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La oposición que prepara Casado: el miedo a ETA y a la ruptura de la Constitución para un ataque sin tregua contra Sánchez

Pedro Sánchez y Pablo Casado justo antes de la reunión que mantuvieron en el Congreso el 16 de diciembre.

Iñigo Aduriz

Pese a haberse enrocado en el 'no es no' a facilitar la formación de Gobierno y rechazar cualquier acercamiento al PSOE de Pedro Sánchez, claro ganador de las elecciones generales, desde el 10N el líder del Partido Popular, Pablo Casado, no ha escondido su deseo de que el nuevo Ejecutivo eche a andar cuanto antes para potenciar y afianzar su papel como líder del principal partido de la oposición.

El presidente de los populares, que escenificó su ruptura con Sánchez en la reunión que mantuvieron el día 16 en el Congreso, quiere acabar con la división de la derecha en tres partidos –PP, Ciudadanos y Vox– que ha marcado su mandato desde el triunfo en las primarias en julio de 2018 y que ha hundido a la formación conservadora en las urnas. La idea de Casado es que la nueva legislatura, dure lo que dure, le permita consolidar la “reconstrucción” del centro derecha en torno al PP con una estrategia de oposición durísima contra el presidente socialista.

El líder popular busca presentarse como la “única alternativa” posible a la izquierda y para ello buscará no dar tregua al nuevo Gobierno que están a punto de ultimar PSOE, Unidas Podemos y las fuerzas nacionalistas. Los grandes argumentos de Casado contra el Ejecutivo de Sánchez serán algunos de los mantras que la derecha más conservadora ya utilizó en el pasado: azuzar el miedo a que el Gobierno asuma la agenda de ETA, la organización terrorista desaparecida en 2018, e infundir el temor a que se rompan la Constitución y la unidad de España.

Casado piensa repetir una y otra vez que el proyecto del PSOE busca romper con la Transición. “Lo primero que destruye este socialismo es el compromiso constituyente. La auténtica democracia, para ellos, solo puede producir mayorías de izquierda, y si no las produce es que no es verdadera democracia. Para ellos, algo falla en el sistema si el PP lo puede gobernar”, argumenta el líder popular, que cree que “estamos ante un proceso de deconstrucción constitucional”.

La utilización de las víctimas

“El problema de España no es que falte democracia, es que se negocia con aquellos que atentan contra la democracia. Sobre la base de progresivas mutaciones constitucionales se pretende resolver los problemas que o bien directamente se crean o bien se impide resolver, y que no son sino la coartada para el engaño”, consideró Casado el pasado día 2 en su primer discurso ante los recién elegidos diputados y senadores populares.

El pasado miércoles, durante un desayuno informativo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Casado hablaba directamente de ETA. El líder del PP criticaba que el presidente socialista haya “dado carta de naturaleza a Bildu, a los herederos de ETA, como negociadores para el Gobierno del reino de España [por reunirse con Bildu]”, si bien recalcaba una y otra vez que el PP no está dispuesto a hacer nada para evitar que la legislatura dependa de esos posibles apoyos.

En un nuevo intento por utilizar a las víctimas del terrorismo con fines políticos, Casado nombraba a renglón seguido a algunos de los dirigentes del PSOE asesinados por ETA. “El PP sigue tendiendo la mano a ese PSOE, al que le helaba la sangre hablar con Bildu y rechazaba un gobierno a cualquier precio con los que querían romper España; a los que forjaron la Transición y el pacto constitucional; y a los que fueron capaces de acordar con el PP gobiernos autonómicos y municipales, políticas contra el terrorismo o educativas o acuerdos sobre economía y empleo”, remachaba.

Ayuso y la portavoz parlamentaria del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, dos de las mujeres de mayor confianza de Casado dentro del partido, han apuntalado en los últimos días esa estrategia que pretende prolongar el líder popular durante toda la legislatura vinculando a Pedro Sánchez con ETA simplemente por sentarse a hablar con los partidos independentistas.

“Un ministro etarra”

La presidenta madrileña defendía el jueves que aún no haya intentado sacar adelante los Presupuestos de 2020 porque es “lo más conveniente” ya que “a lo mejor a partir de enero tenemos un ministro de Hacienda etarra”. “Hay que esperar un poco, ver el futuro que va a tener el país para seguir caminando sin la batuta del socialismo”, añadía.

El domingo 8, en una entrevista publicada por El Correo, Álvarez de Toledo aseguraba que el momento político actual es “más difícil que cuando ETA mataba”, provocando una airada reacción pública de las víctimas del terrorismo y un rechazo interno que se transmitió en privado, principalmente por los líderes del PP vasco –con quienes la portavoz popular ya se enfrentó en verano– que se tuvieron que enfrentar a la violencia de la banda.

Consciente de la polémica que habían generado sus palabras, la dirigente popular se reafirmó una semana después. “Nunca desde 1978 hemos estado en un momento tan complejo políticamente como ahora”, recalcaba Álvarez de Toledo. “El PSOE encabeza el proceso de liquidación constitucional con los separatistas, los golpistas y con el partido que considera legítimo que nos mataran”, señalaba en alusión a la izquierda abertzale. “Esto no tiene precedentes, no tiene parangón y no tiene justificación”, zanjaba.

Estos mensajes de descrédito total hacia el PSOE lanzados desde la cúpula de los populares y pronunciados por el propio Casado contrastan con el intento del líder del PP por presentarse como un hombre de Estado. En busca de aglutinar a todo el centro derecha –desde los votantes más moderados de Ciudadanos a los más extremistas de Vox–, el presidente de los populares trata de conjugar el giro a la derecha que emprendió nada más llegar al liderazgo del PP con los guiños al centro que le reclaman, principalmente, algunos de los barones con más peso institucional, como el gallego Alberto Núñez Feijóo o el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla.

Los pactos de Estado

Pese a plantearse una oposición que no deje respirar a Sánchez, Casado defiende en cada intervención pública una serie de pactos de Estado con el PSOE “que garanticen la gobernabilidad” del país siempre que el líder socialista encuentre apoyos para la investidura fuera del PP. Esos acuerdos, prácticamente imposibles por las profundas diferencias ideológicas y de modelo de Estado de las dos grandes formaciones, versarían sobre Presupuestos, una política común en Catalunya –de la que socialistas y populares discrepan por completo–, una nueva ley electoral, un pacto educativo o la lucha contra la violencia machista.

Fuentes de la dirección del PP aseguran que lo que hará su líder en los próximos años siempre que Sánchez consiga formar Gobierno es ser el “portavoz de la España preocupada” por la “deriva” del PSOE, que “quiere abrir un nuevo sistema frente a lo acordado en la Transición”.

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