El PP forzará en el Congreso una votación sobre la continuidad de Marlaska y Montero en el Gobierno
El PP aprieta al Gobierno de coalición e intenta azuzar las divisiones de las últimas semanas a cuenta de las revelaciones periodísticas sobre la tragedia de Melilla y las repercusiones de la ley del solo sí es sí. La portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, ha anunciado este jueves que presentarán sendas reprobaciones contra los ministros del Interior, Fernando Grande Marlaska, y de Igualdad, Irene Montero, lo que forzará a su vez dos votaciones en el Congreso que retratarán los apoyos tanto entre el PSOE y Unidas Podemos como del resto de aliados del Ejecutivo.
Los diputados y senadores del PP, con Gamarra a la cabeza, se han concentrado en la escalinata de la puerta principal del Congreso (un espacio vetado expresamente para la protesta ciudadana) para exigir la “rectificación” de la ley del solo sí es sí. La oposición ha reclamado una vez más la modificación de la norma por la rebaja de penas que ha supuesto para algunos agresores sexuales, aunque sin concretar cómo.
Pese a reconocer que la ley tiene “cosas positivas”, en palabras de la también secretaria general, el PP señala que “cuando hay cosas negativas hay que cambiarlo”. “Lo perjudicial debe cambiarse, lo que no debe dejarse”, ha insistido Gamarra, quien no ha precisado no obstante qué es lo que debería cambiarse o qué parte asumen que debe mantenerse.
La número dos de Alberto Núñez Feijóo tampoco lo ha aclarado en el turno de preguntas, que ha concluido antes de que todos los periodistas hubieran podido dirigirse a Gamarra. El PP lleva amenazando con presentar una proposición de ley en el Congreso para reformar el Código Penal, pero ni la presentan ni informan de su contenido. Ni siquiera explican qué dejarían, qué quitarían o que volverían a dejar como estaba.
Feijóo, ausente. Vox, presente (sin invitación)
En la foto frente a la Puerta de los Leones se constata una nutrida representación de diputados y senadores, entre los que destacan la propia Gamarra, el portavoz en la Cámara Alta, Javier Maroto, o la vicesecretaria de Políticas Sociales, Carmen Navarro. La ausencia del día ha sido la de Feijóo, quien primero ha aludido a un problema de agenda para también advertir que él es senador y no diputado, excusa esta última que caía por su propio peso y que el PP rápidamente ha dejado de utilizar.
Frente a la ausencia de Feijóo, la presencia de Vox. Al final del acto, cuando todavía la mayoría de representantes del PP estaban en las escalinatas, se han acercado el portavoz ultraderechista, Iván Espinosa de los Monteros, y algunas diputadas como Carla Toscano, Inés Cañizares, Patricia Rueda o Teresa López. Pero la convocatoria “no era abierta”, como han explicado desde la dirección del PP. Ni se había cursado invitación alguna a Vox, a diferencia de a otros partidos como a Foro, cuyo único diputado, Isidro Martínez Oblanca, ha estado desde el principio.
La presencia de Vox, que ha forzado la disolución de la concentración, contrasta con el rechazo del PP a secundar la manifestación que convocó el pasado domingo en la Plaza de Colón de Madrid contra la derogación de la sedición y que convocó a unos miles de personas. Los de Feijóo han optado por una serie de mítines de partido para no compartir la calle con la ultraderecha a unos meses de las elecciones municipales y autonómicas.
“Gobierno incendiario”
El PP ha elevado así el tono contra el Gobierno de coalición tras la aprobación de los Presupuestos Generales de 2023, los terceros de la legislatura y que permitirán a Pedro Sánchez concluir su segundo mandato, a finales del año que viene.
Feijóo quiere contraatacar la estabilidad del Ejecutivo abonando una imagen de fin de ciclo adelantado y de crisis continua. Esta mañana, en un desayuno informativo en el hotel Palace de Madrid, ha asegurado: “Tenemos a un Gobierno pirómano que aviva el fuego”.
Unos “incendios descontrolados” de los que ha culpado al presidente del Gobierno, de quien ha dicho que no tiene “límites éticos ni morales”. Y a quien ha acusado de aguantar a todos sus ministros y ministras en sus puestos con el único objetivo de “acabar la legislatura”, para lo que queda un año entero.
“El problema no son un par de ministros. El problema es el primer ministro”, ha concluido.
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