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En las últimas elecciones municipales, las de mayo de 2019, la abstención del censo llamado a votar fue del 35%. Un mes antes se habían celebrado elecciones generales y, en aquella ocasión, la población que no participó se quedó en el 28%. En ambos comicios se produjo una diferencia habitual, que los barrios de rentas más elevadas votan más que los más pobres. Sin embargo, existe una excepción: las zonas rurales. Los pueblos se movilizan mucho para elegir a sus alcaldes, especialmente aquellos con rentas más bajas.
En general, los pueblos y zonas rurales participan más para elegir a sus concejales que a sus diputados, mientras que en las ciudades ocurre lo contrario. En los comicios nacionales el porcentaje de abstencionistas se mueve entre el 20% y el 25% según el tamaño del municipio, pero en las elecciones municipales estas diferencias se acentúan. La abstención en las ciudades de entre 50.000 y un millón de habitantes duplicó la de los pueblos más pequeños de España en las últimas elecciones locales.
“En las municipales tiene mucho más peso el voto personalista, el voto al candidato, ya que es una administración mucho más cercana al ciudadano”, explica la politóloga Guadalupe Talavera. En los municipios pequeños la distancia con el alcalde es aún más corta, “el alcalde puede acceder más fácilmente a todos los vecinos”, explica.
Esta diferencia tan acentuada de participación en los pueblos cuando se trata de elecciones locales influye en la brecha de abstención por renta que existe en el país. Mientras que en las elecciones generales se observa de forma clara cómo las zonas ricas votan más que las pobres, en las municipales la movilización en los pueblos, que a menudo tienen rentas más bajas, ayuda a recortar la distancia.
Este hecho se observó en 2019. En las elecciones al Congreso de los diputados de abril un 32% de las personas llamadas a votar en las zonas más pobres del país no acudió a las urnas. En los barrios y pueblos más acomodados, mientras tanto, la abstención se quedó en el 17%, 15 puntos menos. Una brecha similar se produjo en la repetición electoral de noviembre, cuando 16 puntos separaron la abstención de los barrios pobres frente a los ricos. En cambio, en las últimas municipales, la diferencia de gente que se quedó en casa entre los vecindarios más pobres y más ricos del país se quedó en 10 puntos. El nivel de abstención fue más similar en todos los tramos de renta.
“La principal diferencia con las generales es que en las municipales hay mas abstención, y esta sube menos en los barrios pobres que en los ricos”, dice Manuel Trujillo, analista del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Esto se da, según el experto, porque “las elecciones municipales son consideradas 'de segundo orden', por la diferente forma de atención de los medios, que muy a menudo están centrados en la discusión nacional”.
Talavera atribuye este descenso de la participación entre la población más acomodada a que “el votante al final se mueve por intereses”. “El votante de renta alta, hombre, de más de 40 años tiene un interés particular por la economía y el empleo, competencias que los municipios no tienen a mano”, añade.
Hay que pensar que los que viven en pueblos y ciudades de menos de 10.000 habitantes representan más de un 30% entre el tercio de población más pobre del país, pero poco menos del 15% entre el tercio más rico. Por eso, las dinámicas de voto a la alcaldía en los municipios rurales influyen mucho más en subir la participación entre los grupos más pobres a nivel nacional.
Si miramos cómo se vota según la renta en los pueblos y ciudades pequeñas vemos que incluso se invierte el patrón de participación en las elecciones locales. Desaparecen las diferencias entre pobres y ricos, o incluso hay zonas más desfavorecidas que acuden más a las urnas para elegir la alcaldía de su municipio.
“El factor socioeconómico se diluye en los pueblos porque los entornos sociales de los pueblos son más transversales. Aunque siguen habiendo diferencias de renta, las relaciones sociales se diluyen”, dice la politóloga. Lo explica, por ejemplo, que los niños vayan a menudo al mismo colegio y que, en general, se viva de forma menos segregada.
Como se ve a continuación, mientras que en las elecciones generales las diferencias de participación por renta se observan en todos los municipios (aunque se acentúan en las grandes ciudades, dónde hay más segregación), en el caso de las elecciones locales incluso hay más abstención en los pueblos de renta más alta que en los de renta baja. La elección del alcalde consigue movilizar allí a todo tipo de población.
Hay que tener en cuenta que los municipios de distinto tamaño no se distribuyen igual en todo el país. Extremadura, Castilla-La Mancha o Castilla y León tienen muchos más habitantes viviendo en pueblos y ciudades pequeñas que Madrid, Canarias o la Comunitat Valenciana, donde hay mucha más población urbana. Por eso se observa como en aquellas comunidades autónomas más rurales influye el patrón invertido de voto de los pueblos pequeños (las zonas de rentas bajas, donde se clasifican muchos municipios pequeños, se abstienen menos que las ricas en las elecciones locales). Mientras, las regiones con mayores ciudades tienen más brecha de abstención por renta en todo tipo de comicios.
Además, Manuel Trujillo recuerda que “no todas las ciudades son iguales”. En las comunidades del norte del país, como Euskadi, Navarra o Asturias “hay menos segregación, menores diferencias dentro de las ciudades”, añade. Es otro de los motivos que explican que las brechas de participación entre ricos y pobres en estas regiones no sean tan pronunciadas como en Madrid o Andalucía, comunidades con mayor segregación urbana.
¿Y qué pasará en las elecciones municipales que se celebran el día 28? Trujillo pronostica que las dinámicas de participación en las municipales se parecerán cada vez más a las generales. Ya en 2019 aumentó la brecha de participación entre ricos y pobres respecto a 2015, recuerda el investigador. “En 2019 se intentó que los comicios se vivieran como unas generales, confrontando izquierda y derecha”, explica, “no se entró casi nada en propuestas municipales sino en atacar la política general”. Además, añade que “el aumento de la desigualdad entre ricos y pobres lleva como consecuencia que aumente brecha de participación”.
En las elecciones municipales de este año “el ambiente de polarización actual va en la línea de no prestar atención a lo que te dicen en tu barrio, si no el debate izquierda y derecha”, dice el investigador. Y es una polarización provocada “sobre todo a partir de una movilización de la derecha, que busca en estas municipales que nadie se quede en casa”.
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