Los primeros 'verdes' que alertaron de la emergencia climática: “Pensábamos que no se podía perder el tiempo y hemos perdido 35 años”
Petra Kelly, una de las fundadoras de Los Verdes alemanes, estaba por tomar un avión de Frankfurt a Tenerife en 1983 cuando llamó a Octavi Piulats, un ecologista catalán que en 1983 vivía en la ciudad alemana: “[Kelly] me dijo que en media hora la encontrara en el aeropuerto porque se iba a Tenerife y no tenía ni idea lo que significaba España”. Piulats le contó que el país era “muy diferente del resto de Europa”. “Que no existía una conciencia animal, ni demasiado vegetarianismo, que era un país donde se matan los toros, y que es una nación invertebrada”. La activista, que estaba invitada a un festival de cine ecológico, aterrizó horas más tarde en la isla. Esa semana, un grupo de 16 personas sentó las bases de Los Verdes en España.
“Hablamos, hablamos, hablamos. Y no sé quién lo dice: 'Oye, hay que fundar un partido verde'. Pues ya está… como muchas veces ocurren las cosas”, recuerda José Antonio Errejón, que participó de las reuniones en Canarias en 1983 y fue el encargado de redactar el Manifiesto de Tenerife. El texto de cinco párrafos que escribió el padre del líder de Más País exponía la intención de crear una formación ecopacifista en España.
Ahora, cuando en Madrid se desarrolla la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) y líderes internacionales dedican dos semanas a debatir cómo afrontar la crisis climática, las advertencias de los primeros verdes en España empiezan ser consideradas con más atención, pero hace tres décadas el terreno no estaba preparado para esas propuestas, según coinciden muchos de los primeros miembros del partido y muestran sus resultados electorales, que en su mejor momento alcanzaron el 1,4%.
Pero en 1983 se lanzaron con “ilusión” porque vieron la “necesidad”, recuerda Luis Hidalgo, que coordinó la formación desde el principio. Un año antes, España había entrado en la Alianza del Atlántico Norte y el movimiento antiOTAN cobraba fuerza; los antimilitaristas, ecologistas y feministas eran muy activos en Europa y, en Alemania, Die Grünen había conseguido representación en el Parlamento federal.
El grupo que se había reunido en Tenerife registró el partido un año después y eligió como símbolo un girasol, que otros partidos adoptaron luego. “Todo el mundo cogió el girasol porque era el de los verdes alemanes y vendía. Encima de que éramos pocos y no teníamos recursos, no íbamos a desaprovechar una de las pocas ventajas”, recuerda Hidalgo.
Quiénes eran los primeros 'verdes'
Los Verdes eran un grupo heterogéneo de personas que llegaban de la extrema izquierda, de sectores nacionalistas o del movimiento ecologista. Esas diferencias marcaron desde el principio divisiones entre los que querían presentarse a elecciones y los que no, y entre quienes aspiraban a ser una organización estatal y los que preferían crear formaciones autonómicas.
En 1986, sin embargo, se lanzaron a sus primeras elecciones generales. No tuvieron buenos resultados −sacaron el 0,16% de los votos−, pero consiguieron dos concejales, en los Ayuntamientos de Villena (Alicante) y Baños de Valdearados (Burgos). Francisco Barreda, que había convocado a los ecologistas en Tenerife dos años antes, dejó el partido en ese momento. “Nos estrellamos completamente porque no cuajó, y casi cuarenta años después sigue sin cuajar”, critica.
Las circunstancias en España eran diferentes de las de Alemania, analiza Errejón. “Nosotros no habíamos entrado en la Unión Europea, éramos un país al sur, recién salido de una dictadura de 40 años”. El cofundador de Los Verdes añade otra razón que impedía que el mensaje ecopacifista calara entre el electorado como en el centro de Europa: “España tenía unos ecosistemas no excesivamente alterados y Alemania, en cambio, era un país muy industrializado desde el siglo XIX”.
Catastrofistas, apocalípticos y marcianos
“Los temas que nos preocupaban entonces son los mismos que ahora están en el candelero. Ya pensábamos que no se podía perder el tiempo y hemos perdido 35 años”, incide Hidalgo. “No solo hablábamos de proteger el medio ambiente: hicimos un programa económico y teníamos algunas cosas, como una ordenación del territorio, que ni siquiera se ha hecho ahora todavía”, agrega Hidalgo, que ahora milita en Más País. Pero en ese momento, lamenta, “era predicar en el vacío, creían que nosotros queríamos volver a las cavernas”.
Miembros de Los Verdes de aquellos años coinciden en que los tildaban de “catastrofistas” y “apocalípticos”. Clara Rebolledo, fundadora de Los Verdes en Castellón, recuerda que los miraban “como marcianos”. “En una manifestación, una muchacha de unos 14 años se me acerca con su madre y le dice ‘ves, mamá, que son gente normal”, relata.
El incipiente voto verde, además, se dispersaba en múltiples candidaturas. “Prácticamente nada nos diferenciaba”, asegura Abelardo Lloret, fundador de Los Verdes Ecopacifistas en 1988. Para el PP y el PSOE, en cambio, eran “el vecino pobre”, asegura. “No les interesaba la ecología, pero hace treinta años a nadie le interesaba”, agrega. Tampoco años después, en la década del 90, según recuerda Álvaro Martínez Sevilla, que fue el primer senador de Los Verdes en 1991 tras una coalición con IU en Andalucía y luego estuvo en los inicios de Equo: “Nos ignoraban, los grandes pactos se fraguaban entre PP y PSOE”.
La época “más dulce” fue a finales de la década del 80, según Esteban Cabal, que participó en Federación Progresista, un partido que se declaraba ecologista creado por el catedrático Ramón Tamames. Cabal, que luego fue el primer concejal de Los Verdes en la Comunidad de Madrid gracias a una coalición del partido con IU en 1991, recuerda que en las elecciones de 1989 el las candidaturas verdes obtuvieron casi medio millón de votos.
“El problema es que no se consiguió representación porque se dividió en dos candidaturas con idéntico nombre”, señala Cabal, que denuncia la “complicidad” del Ministerio del Interior. “Después de fracasar repetidamente en las elecciones, la gente se cansa y abandona”, lamenta el exconcejal, que en 1994 fundó un nuevo partido, Los Verdes-Grupo Verde, del cual es presidente.
Para otros, en cambio, ese “buen” momento no ha llegado aún. “La gente nunca ha reconocido la oferta verde en un pie de igualdad que otras ofertas políticas”, reconoce Errejón, que en los años 90 abandonó la formación. Algunos de los fundadores de Los Verdes decidieron integrarse en IU, según explica; otros miembros continuaron en una confederación formada por partidos verdes autonómicos, y otros dejaron la política para dedicarse a otras ocupaciones, la filosofía, la docencia o el montañismo.
El impulso de los ecologistas convocados en 1983 se terminó de diluir. Barreda, que organizó aquellos encuentros hace más de 30 años, reconoce ahora que “no había muchas posibilidades de sobrevivir”. “La gente dice que éramos adelantados a nuestros tiempos. Pero solo estábamos viendo lo que se avecinaba. Simplemente quisimos advertirlo”, asegura. Las alarmas que hicieron sonar entonces poco a poco empiezan a ser escuchadas.