Tres semanas de negociaciones de PSOE y ERC: del “no” sin garantías a la mesa entre gobiernos que allana la investidura
Pedro Sánchez actuó con celeridad tras el 10N para cerrar un acuerdo con Unidas Podemos consciente de que el tiempo jugaba en su contra a la hora de aguantar las presiones para que mirara a su derecha para gobernar. El pacto para un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias solo le dejaba un camino: la abstención de ERC para que la investidura saliera adelante. Y con las mismas dosis de rapidez que de paciencia para que el entendimiento llegara a “buen puerto” el PSOE, conscientes de las dificultades de sus interlocutores para facilitarla esta vez, comenzó la negociación con los republicanos catalanes.
A diferencia de lo que pasó en el intento de investidura del pasado mes de julio, cuando una parte de ERC apostaba por una abstención “gratis” mientras otra era más reacia, en esta ocasión la dirección de Esquerra ha ido a la una en la búsqueda de una negociación con el PSOE. La consigna de los republicanos era clara: la aritmética electoral resultante del 10N era una “oportunidad histórica” tanto para el independentismo como para las izquierdas, pero hacía falta que el PSOE se moviera y aceptara una negociación “sincera”.
Tras tres semanas de negociación formal, PSOE y ERC están ultimando el acuerdo que allanará la investidura de Sánchez gracias a la abstención de los trece diputados republicanos. El entendimiento supondrá una mesa de gobiernos más allá de la comisión bilateral establecida en el Estatut y, si los republicanos catalanes dan el visto bueno definitivo, Moncloa activará la vía rápida para que la investidura se celebre antes de que acabe el año.
El secretario general del PSOE delegó en Adriana Lastra las conversaciones con ERC, que se han visto favorecidas por la buena sintonía con su homólogo, Gabriel Rufián. Ambos se sentaron por primera vez el 14 de noviembre y lograron abrir la puerta a las conversaciones que se han sucedido después. “Después de una primera toma de contacto la posición sigue siendo un no, ya que durante la conversación no ha habido indicio alguno de que el PSOE vaya a abandonar la vía represiva”, aseguraba la nota de los republicanos tras el encuentro.
Pero el primer guiño de Sánchez tardó apenas unos minutos en llegar. En su primera comparecencia tras las elecciones, con motivo de la presencia en España del presidente del Consejo Europeo, Sánchez habló por primera vez de “crisis política” en Catalunya dejando atrás la narrativa de una “crisis de convivencia” con la que atizó al independentismo durante la campaña electoral. El reconocimiento de la existencia de un “conflicto político” que más tarde ha aparecido en los comunicados de sendas organizaciones era una de las exigencias de ERC para sentarse a negociar.
ERC optó por justificar la negociación a través de una consulta a las bases: “¿Estás de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?”. El PSOE siempre consideró que la pregunta era suficientemente ambigua como para dar vía libre a la dirección republicana para negociar.
El partido independentista enumeraba cuatro objetivos: una mesa de negociación entre partidos, con un calendario, en la que se pueda hablar de todo y con garantías de cumplimiento. Respecto a su comisión negociadora, optó por el cabeza de lista Gabriel Rufián, la número dos del partido, Marta Vilalta, y por Josep Jové, conocido por ser el cerebro del diseño del 1-O y por tener causas judiciales pendientes, lo cual era por sí mismo una declaración de intenciones sobre lo que pretendían los republicanos. Los socialistas incorporaron al secretario de Organización, José Luis Ábalos, y a su homólogo del PSC, Salvador Illa, para que los socialistas catalanes estuvieran representados en una negociación que les afectará en el futuro.
Antes del inicio oficial de las conversaciones hubo una labor previa en la que socialistas y republicanos allanaron el camino con conversaciones e incluso una reunión secreta de los equipos la víspera de ese encuentro, que se saldó con sendos comunicados de los equipos negociadores en los que reconocían la existencia de “discrepancias” y ERC se mantenía en el ‘no’ a la investidura.
Una semana después se produjo el segundo encuentro formal en el Congreso. En aquella ocasión, la cita terminó con un comunicado conjunto en el que reconocían avances para la resolución política del conflicto. En aquel momento, la aspiración del PSOE era que la exigencia de ERC de una mesa de gobiernos se canalizara a través de un instrumento que colgara de la comisión bilateral prevista en el Estatut para la relación de la Generalitat y el Estado.
Sin embargo, esa propuesta siempre ha sido insuficiente para ERC. Los republicanos no aceptaban encauzar la nueva negociación en la Bilateral, al entender que este era un foro demasiado “encorsetado”, tanto por los temas tasados que permite tratar como porque es inflexible sobre quién debe participar. “De las seis personas que estamos en la actual negociación y que han sido designadas por los dos partidos como idóneas para el diálogo, solo una podría participar en la Bilateral”, ejemplificaba una fuente de ERC el porqué de su rechazo a ir a esta comisión. El Estatut tampoco era el marco deseable para los republicanos catalanes, que siempre han dicho haber pasado esa pantalla.
Más allá de las negociaciones oficiales llevadas a cabo por los dos equipos, que se han sustanciado con tres reuniones públicas y algunas más en privado, la vicepresidencia del Govern, cuartel general del líder de ERC, Pere Aragonès, ha mantenido una comunicación fluida con el propio Sánchez. Este hilo, que se inició en los tiempos de Pedralbes con la participación de la vicepresidenta Carmen Calvo, permitió que las relaciones entre el PSOE y Esquerra se mantuvieran incluso durante los momentos de enfrentamiento más crudos de la campaña electoral. Después, durante la negociación, ha servido para desatacar en algunos momentos.
A partir de ese segundo encuentro formal, ambas partes se emplazaron a buscar alguna fórmula que pudiera dar respaldo legal a una mesa específica de diálogo con el gobierno. Se bajaron varias opciones, como votaciones en los parlamentos o incluso hacer algún cambio normativo que permitiera encajar en Derecho las conversaciones. Pero todas estas opciones requerían de mucho tiempo, demasiado para un PSOE que quería dejar la investidura de Sánchez encarrilada cuanto antes. Ese ha sido uno de los tira y afloja durante toda la negociación, pues ERC siempre ha dicho que no tenía prisa, mientras que los socialistas apretaban el acelerador.
La tercera reunión se celebró en Barcelona. Fue otro de los gestos de los socialistas hacia sus interlocutores y la cita, de nuevo, vino precedida por un encuentro de las delegaciones la tarde anterior. “Ha sido un encuentro preparatorio”, admitían en Ferraz. Al día siguiente, la información fluyó a través de otro escueto comunicado conjunto en el que, de nuevo, constataban “avances en la definición de los instrumentos necesarios para encauzar el conflicto político” y se incluía la necesidad de abordarlo con “reconocimiento institucional mutuo”. Esa afirmación conllevó la llamada de Sánchez a Quim Torra que Moncloa ha camuflado con una ronda a todos los presidentes autonómicos.
A pesar de que en ese momento los equipos negociadores no volvieron a emplazarse a una nueva reunión pública y optaron por la discreción total, las conversaciones e intercambios de documentos han proseguido durante toda esta semana hasta el último texto que el PSOE enviará en cuestión de horas a los republicanos catalanes para su visto bueno definitivo, que incluye el de Oriol Junqueras desde Lledoners y de Marta Rovira desde Ginebra.
En el acuerdo que harán público en los próximos días tras recibir el respaldo formal del Consell Nacional de ERC, las dos formaciones ceden respecto a sus posiciones iniciales. El PSOE asume que la mesa de gobiernos esté al margen de la comisión bilateral Catalunya-Estado, además de una dialéctica en la que abandona la “crisis de convivencia” para hablar abiertamente de “conflicto político” así como de “seguridad jurídica” sin mentar constantemente el marco de la Constitución. Los republicanos catalanes dejan a un lado de la mesa de negociación la autodeterminación por la vía unilateral. Con ese acuerdo, una vez avalado por la dirección de ERC, Sánchez logrará sacar adelante la investidura con mayoría simple.