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Rajoy elige quedarse solo con su mayoría absoluta

La práctica totalidad del arco parlamentario le ha afeado a Rajoy su distancia con la realidad, mientras el presidente, desde la tribuna, se ha peleado con todos ellos con un tono bronco. Tras un discurso triunfalista, pronunciado por el presidente en el tramo matutino, se han sucedido una serie de intervenciones en las que ninguno de los grupos intervinientes han comprado la foto del estado de cosas, ni el amable filtro con el que Rajoy la ha tuneado. Rubalcaba se preguntó: “¿En qué país vive usted?”, y con la pregunta el cara a cara entre presidente y líder de la oposición se convirtió en un juego de espejos, en donde el socialista destacó las desigualdades frente al triunfalismo del popular. Rubalcaba intentó hablar del aborto pero Rajoy se negó, probó con la corrupción y encontró la misma respuesta. El presidente respondió a lo que quiso y se apoyó en un discurso escrito incluso en el turno de réplicas y dúplicas.

Si la tradición parlamentaria obligaba a analizar quién ha ganado el debate y en ese quién los únicos candidatos eran el presidente y el líder de la oposición, en esta ocasión las cosas han cambiado. Si Rajoy ha perdido, ha perdido contra todos. Con Rubalcaba se evidenciaron dos visiones opuestas de lo que le está sucediendo a los españoles. El popular y el socialista se apoyaron en la hemeroteca para reprocharse la crisis mutuamente. Finalmente, Rubalcaba sacó un texto que el propio Rajoy publicó en el diario Faro de Vigo en 1983 en el que afirmaba que “los hijos de buena estirpe son esencialmente mejores” y dibujó esa frase como la inspiradora de la hoja de ruta del Gobierno. Sin embargo, la parte más bronca estaba todavía por llegar.

La evolución del debate en su primera jornada acabó por llevar al presidente al territorio del tono encendido con el que respondió a las intervenciones de la Izquierda Plural. “No tengo nada que decirle. Que usted lo pase bien”, llegó a responder Rajoy al diputado Joan Coscubiela (ICV) que previamente había acusado a su gobierno de actuar con “sadismo” frente a los que menos tienen. El presidente no se mostró cómodo en el intercambio dialéctico con Cayo Lara (IU) y los suyos. El líder de IU acusó a Rajoy de legislar “para las élites empresariales” y la banca. “A ver si se enteran de una vez que estamos en 2014 y no un siglo atrás. Señor Lara, no haga el discurso de que es Draghi el que ha recuperado la economía española, no es verdad”, le respondió Rajoy.

El intercambio de argumentos entre Rajoy y la Izquierda Plural a Rajoy se le abrió el frente de Ceuta. Ante las críticas, el presidente refrendó al ministro de Interior y aseguró que “no voy a destituirle. Es un excelente ministro”.

Los desencuentros continuaron en todos los intercambios dialécticos y en torno a todos los temas. Si la cuestión era el tema catalán, y por mucho que el interlocutor fuese Josep Antoni Duran i Lleida, a Rajoy se le hizo imposible encontrar complicidades con nadie. Duran reprochó a Rajoy la pasividad que está demostrando ante la anunciada consulta soberanista y le advirtió: “Si usted no quiere una Cataluña amputada, apueste por el diálogo”. Pese a la mano tendida, Rajoy endureció su tono para asegurar que “el presidente de la Generalitat sabe de mi predisposición al diálogo pero no se puede negociar sobre algo de lo que uno no dispone, como son los pilares básicos de la Constitución”.

“No estoy para escuchar lecciones de política económica”, le dijo más tarde a Rosa Díez (UPyD). La diputada magenta le había preguntado previamente al presidente que “¿a qué viene sacar pecho por la bajada de la prima de riesgo, si para llegar a ello su gobierno no ha hecho más que seguir órdenes?”. Díez calificó al popular como “el presidente más antipolítico de la etapa democrática” por su renuencia al debate y su confusión entre “democracia” y “tecnocracia”. Además, la política vasca se quejó de que Rajoy se hubiera olvidado de las víctimas a las que no había citado en ninguna de las intervenciones previas. Pese a todo, la portavoz de UPyD finalizó tendiendo su mano para colaborar pero una vez más Rajoy optó por la soledad y respondió que “el hecho de tender la mano tiene muy poca credibilidad”.

Pasadas ya las 21.30, Rajoy realizó su primer reconocimiento de errores pero lo hizo, una vez más para cargar contra su interlocutor: “Hemos cometido equivocaciones, como todo el mundo, menos usted”. Díez reaccionó: “Soy consiciente de que me equivoco muchas veces y hoy me he equivocado al pensar que estaría en una actitud de aceptar una mano pero le ha podido la soberbia”. La diputada reafirmó su argumentario advirtiendo a Rajoy: “para tranquilizarle, no tengo ninguna intención de cortarle la mano”.

Como respuesta, en su último turno, Rajoy aseguró: “Estoy contento porque creo que mis tesis las comparten más personas”.