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CRÓNICA

La nueva alineación parlamentaria del PP se estrena con la pólvora mojada

María Jesús Montero responde a una pregunta del PP en la sesión de control.

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Primera sesión de control de la nueva legislatura en el Congreso. Estreno para varios ministros y también para la primera alineación de ataque del Partido Popular con caras nuevas con las que castigar al Gobierno. Llegan refuerzos al frente que no es sangre fresca en todos los casos, porque algunos regresan a las trincheras. ¿Fuego de artillería para arrasar el banco azul? ¿Disparos precisos de francotirador sobre los ministros cuando tenían que asomar la cabeza? Pues no. En el PP van a tener que intensificar los entrenamientos. Con este nivel, no pasan de la primera ronda de la Champions.

Era el primer día de Miguel Tellado como portavoz parlamentario del PP en ese combate de gladiadores que es la sesión de control. Sin Pedro Sánchez en la Cámara –estaba dando un discurso en el Parlamento Europeo–, le debería haber tocado preguntar el primero, pero parece que Cuca Gamarra se resiste a dejar su puesto. El caso es que a Tellado, que ha llegado a Madrid a repartir estopa, le correspondió enfrentarse a Yolanda Díaz y no se vio con fuerzas o conocimientos para interrogarle sobre economía.

Idea presuntamente genial. Voy a preguntarle sobre Podemos y su salida del grupo parlamentario de Sumar. Básicamente, para hacer unas risas a costa de la vicepresidenta. Patinazo. Si Díaz no ha contado a los periodistas todo lo que sabe sobre sus traumáticas relaciones con Podemos, seguro que se lo cuenta a Tellado. En público. En un pleno del Congreso. Claro que sí. Una sesión de terapia administrada por el enemigo.

La líder de Sumar no cayó en la trampa. Tellado lo intentó presentando a Podemos como una “víctima” de la perfidia de Díaz: “Yo creo que tienen razón”. A todo esto, los cinco escaños de las diputadas del partido de Ione Belarra estaban vacíos. Como no intervenían, pasaron de asistir. Y eso que les han dado entradas muy buenas en el hemiciclo. En vez de mandarlos al gallinero con los nuevos compañeros del grupo mixto, los han colocado en la zona central compartiendo fila con diputados de ERC y Bildu.

Aunque Díaz reprochó a Tellado que lo han traído “para la bronca y el insulto”, la verdad es que el portavoz del PP estuvo muy blando esta vez. De él se espera que atropelle a una anciana circulando a gran velocidad y que luego dé marcha atrás para rematarla y robarle el bolso. No los chistecillos que intentó hacer el miércoles. En su caso, un día sin tener que llevar el traje manchado de sangre a la tintorería es un día perdido.

Cuca Gamarra exigió derechos de primogenitura en la sesión y dio la enhorabuena a Nadia Calviño por su elección como presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) “porque ha conseguido lo que quería”. Pretendía decir que necesitaba largarse del país cuanto antes. Calviño, que tiene un carácter que han sufrido unos cuantos ministros del Gobierno, le respondió con un desdén casi aristocrático: “Muchas gracias por su enhorabuena, aunque ni para eso ha tenido clase”.

Durante un tiempo, Juan Bravo pasó por ser el cerebro económico del PP de Feijóo. La primera parte de la expresión quedó un poco cuestionada. Ahora también se retrató en el Pleno con una pregunta sobre la amnistía, que es el típico tema que siempre tiene en la cabeza un vicesecretario general de Economía y exconsejero andaluz de Hacienda. A veces, parece que las preguntas en el PP se reparten por el método de la pajita más corta. Puestos a ser cortantes, María Jesús Montero le respondió con un estacazo al preguntarle si había “engañado con su sueldo a los andaluces cobrando de más”.

Esa es una historia que sacó este diario hace un año. Como consejero, Bravo cobraba más de 120.000 euros anuales, casi el doble de lo normal, gracias a un plus, un chollo legal existente en Andalucía para los funcionarios que ascienden a esos cargos. Parece un asunto un poco antiguo, pero ya se sabe que en política no se tira nada. Todo se puede aprovechar para incrustárselo en la cabeza al rival.

El partido no iba muy bien para el PP, pero luego llegó el momento de Cayetana Álvarez de Toledo. La gran dama de la superioridad moral regresaba a primera línea de combate en otro episodio de su singular trayectoria en el PP. Fichada por Casado para dar la batalla en la campaña catalana de las generales de 2019, fracasó en las urnas, lo que no impidió que acabara de portavoz parlamentaria. Acabó siendo eliminada del puesto, por lo que ella no dejó de mostrar su desprecio por lo que consideraba una escasa talla intelectual de Casado.

Feijóo la mantuvo en las listas electorales contra todo pronóstico. En los partidos es difícil prosperar si vas diciendo por ahí que tu jefe es un imbécil. El sucesor creerá que no tardarás mucho tiempo en comentar lo mismo sobre él. En la empresa privada, tampoco. Pero Feijóo la prefiere dentro del partido y con un papel público relevante en los escaños que fuera sacudiéndole desde las páginas de los medios.

Con Álvarez de Toledo las frases grandilocuentes y melodramáticas están garantizadas y eso al menos da para titulares de impacto. El miércoles, recuperó su libreto, convencida de que el futuro siempre le dará la razón. “No serán más que un humillado paréntesis en la historia de España”, dijo de los socialistas. El paréntesis lleva ya cinco años de vida y acaba de ser renovado. La diputada cumple su función, que no es otra que la de contar a los votantes del PP lo que quieren oír.

En ese ambiente de cumplir el expediente, Esteban González Pons dio una impresión más sólida sin dejarse arrastrar por los detalles histriónicos. Al ministro de Interior, el antes juez Grande-Marlaska, le preguntó si está cómodo “habiendo luchado contra ETA” con la moción de censura de Pamplona que dará la alcaldía a EH Bildu con el apoyo del PSOE.

Marlaska dijo sentirse “orgulloso” de que la convivencia en España sea mejor. No lo dirá por el ambiente de los últimos años en el hemiciclo. “La amnistía es coherente con esa convivencia”, destacó.

Quien respondió más directamente a la noticia de Pamplona fue Óscar Puente que no es de los que se muerden la lengua y cuentan hasta cien. “Yo le digo sin ningún complejo que no tengo ningún problema en que un partido progresista democrático de España se haga con una alcaldía de una capital de provincia de España”, dijo el ministro de Transportes. La diputada popular Ester Muñoz quiso provocarle –“Sánchez le ha puesto para reírse de sus bufonadas”–, pero Puente no perdió la cabeza. Será porque ha prometido a Sánchez no comerse a ningún diputado: “Veo que siguen escocidos con aquella tarde del 26 de septiembre” (cuando se estrenó en el hemiciclo).

Escocidos y algo apagados por lo que se vio en esta sesión de control. Feijóo debería llevarlos a todos al Retiro a hacerlos sudar corriendo a primera hora de la mañana, como hacen los entrenadores cuando el equipo no logra meter un gol ni a puerta vacía.

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