El PSOE marca distancias con Ábalos y presiona para forzar su renuncia
José Luis Ábalos atraviesa sus horas más difíciles en política. Y puede que las últimas. El hombre que llegó a aglutinar todo el poder que supone ser al mismo tiempo 'número tres' del PSOE y ministro de Transportes y al que una mañana de verano de 2021 Pedro Sánchez relegó a diputado raso, se enfrenta ahora al estallido de un escándalo en el que fue su departamento en el Gobierno que puede precipitar el final de su carrera.
Sin indicios hasta el momento de que el caso le salpique en primera persona, Ábalos ha asistido esta semana a la detención de su asesor y hombre de confianza, Koldo García, por un presunto delito de cobro de comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la pandemia por parte del ministerio del que estaba al frente. Y con el paso de las horas, el PSOE se ha movido del intento de encapsular el escándalo a un distanciamiento explícito y evidente con el exministro, al que el partido señala incluso públicamente el camino de la renuncia a su acta en el Congreso.
“No puedo decir lo que el señor Ábalos quiere hacer o va a dejar de hacer, yo sé lo que yo haría”, dijo este viernes la persona de más rango orgánico e institucional en el partido tras Pedro Sánchez, la vicesecretaria general y vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero. Repreguntada por el moderador de un acto del Grupo Joly en Cádiz, Montero apostilló: “Usted sabe lo que yo haría”.
Las palabras de la 'número dos' de los socialistas para señalar a su compañero de filas la puerta de salida retumbaron durante todo el día entre las paredes de la sede del PSOE de la calle Ferraz. Desde allí, al igual que en la Moncloa, se había intentado proteger la figura de Ábalos desde el estallido del caso y se había optado por no precipitar ninguna decisión. Pero algunos de los detalles de la operación expuestos en el auto del juez y la convicción de que, más allá de su implicación o no en el caso, no será posible pasar por alto su responsabilidad política, han precipitado los acontecimientos.
Aunque nadie en el partido cree que su exsecretario de Organización se haya lucrado de ninguna irregularidad, la reflexión que ha calado entre la cúpula socialista es que la actuación de José Luis Ábalos en cuanto al ascenso de Koldo García ya merece en sí misma un reproche y una asunción de responsabilidades. ¿Qué hacía como alto cargo del ministerio de más presupuesto del Gobierno de España un hombre sin experiencia ni formación alguna y cuya trayectoria refleja capítulos tan oscuros como trabajar para la seguridad de un prostíbulo o ser condenado por dar una paliza? La única certeza que existe en el PSOE respecto a esa pregunta es que eso fue posible exclusivamente por tratarse de una persona de la máxima confianza de Ábalos.
En Ferraz ya están convencidos de que es imposible que el propio Ábalos salga indemne de este escándalo. Más aún cuando varias fuentes tanto de la dirección socialista como de la Moncloa confirman que no fueron pocas las advertencias que en su día recibió el ministro de Transportes sobre el llamativo papel, por relevante, que ostentaba Koldo García al máximo nivel de interlocución y representación en nombre del Gobierno ante un buen número de interlocutores, principalmente empresarios.
En el auto del juez se refleja, además, que Ábalos no solo propició que su persona de confianza hiciera carrera en el Gobierno de España, sino que permitió también que el propio Koldo García colocase a su pareja, Patricia Úriz, como ayudante de secretaría en el Ministerio de Transportes, y al hermano de Koldo, Joseba García, en la empresa pública Emfarsa, según describe Anticorrupción en ese auto. Los tres fueron detenidos esta semana por su presunta implicación en el caso.
De la moción de censura a la sospecha
A última hora de este viernes fuentes de la dirección socialista ya consideraban que la situación política de José Luis Ábalos no tenía mucho recorrido. Todopoderoso secretario de organización y ministro de Transportes, fue uno de los hombres que participó de manera directa en las negociaciones para sacar adelante la moción de censura contra Mariano Rajoy que aupó a Pedro Sánchez a la Moncloa y también para conseguir acordar el primer Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
Jugó, además, un papel trascendental en los primeros pasos de Pedro Sánchez como secretario general de los socialistas, principalmente tras la ruptura que se produjo en el seno del partido para desalojarle. En el regreso de Sánchez para presentarse a las primarias que acabaría ganando a Susana Díaz, Ábalos fue una de las pocas personas que se mantuvo leal al lado del hoy presidente del Gobierno.
Tras su salida del Ministerio y de la secretaría de organización, que esta misma semana Pedro Sánchez desvinculó “rotundamente” de cualquier indicio de irregularidad, Ábalos pasó a ser diputado raso en el Congreso. Contra casi todos los pronósticos, el político valenciano repitió en las listas de las pasadas elecciones generales para revalidar su acta en el Congreso y ser designado, además, presidente de la Comisión de Interior. Sus planes a medio plazo, sin embargo, eran otros, y no ocultaba su querencia por algún puesto que le permitiese seguir participando en la política institucional aunque, preferiblemente, fuera de España. Unos deseos que, muy probablemente, hayan terminado de frustrar el caso que implica a Koldo García, el hombre que empezó siendo su chófer y acabó de alto cargo en el Gobierno como persona de máxima confianza.
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