemas.
Por otro lado es muy hipócrita ese marcaje férreo que se hace a los países que están intentando construir su propia soberanía, al mismo tiempo que se permite cualquier barbaridad a los que tienen buena parte de su país en manos del narcotráfico, como en Colombia y México. Llamaría a una reflexión en España: ¿vamos a seguir regalando esa ventaja comparativa que tenemos con un continente que nos siente hermanos en vez de utilizarla para situarnos internacionalmente de una manera sólida?