Los sindicatos se suman a la presión para que la izquierda avale intacta la reforma laboral
Aunque quince días en política son un mundo, la presión sobre los socios parlamentarios de la coalición va incrementándose de cara a la votación de la reforma laboral del próximo 3 de febrero. Al rotundo llamamiento de Moncloa para que los socios habituales de la coalición avalen sin ‘peros’ el decreto ley que aprobó el Consejo de Ministros el 28 de diciembre, se han sumado de nuevo los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, que sellaron ese acuerdo con la patronal, ante la amenaza de PNV, ERC o EH Bildu de votar en contra.
Los líderes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo, respectivamente, participaron este jueves en un acto organizado por el PSOE en Ferraz en el que defendieron las 'bondades' de la reforma laboral frente a las fuerzas que consideran que es poco ambiciosa. “La gente debería ser prudente a la hora de hablar de este acuerdo”, avisó Álvarez en el comienzo de su intervención, en el que puso como ejemplo que una camarera de piso de Barcelona cobra desde la entrada en vigor del decreto 5.315 euros más gracias a que prevalece el convenio del sector sobre el de la empresa. “Hemos abordado tres temas”, explicó el secretario general ugetista, que se refirió a la ultraactividad, en la que “se vuelve a la norma anterior”; la prevalencia de los convenios colectivos, en la que “casi se vuelve a la norma anterior”; o la negociación colectiva: “Se puede ver el vaso medio lleno, medio vacío o no ver el vaso, pero hay una derogación de la reforma laboral”.
Tanto Álvarez como Sordo aseguraron que no está todo hecho en materia laboral, pero apostaron por llevar a cabo otros cambios más adelante a lo largo de la legislatura, como las indemnizaciones por despido, su causalización o la recuperación del peso de la Administración en la autorización de los ERE. “Todo lo que hemos acordado en absoluto va en contra de que se pueda avanzar en estas materias. Es un acuerdo al que difícilmente desde la izquierda se puede decir que no. Puede ser que alguien quiera más. Yo la verdad es que no dejo de comer porque no pueda cenar. Me parece razonable que pueda subir un peldaño, aunque no pueda subir la escalera”, resumió Álvarez.
El coordinador general de CCOO, por su parte, defendió el acuerdo alcanzado en el marco del diálogo social sin que ello suponga un “choque de legitimidades” con las Cortes Generales frente a lecturas “frivolonas” sobre el protagonismo de algunos ministerios o los intereses del Gobierno, en respuesta a las críticas de ERC. “Es un buen acuerdo”, dijo Sordo, que en la misma línea que el ministro Félix Bolaños emplazó a las fuerzas de la investidura a “preservar el contenido del acuerdo”.
Ese incremento de la presión por parte de los líderes de las centrales se produce tras el golpe en la mesa que dio el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y las advertencias de otros socios del Gobierno, como el PNV, que se mantienen en el ‘no’ a la reforma laboral, entre otras cosas porque no incluye la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales que reclaman las fuerzas nacionalistas y también los sindicatos y la patronal en Euskadi y Catalunya. Sin embargo, es una cuestión que se excluyó del acuerdo de los agentes sociales, en cuya negociación tampoco estuvo sobre la mesa tocar las indemnizaciones por despido, que es otra de las grandes exigencias de ERC o EH Bildu.
“Pedimos a los partidos, y particularmente a los partidos de izquierda, que piensen más en la posibilidad de que millones de trabajadores en España tengan un contrato indefinido a las próximas elecciones generales”, expresó Sordo a primera hora de la mañana en una respuesta velada a las palabras de Rufián, que avisó la víspera de que “ERC no negocia ni vota proyectos personales” en referencia a la vicepresidenta Yolanda Díaz.
“Quedan dos años de legislatura en los que indiscutiblemente se pueden tomar medidas de carácter laboral, algunas de las cuales, como despidos, los sindicatos compartimos el fondo del asunto. Lo que pasa es que puede haber perfectamente dos espacio de negociación”, agregó Sordo en un discurso plenamente alineado con el de Díaz, cuyo ministerio está planteando que se apruebe este decreto bajo el compromiso de incluir más adelante cambios, como el relativo a los convenios autonómicos, en el Estatuto de los Trabajadores. Esa jugada, no obstante, no la ven en el PSOE, donde no quieren a priori negociar condiciones a futuro.
“Sería una torpeza de carácter histórico”, remató el líder de CCOO sobre la posibilidad de que el centro derecha acabara apropiándose de la reforma laboral por “la falta de visión de los grupos de la izquierda parlamentaria”. Ese aviso procede de la evidencia cada vez más palpable de que el ala socialista del Gobierno mira a Ciudadanos, cuya única condición es precisamente que el decreto ley se apruebe tal y como está a cambio de su ‘sí’. Fuentes gubernamentales dan por perdido un posible entendimiento con EH Bildu, aunque fuera por medio de una abstención, dado que consideran que ha hecho exigencias “imposibles”, aunque confían en “el sentido de la responsabilidad de ERC” y en atraer al PNV, cuya cúpula mantuvo un almuerzo con el portavoz socialista, Héctor Gómez. Las tres formaciones se mantienen, al menos por ahora, en el 'no' y desde el sector socialista advierten de que no pueden renunciar a los apoyos del partido de Inés Arrimadas.
El PSOE: “La única preferencia es que salga adelante”
En medio de la tensión soterrada en la coalición por la vía Ciudadanos, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, reconoció su deseo de “ensanchar mayorías” en las grandes políticas del país, entre las que los socialistas incluyen la legislación laboral. “Hay fuerzas que de manera más habitual y más frecuente consiguen acuerdos con el Gobierno y para nosotros esas fuerzas políticas (...) son fuerzas prioritarias en nuestro diálogo; pero en este caso, en el caso de la reforma laboral, es una reforma de Estado, de país, que es buena para nuestro país”, explicó Bolaños en un desayuno informativo en el que, en presencia de Sordo y Álvarez, entre otros, reclamó de nuevo el apoyo a todas las fuerzas parlamentarias, incluido el PP: “Sindicatos y empresarios han estado a la altura, ahora toca a las fuerzas políticas estar a la altura”.
Al PSOE le da igual en este caso que la reforma laboral salga adelante gracias a Ciudadanos y una geometría variable con grupos pequeños, como dejó negro sobre blanco la vicesecretaria general, Adriana Lastra: “Se puede llegar a acuerdos con quien piensa diferente y es positivo”. “Me gustaría que todos los grupos aprobaran la reforma laboral. En eso es en lo que estamos trabajando de manera coordinada partido, Gobierno y grupo parlamentario. La única preferencia que tiene este Gobierno es que salga adelante”, respondió sobre las posibles alianzas.
Las intenciones del PSOE despiertan suspicacias en Unidas Podemos, que trata de evitar que la reforma laboral, que es la carta de presentación del proyecto político de Yolanda Díaz y una de las medidas estrella del socio minoritario, quede en la hemeroteca como la que salió gracias al centro derecha, una baza que fuerzas como ERC aprovecharán electoralmente. Por ahora el Ministerio de Trabajo sigue confiando en conservar a los aliados de la investidura, que se muestran cada vez más alejados.
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