Rajoy se prepara para perder el poder absoluto

Luz Sanchis

MADRID —

Durante los últimos 15 días, Mariano Rajoy se ha negado a hablar de ningún tipo de acuerdo con Ciudadanos. Sabedor de que Albert Rivera es quien recoge su fuga de votos y seduce a indecisos, el candidato a la reelección ha alternado los ataques controlados al partido naranja con los llamamientos al miedo de una alianza “de perdedores” entre PSOE y Podemos. En función de su estrategia, el PP también ha tratado de incluir en ese frente a Rivera. Con el miedo a que el mordisco de escaños sea demasiado, Rajoy ha repetido en los mítines a sus potenciales votantes que sean precavidos y que no den por hecho que Rivera acabará permitiendo que repita en la Moncloa. El único objetivo claro del PP es obtener la máxima distancia con quien quede segundo y que Rajoy sea investido presidente al segundo intento gracias a la abstención que ha anunciado en el último momento Ciudadanos.

El cierre de campaña del PP se ha fundido con la cena de Navidad del partido en Madrid, convocada en un pabellón del recinto ferial de IFEMA para unos 2.500 militantes a 20 euros el cubierto. Después de otro cierre anterior en Valencia, con un discurso calcado, Rajoy ha repetido en Madrid que solo él ofrece estabilidad y experiencia. El resto de rivales, nuevos y con riesgo de llevar a España “a la ruina”. Acompañado de su mujer, de la vicepresidenta, María Dolores de Cospedal, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, Rajoy ha presumido de la fuerza de la organización del PP y de ganar el domingo “por una diferencia importante”. Y ha atizado el miedo a “jugar a la ruleta rusa” por alianzas de PSOE y Podemos y a “destruir el trabajo hecho”.

Ninguneo a Sánchez

El candidato del PP ha mantenido hasta el último día que su único competidor con posibilidades era Pedro Sánchez. Le sirvió como excusa para huir de más debates que el que le enfrentó con él ante Manuel Campo Vidal. La frase “no es usted una persona decente” ha marcado una campaña en la que el PP lo ha fiado todo a la recuperación económica, la promesa de millones de empleos y la garantía de una España unida en lo territorial y en la lucha contra el terrorismo yihadista. A 48 horas de la cita con las urnas, Rajoy niega ahora que Sánchez suponga competencia y responde así al ataque. Los sondeos poco optimistas para el PSOE le sirven para apoyarse.

El equipo de campaña que manda Jorge Moragas se ha centrado en el poder de la televisión, del selfie y del presidente campechano que toma cañas allá donde va y luego lo tuitea. Su aversión a los debates políticos se ha convertido en afición por programas y formatos amables destinados a llegar al votante por la simpatía a la persona y no por las medidas del programa electoral. La televisión ha servido para vender al Rajoy más humano, pero no para concretar las intenciones del PP si gobierna cuatro años más. De hecho, las principales medidas económicas no figuran en el catálogo de promesas del PP y Rajoy las ha ido anunciando en mítines y entrevistas.

Moragas y los pactos “entre súper rojos”

Hasta la agresión del pasado miércoles en Pontevedra, Rajoy se ha movido de pueblo en pueblo con buena acogida en la calle y repitiendo después el mismo discurso breve sobre sus cuatro puntos clave y el consabido ataque a Rivera por ser “un producto de marketing y televisión”. La carga contra el peligro de “una coalición de súper rojos” partía de su jefe de campaña, Jorge Moragas, que este jueves filtraba en Barcelona a los periodistas de la caravana que el peligro era “una coalición de super rojos” o “de socialistas y extrema izquierda”.

Moragas se extralimitó hasta el punto de trasladar a la prensa que podría llegarse a un acuerdo con los socialistas, pero sin Pedro Sánchez como líder y con Susana Díaz al frente. Rajoy repetía pocas horas después que él no se planteaba nada similar, que no sabía de dónde partía la noticia y que la daba “por no leída”.

Sin explicaciones por corrupción

La misma actitud de ignorancia la ha demostrado con el caso de corrupción que le ha explotado en plena campaña. Ante los indicios contra Pedro Gómez de la Serna y Gustavo de Arístegui, que ha tenido que dejar su cargo de embajador en La India, Rajoy dice no saber “los detalles”. Su partido se ha visto obligado a retirar de las calles de Segovia los carteles con el rostro del número dos de la lista tras Beatriz Escudero. Él permanece escondido y no coge el teléfono. El presidente del Gobierno llega así al día de las elecciones sin dar ninguna explicación y ha reconocido en una entrevista que no le ha exigido que renuncie.