El PP se lanza a recuperar el voto de Vox: asume su ideario, pero esquiva a sus líderes en la negociación andaluza
El PP de Pablo Casado ha decidido poner ya en marcha su estrategia para recuperar a los votantes de Vox una semana después de que la división de la derecha quedara reflejada en las urnas en Andalucía, donde los populares perdieron más de 300.000 votos aunque podrían gobernar la Junta con el apoyo de Ciudadanos y la extrema derecha, que irrumpió en el parlamento autonómico con 12 escaños.
El plan de Génova pasa por asumir gran parte del ideario del partido que preside Santiago Abascal, pero también por arrinconarle del debate político apartándole, por ejemplo, de las negociaciones en Andalucía. El objetivo es evitar que la publicidad a Vox pueda provocar el divorcio de más votantes de las siglas del Partido Popular y que estos opten por la formación de extrema derecha en próximas citas electorales.
A pesar de necesitar el apoyo o la abstención de Vox para que Juanma Moreno sea presidente, la dirección del PP ha decidido ignorar, por el momento, a la formación de extrema derecha y considera a Ciudadanos como el único interlocutor válido con el que ya se están produciendo las negociaciones para formar la nueva Junta que, por primera vez en la historia, no estaría gobernada por el PSOE.
La de arrinconar a Vox es una estrategia a la que ya apuntaron la semana pasada barones territoriales como el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que en la celebración del 40 aniversario de la Constitución en el Congreso de los Diputados trataron en todo momento de restar importancia a la irrupción de la formación de Abascal en Andalucía y rechazaron “lecciones” sobre cómo ser de derechas por parte de dirigentes de Vox.
Fuentes del equipo de Casado explican que el secretario general de los populares, Teodoro García Egea y el de Ciudadanos, José Manuel Villegas, hablan “continuamente” por teléfono y que este martes ambos acudirán a la reunión prevista en Sevilla por ambos partidos a la que también asistirán los respectivos candidatos autonómicos. Génova insiste en que tienen “buenas sensaciones” sobre las negociaciones con el partido de Rivera y que Casado es “muy optimista” respecto a la posibilidad de lograr un pacto “pronto”.
Las fuentes de la dirección nacional del PP no quieren, en cambio, ni hablar de unas supuestas negociaciones con Vox. A la pregunta expresa sobre si Casado está hablando con Abascal o si algún dirigente popular está en contacto con la formación de extrema derecha, Génova no contesta ni sí ni no. La alianza, insisten, debe ser con Ciudadanos.
El mensaje que desde la dirección popular se quiere transmitir con este juego es doble: por un lado, que el PP es el partido en el que pueden sentirse cómodos incluso los votantes más radicales de Vox y, por otro, que el de los populares garantiza la moderación por pactar con el partido de Rivera, que Casado considera de “centro izquierda”.
Votar “con entusiasmo”
La dirección del PP mantiene el blanqueamiento de Vox. Este lunes la vicesecretaria de Comunicación, Marta González, criticaba que haya quien pone “énfasis” en la “inconstitucionalidad” de esa formación cuando se apoya en otras fuerzas políticas –en alusión a Podemos– cuya “constitucionalidad también habría que poner en cuestión”. “Quienes deciden si un partido es constitucional o no son los jueces”, zanjaba.
El nuevo jefe de gabinete de Casado, el ultraliberal y aznarista exconsejero de Sanidad madrileño, Javier Fernández-Lasquetty, iba más allá este lunes, en su primer día de trabajo en Génova 13. “La principal tarea es dar motivos sólidos a todos aquellos que votaron al PP con entusiasmo para que vuelvan a hacerlo con el mismo entusiasmo”, apuntaba en una entrevista en el programa de Federico Jiménez Losantos, en Esradio.
El nuevo gurú ideológico del líder del PP considera que su partido no debe tener complejos a la hora de asumir las ideas de Vox. “Tratemos de que el PP sea el partido que les represente [a los votantes de Vox] dentro de poco en una continuidad de pensamiento. Ni obligándoles a ellos a dejar de creer en nada ni al PP”, apuntaba. Insistía, además, en que el PP ha de “reforzar sus principios” para atraer al votante del partido de Abascal.
“Lo que el PP no debe hacer es cambiar la naturaleza de sus principios para hacerse agradable a nadie, sino reforzar sus principios para tratar de atraer, como lo logró José María Aznar, a millones de españoles incluidos los que en algún momento han pensado que la manera de seguir pensando lo mismo que han pensado toda la vida era en ese cuarto de hora votando a Vox”, añadía.
Como ejemplo ponía “el caso” de la inmigración. “Un inmigrante no es una víctima, es una persona muy valiente que ha sido capaz y está siendo capaz de salir adelante por sus propios medios. Y nadie tiene derecho a darle un punto de más ni a darle una ayuda social por el hecho de ser inmigrante porque esa es una muestra de desprecio gigantesca”. En línea a lo defendido por Vox en las últimas semanas, Lasquetty señalaba que “el problema no son los inmigrantes”, sino “qué limites tiene que tener ese Estado que según algunos tiene que darnos de todo desde que nacemos y hasta que nos morimos”.
“Freno” a la “caída en picado”
Casado es, a juicio de Lasquetty, el único capaz de asumir esos principios que han hecho a muchos de los votantes populares pasarse a Vox: “El fundamento y la orientación se puso correctamente desde el minuto uno en el que Pablo Casado anunció que se presentaba a la Presidencia del PP en contra de todo y de todos”, apuntaba. Así, aunque en la única cita con las urnas a la que se ha presentado el partido desde las primarias el PP perdió 300.000 votos, el jefe de Gabinete del líder popular considera que Casado “ha logrado en menos de tres meses frenar la caída en picado” de los votos al Partido Popular.
Para seguir parando la sangría, el consejo que el exconsejero madrileño dará a Casado será mantener la estrategia actual que pasa por un giro a la derecha en lo ideológico recuperando “la esencia liberal” del PP y por el arrinconamiento de Vox, su principal rival político en el lado más conservador del tablero.