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Sánchez y los 17 ministros del PSOE se ponen al frente de la campaña del 28M

Pedro Sánchez, en un acto del PSOE en Málaga

José Enrique Monrosi

13 de mayo de 2023 22:09 h

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Como si fueran generales. El presidente del Gobierno y la totalidad de ministros del ala socialista del Ejecutivo se ponen al frente de la campaña del 28M, una cita de ámbito municipal y autonómico pero con grandes dosis de partida política estratégica para el tablero estatal. En el PSOE asumen que lo que diga el escrutinio dentro de un par de domingos puede influir decisivamente en la contienda de las generales previstas para finales de año. Y por eso, y también por el empeño en convertir la acción de cuatro años de coalición progresista en un activo electoral del conjunto del partido, se vuelcan Pedro Sánchez y el núcleo duro socialista en el primer cuerpo a cuerpo en las urnas con el PP de Alberto Núñez Feijóo. 

En total, Sánchez tiene previsto participar en hasta 15 actos durante las dos semanas de campaña, lo que significa que el presidente tendrá agenda electoral todos los días, algunos por partida doble, a excepción del primero, que coincidió con la visita a la Casa Blanca de este viernes. Además, el próximo martes protagonizará un nuevo cara a cara con Feijóo en la sesión de control del Senado.

En Ferraz han conseguido desterrar la idea de que en las candidaturas territoriales del PSOE hubiera recelos sobre la implicación del Gobierno por el desgaste del propio Ejecutivo y de su presidente tras cuatro años de legislatura. Muy al contrario, cree la dirección socialista que si algo ha demostrado el desarrollo de la precampaña es que tanto el propio Sánchez, en primera persona, como cualquier miembro de su Gobierno son “verdaderos reclamos” para la militancia y para el conjunto de candidaturas. 

“Los alcaldes y los candidatos están encantados, por ejemplo, con la apuesta del Gobierno por la política de vivienda, que es un tema que les afecta de lleno porque tienen buena parte de las competencias y porque es una problemática muy de ámbito local”, resaltan en la dirección del partido sobre uno de los temas sobre los que está pivotando la discusión política tras los anuncios de Sánchez de miles de viviendas públicas para alquileres asequibles o de créditos ICO como ayuda para hacer frente a la entrada en la compra de pisos.

Creen también en el PSOE que han conseguido cerrar de manera más o menos exitosa algunas de las principales fugas abiertas entre su propio electorado e incluso también entre la militancia a propósito de tropiezos sonados como la reforma del solo sí es sí o la del delito de malversación. Episodios que, según admiten en la propia dirección federal, llegaron a generar un ambiente de depresión colectiva entre el votante progresista. 

La sensación ahora es que ese estado de ánimo ha cambiado y que ha conseguido arraigar una especie de sensación generalizada de orgullo por lo hecho por la coalición progresista durante una legislatura marcada por las crisis de la pandemia y de la guerra. En esa línea, gran parte del discurso de campaña del PSOE pasa por emplearse a fondo en la contraposición de modelos de gestión: la apuesta por los derechos sociales, por los servicios públicos y políticas redistributivas de protección a las clases medias y trabajadoras frente “a la cultura del pelotazo” o los recortes del PP. 

Las últimas previsiones de organismos como el Banco de España o el Fondo Monetario Internacional, que coinciden en apreciar un impulso de la economía española por encima incluso de sus propias previsiones, y los datos de empleo y de afiliación a la seguridad en algunas de sus mejores cotas de toda la serie histórica también se han convertido en munición electoral para el PSOE, que saca pecho de una gestión descalificada constantemente por la derecha. 

“Entiendo su frustración, señora Gamarra”, le dijo el presidente a la portavoz de los populares esta semana en el Congreso sobre el discurso apocalíptico de las medidas económicas del Ejecutivo. “El apocalipsis que anunciaron no llegó. Si tienen la bola de cristal en garantía, devuélvanla”, le dijo antes de poner en valor “la mayor paz social de Europa” tras el acuerdo entre sindicatos y empresarios sobre la subida salarial para los próximos tres años.

El Gobierno se despliega por todo el territorio

La agenda del PSOE para las dos semanas de campaña está repleta de decenas de actos en los que el cartel cuenta con la presencia de algún ministro o ministra. Los miembros del Gobierno se desplegarán de norte a sur y de este a oeste por todo el territorio incluyendo ciudades grandes, medianas o incluso pueblos pequeños en busca de votos decisivos para ganar diputaciones provinciales señaladas en rojo por el contrapeso político que puedan ejercer, principalmente, a ayuntamientos o comunidades gobernadas por la derecha.

Aunque en cada territorio las candidaturas municipales y autonómicas cuenten con sus propios liderazgos y sus propias propuestas programáticas en función de las peculiaridades de cada municipio o comunidad, el planteamiento general en el PSOE es que el 28 de mayo es, en realidad, la primera parada de una batalla política entre bloques que es probable que se decida por la mínima y que, en todo, caso, puede ser determinante para el resultado final.

Esas perspectivas de un resultado ajustado ya son vistas como un triunfo tanto en Ferraz como en la Moncloa, donde recuerdan cómo el PP daba por amortizado al Ejecutivo y a Pedro Sánchez tras el aterrizaje forzoso de Feijóo en la arena nacional. “Lo que dijeron es que nos barrían y que era cuestión de tiempo y ahora parece que ellos mismos han matizado esos pronósticos”, rememoran en el PSOE.

A 15 días del primer gran duelo entre Sánchez y Feijóo en las urnas, los socialistas muestran un relativo optimismo sobre las posibilidades de conservar plazas políticas de tanto peso como la Generalitat valenciana o el ayuntamiento de Sevilla, además de comunidades como Baleares, Castilla - la Mancha o Extremadura. En eso se vuelcan el presidente del Gobierno y sus ministros convencidos de que, de lograrlo, conseguirían poner sordina a un 'efecto Feijóo' que durante varios meses les mantuvo en vilo y que ahora confían en que pierda fuelle de cara a las generales.

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