Soledad Becerril (Madrid, 1944) ha sido una política conservadora que se ha dedicado a romper techos de cristal: fue la primera mujer ministra, la primera mujer alcaldesa de Sevilla y la primera defensora del Pueblo. La primera vez que entró en el Congreso fue en 1977, se convirtió en una de las 21 féminas que entraron en aquel momento en la Cámara.
Esta mujer ha ocupado cargos en administraciones de UCD y PP. Asumió su último cargo institucional en plena crisis económica, en esa época que finalizó en 2017 defendió los derechos de migrantes, refugiados, desahuciados y víctimas de recortes sociales. Asume las próximas elecciones defendiendo que el partido mayoritario en la oposición facilite el Gobierno al más votado.
Su etapa como defensora del Pueblo coincidió con la crisis de los refugiados. En sus memorias recuerda alguna de las visitas que hizo a centros de migrantes y campos de demandantes de asilo. Actualmente, en el ámbito político, se están lanzando mensajes que les criminalizan, ¿cómo lo vive?
Me parece mal. La emigración es un derecho. No podemos anclar a las personas y decirles tú no te puedes mover de tu lugar de nacimiento. Eso sería una nueva esclavitud. Hay un derecho, el derecho a emigrar ha existido siempre y va a seguir existiendo. La emigración va a continuar. Hay que organizarla por cauces legales, pero tiene que existir. Lo que no puede ser es que estés cuatro años esperando a que te den un permiso para salir de tu país y llegar a otro. Se hecho toda la vida y se han constituido y formado los países gracias a la emigración.
En 2016 el organismo que usted dirigía formuló ante las distintas administraciones 708 recomendaciones y 807 sugerencias. Estas resoluciones suponen deberes para las distintas administraciones. ¿Se cumplen?
Me marché en julio del 2017 habiendo comprobado con absoluta corrección que entre un 90 y un 93% de nuestras recomendaciones y sugerencias eran aceptadas y puestas en vigor. Habíamos conseguido subir mucho el nivel de aceptación por nuestra insistencia, por nuestra perseverancia y porque lo que pedíamos era conforme a la ley. Teníamos unos procedimientos informáticos que nos permitían seguir día a día las contestaciones y los tiempos que las administraciones tardaban.
Por lo tanto, en cuanto tardaban un tiempo que nos parecía suficiente, en la página web poníamos los nombres de aquellas administraciones que eran entorpecedoras y las destacábamos con unos rótulos rojos, igual que en la bolsa. Cuando aparecían estos mensajes, la mayoría respondían inmediatamente y si tardaban un tiempo no aceptable, lo poníamos en conocimiento de la Fiscalía. Esto era mano de santo. Inmediatamente contestaban alcaldes, concejales, consejeros de comunidades o desde ministerios.
Teniendo en cuenta que al final tenían que dar toques de atención a administraciones que podrían coincidir con el partido en el que usted había militado, ¿llega a ser una postura incómoda ser defensora del pueblo?
No es incómoda, es un deber. Había renunciado a mi adscripción al Partido Popular y era un compromiso con la sociedad y conmigo misma. Yo tenía la obligación de actuar siempre que considerara o que mi equipo me mostrara que se infringía una ley, un reglamento y que se ignoraba un derecho. Los repasaba con mucha atención y firmaba. Unas veces ha afectado a grupos de un determinado partido político y otras veces a otro.
Usted llegó a ser defensora en plena crisis económica, con la atención mediática centrada en los desahucios, ¿cuesta ponerle freno a los bancos?
Recuerdo llevarle a la vicepresidenta de Gobierno [durante el Gobierno del PP] unas copias de escritos de personas que iban a ser desahuciadas y que nos parecía que les causaba un daño tremendo lanzar a esas personas a la calle, además informamos al Congreso y al Senado. Al poco tiempo se aprobó por unanimidad una modificación de la Ley Hipotecaria, en virtud de la cual se da al juez instrumentos para que pueda valorar las circunstancias que concurren en esa familia. Tuvimos una actuación también decisiva para que hubiera una ley conocida como de segunda oportunidad, para aquellas personas o familias que tenían un endeudamiento muy alto y que a lo largo de su vida no iban a poder solucionar la situación.
Actualmente los colectivos en defensa de las personas que van a ser desahuciadas recurren a un organismo vinculado a la ONU, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, porque a pesar de que existen estas normativas, gente con pocos recursos y con problemas económicos tienen amenazas de desahucios....
No entiendo que pueda haber desahucios en este momento a personas o familias que lleven un tiempo en el desempleo total; a una persona o una mujer sola, con hijos a su cargo y con unos ingresos mínimos o apenas sin ingresos y una familia con un menor con una gran discapacidad. Creo que eso no es aceptable, no es tolerable.
Usted ha impartido clases en la Universidad. El sector educativo lleva años pidiendo mayor inversión, que la ley se modifique o que aumenten las becas, ¿cree que los representantes públicos trabajan en una buena política educativa?
En materia educativa creo que es fundamental un acuerdo entre los grandes partidos. Aunque no solamente en esa cuestión, en materia de migración también para ponerse de acuerdo sobre los cauces y canales que vamos a defender aquí y en la Unión Europea. También sobre Cataluña, la situación es muy grave debido a las vulneraciones de la ley desde el Gobierno catalán y desde la mayoría del Parlamento que afectan a toda España, pero de manera muy directa afecta negativamente a un porcentaje mayoritario de catalanes.
En estas y en otras cuantas materias, me parece fundamental un gran acuerdo entre los partidos que respetan la Constitución. En vísperas de unas elecciones, yo abogo por que el partido que sea mayoritario en la oposición facilite al Gobierno la gobernación. Me parece que es lógico que ponga algunas condiciones en estos y otros campos, pero me parece fundamental que se facilite la gobernación al partido que obtenga mayor número de votos. Me parece absolutamente vital.
La imagen de Adolfo Suárez se recupera mucho. El otro día en el debate de candidatos fue recuperada por Pablo Iglesias, ¿cree que actualmente no quedan políticos como Suárez?
Si quedan, se les ve poco. No puedo decir que no quede, pero se les nota poco. Se les ve poco.
Volviendo a Podemos, esa generación de políticos y partidos que han salido tras el 15M han sido muy críticos con el régimen del 78, con la Transición. ¿Qué opina de esas críticas a la Ley de Amnistía y al trabajo que ustedes hicieron?
Hicimos un trabajo con el apoyo de la inmensa mayoría de los españoles, esto sí que es muy importante. Hicimos un trabajo extraordinariamente bueno, que consistió en transitar de manera pacífica y acordada de una dictadura a una democracia. Fue un trabajo muy bien hecho hasta tal punto que historiadores reputados, españoles, británicos, alemanes y americanos así lo han destacado. Desde el profesor Fusi a Santos Juliá, pasando por otros muchos, como Álvarez Junco, dicen que es la mejor etapa posiblemente de la historia reciente de España. Ahí quiero señalar que el papel del rey don Juan Carlos fue absolutamente fundamental.
Teniendo en cuenta ese espíritu de la Transición, ¿cómo valora usted que haya nuevas elecciones porque los partidos no se ponen de acuerdo?
Lo lamento mucho. Por eso creo que debe llegarse a un pacto para los grandes asuntos. Otra de las grandes cuestiones que me he dejado antes son las pensiones y el próximo futuro económico, porque parece que vamos a entrar en un momento de grandes dificultades económicas, de no crecimiento e incluso de recesión.
¿Qué le ha parecido que el cuerpo de Franco haya salido del Valle de los Caídos?
No voy a analizar las acciones ni del gobierno ni de la oposición. Creo que cuando se trata de modificar la situación de una persona o de una familia, con carácter general, hay que buscar un acuerdo con la familia. Me parece que es lo más respetuoso, pero yo no valoro ya la acción del Gobierno.
Usted vivió el 23-F en el Congreso. El día de la exhumación de Franco reapareció Antonio Tejero vitoreado en el cementerio de Mingorrubio, ¿qué le transmiten esas imágenes?
Lo que recuerdo muy bien es que yo formaba parte del Consejo de Ministros cuando recurrimos la sentencia, que era muy benévola para el señor Tejero y otros muchos compañeros suyos en el intento de golpe de Estado. En el Consejo el fallo pareció casi exculpación del golpe y se recurrió. Como consecuencia, fue un tribunal civil quien les impuso a algunos de ellos la máxima pena, porque había sido un tribunal militar el que dictó esa liviana pena.
Después de la sentencia del procés, se han comparado las penas del 23F con la de los líderes independentistas, ¿cómo ve esta relación? ¿qué le ha parecido la sentencia contra los líderes independentistas?
No tiene nada que ver una sentencia con otra porque son hechos muy distintos. Acato la sentencia, naturalmente, y no tengo nada que decir. El proceso ha sido absolutamente ejemplar, en el fondo y en la forma, se ha visto con toda limpieza y transparencia. Lo hemos visto millones y millones de personas con un tribunal absolutamente independiente. Eso es una garantía de nuestra democracia.
¿Cómo ve la situación en Catalunya? ¿por qué solución aboga?
Las medidas que haya que tomar deben ser tomadas por Gobierno y oposición, sobre todo por una gran parte de la oposición que está con la Constitución. Por eso he hablado al principio de que yo espero que el Gobierno que salga tenga el apoyo suficiente para tomar medidas en varios campos, pero además para hacer respetar la legalidad en Cataluña.
En 1998, siendo regidora de Sevilla, ETA asesinó al segundo teniente de alcalde de su Consistorio, Alberto Jiménez-Becerril, y su mujer, Ascensión García. Veinte años después de esos hechos y tras la disolución de la banda terrorista, ¿considera que se ha cerrado el capítulo de ETA?
Se ha cerrado una parte. Se ha acabado la capacidad de atentar, pero quedan otras cosas. Primero, siempre quedará el recuerdo de las víctimas, la atención a las víctimas y que lo que les sucedió se cuente en los libros de historia y en los libros de texto.
Tenemos que ayudar a las familias de las víctimas porque es casi imposible que superen el dolor que tienen. Tenemos una obligación ante la ciudadanía de hablar de ello pero no olvidemos a los periodistas muertos, a los jueces, a los miembros del Tribunal Constitucional, a los miembros de los tribunales, a los profesores, a los ciudadanos que tranquilamente pasaban por la calle, a los menores, a los niños en brazos saliendo del cuartel de la Guardia Civil, a mis concejales y a otros concejales. No podemos olvidar.
Además, tenemos que continuar preservando esa memoria e impidiendo actos que que exalten el historial de terrorismo de estas personas, aunque salgan de prisión. Además, a mí me gustaría que esas personas estuvieran inhabilitados para el ejercicio de la función pública.
Políticamente, usted se ha dedicado a romper techos de cristal. Fue la primera mujer ministra, la primera mujer alcaldesa de Sevilla y fue la primera defensora del Pueblo. ¿Es usted feminista?
Me considero una de las personas que abrió una brecha, sobre todo en la segunda mitad de los 70. Cuando llegamos al Congreso fuimos 21 diputadas en un Congreso de 350 escaños y en el Senado fueron seis las senadoras en una Cámara de 248 escaños. Todas aquellas abrimos un cauce muy estrecho que se fue ensanchando y ampliando, ampliando, ampliando hasta llegar al mar, hasta la desembocadura de un mar donde ya estamos todas y todos. No me considero ninguna heroína. Ese seis por ciento de mujeres diputadas demostró que era muy difícil llegar, que éramos muy pocas, porque la mujer tenía, entre comillas, reservadas otras funciones, otros papeles. Aunque había excepciones, en la vida pública, en el periodismo, en el mundo artístico, científicas, pero eran muy pocas, muy pocas, muy pocas.
Ahora hay chicas muy jóvenes en las manifestaciones, por ejemplo en el caso de las concentraciones contra la sentencia de 'la manada' había muchas adolescentes movilizadas que eran menores de edad. ¿Cómo ha vivido la evolución de la defensa de los derechos de las mujeres?
Lo veo de manera muy favorable. Hay que revisar el Código Penal para que no se vuelvan a producir sentencias como las últimas que hemos visto, en las que actos de una violencia terrible son considerados abusos y no violaciones. Seguramente no es culpabilidad de los jueces, sino de un Código Penal que no ha contemplado estos hechos que son gravísimos. Parece que requieren que la mujer sea una heroína, una heroína que se enfrente a cinco gigantes violentos, con unas dimensiones que no hay manera ni por qué enfrentarse a ellos. Estas modificaciones en el Código Penal y en otras cuestiones más requiere inmediatamente la actuación de las Cortes Generales.