Tres policías imputados por la muerte a tiros de un joven en su casa de Vallecas
Tres policías nacionales permanecen imputados por la muerte a tiros de un joven de 21 años en el rellano de su casa de Vallecas, en Madrid, el 26 de noviembre pasado. Los agentes han declarado que el chico les atacó reiteradamente con un cuchillo y que se vieron obligados a disparar en al menos 18 ocasiones para salvar su vida. El cuerpo de Kebyn registraba seis tiros. El titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Madrid, Pedro López Jiménez, tomó declaración a los tres agentes en diciembre de 2021. Desde entonces mantiene sobre ellos la condición de investigados por un delito de homicidio.
Hasta el momento solo había trascendido la versión que al día siguiente de los hechos ofreció un portavoz policial: la madre había llamado alarmada por las amenazas al resto de la familia de su hijo mediano, entregó las llaves de los agentes en la calle y el chico se abalanzó sobre ellos cuando accedieron al piso. Cuando el juez recibió el atestado policial decidió abrir diligencias y citar como investigados a dos de los agentes. Tras tomarles declaración imputó a un tercero que también había disparado. La familia de Kebyn Brayan Asencio, de origen dominicano y nacionalidad española, cree que los policías irrumpieron en su casa disparando.
La situación que la madre de Kebyn y otro hijo, de 25 años, describieron a los cuatro policías que se personaron en la calle San Claudio pasadas las nueve y media de la noche convenció a los agentes de que debían subir al domicilio con un escudo protector. Kebyn había agredido a su hermano de un puñetazo y amenazado a la familia con un cuchillo. Llevaba tres días muy alterado.
Los cuatro agentes llevaban chaleco antibalas. Tres de ellos, los que cabían, tomaron un ascensor y accedieron en el mismo instante a la vivienda, en la novena planta de un edificio de diez pisos en el modesto barrio de Palomeras, en uno de los distritos con menos renta per cápita y esperanza de vida de la capital. El cuarto policía subió a pie tres pisos y allí tomó otro ascensor.
A partir de ahí solo se conoce la versión de los agentes, completada después por los efectivos del Samur y los informes de la Policía Científica y los forenses. Según los agentes actuantes, Kebyn apareció en el salón escondiendo un cuchillo en una manga, con la mirada perdida, antes de abalanzarse sobre ellos pese a las advertencias. Acometía una y otra vez contra el agente que llevaba el escudo y que se ofrecía en primer lugar. Dicen los policías que saltaba e intentaba acuchillarles por encima de la protección y por los laterales. Kebyn medía 170 centímetros y pesaba 70 kilos.
En una de las acometidas, el agente que portaba la protección perdió el control de la misma. Fue entonces, siempre según la versión de la Policía, cuando Kebyn se fue a acuchillar a uno de los agentes que estaba en el suelo del rellano de la escalera, desprotegido. Este policía dice que Kebyn le intentó apuñalar varias veces en la cabeza, pero que él se apartaba y el cuchillo impactaba contra la pared. Que entonces sacó su arma y disparó. Otros dos agentes le imitaron. Cuando el cuarto accedió a la novena planta, Kebyn ya había doblado las rodillas por los disparos de sus compañeros.
Pese a ello, continúa el relato de los agentes, Kebyn no soltaba el cuchillo, así que tuvieron que golpearle “muchas veces” con las defensas e incluso pisarle una mano. Aún así seguía revolviéndose, aseguran. Uno de ellos se puso encima de él y le engrilletaron. El testimonio de uno de los agentes ante el Grupo de Homicidios recoge que tardaron “varios minutos” en ponerles las esposas por la resistencia que presentaba.
El informe provisional del médico forense adscrito al juzgado concluye que no hay disparos dirigidos a órganos vitales y que todos se realizaron de pie, frente a frente, a excepción de uno, más escorado. Pero añade: “Cada uno de los disparos, por sí solos, probablemente no habrían causado el fallecimiento, al causar hemorragia de menor intensidad que podría, eventualmente, haber permitido una mayor supervivencia, y tratamiento quirúrgico hospitalario”.
Cuando le dieron la vuelta, los policías aseguran que percibieron los agujeros de bala y que intentaron taponarle las heridas. El Samur llegó al poco y después de 60 minutos de maniobras de recuperación, los sanitarios certificaron la muerte de Kebyn Brayan Peralta Asencio, quien había cumplido 21 años dos semanas antes.
Un cuchillo roto y sin huellas
El supuesto cuchillo que utilizó Kebyn contra los policías apareció fracturado en una repisa del salón. La hoja estaba separada del mango y fue encontrada junto a la puerta de acceso a la casa. Uno de los policías asegura que el cuchillo se rompió como consecuencia de los impactos contra el escudo, más de quince. Otro afirma que, pese a que el cuchillo apareció sin mango, Kebyn Brayan lo clavó “muchas veces” contra la pared en su intento de alcanzar en la cabeza al policía que disparó primero y que, tras recibir siete tiros, nunca lo llegó a soltar.
Según el informe de la Policía Científica, el utensilio tenía una hoja de 12,5 centímetros de largo y un ancho de 2,3 cm. Un cuchillo de mesa, de los que se utilizan para cortar un filete en el plato, tiene unas dimensiones ligeramente inferiores, entre 10 y 12 centímetros de largo y un ancho de alrededor de 2.
El informe de la Policía Científica no encontró huellas en el arma blanca. Los peritos afirman: “En el caso que nos ocupa y una vez valoradas las condiciones comentadas y realizadas las labores pertinentes NO SE HAN REVELADO HUELLAS con un sistema de crestas considerado con calidad acorde al Procedimiento Específico de Revelado de Huellas Latentes vigente, sobre las superficies tratadas de los vestigios reseñados en el presente”. En los informes de la causa tampoco constan marcas de cuchillo en las paredes del rellano.
Los agentes de la Científica, pertenecientes también al Cuerpo Nacional de Policía, describen en su informe de inspección ocular el estado en el que encontraron el escudo que utilizaron los agentes: “Al inicio del segundo tramo de escaleras de subida hacia la décima planta, se puede observar un escudo policial de material plástico en el que se aprecian restos de una sustancia parduzca, al parecer sangre, en su cara interior, además de diversos arañazos en su cara externa, encontrándose parte del lateral inferior izquierdo incompleto”. Los policías fueron reconocidos por heridas leves, que a ninguno costó la baja, como contusiones en la nariz, en las piernas o “un chichón” en la cabeza.
El agente 129.858 fue citado en un principio como testigo, pero acabó imputado en las diligencias de instrucción 2121/2021 del Juzgado número 1 de Madrid. Es el policía que describe los intentos de cuchilladas dirigidos a su cabeza, repetidos “muchas veces”, en el rellano de la escalera. En su primera declaración, asegura que hizo cuatro disparos. Ante el juez reconoció al menos nueve.
El policía con número 130.986 es el que porta el escudo. Asegura que a Kebyn se le llegó a caer el cuchillo pero que lo recuperó y continuó con su intento de agresión. Es quien habla de al menos 15 cuchilladas en el escudo. Reconoce haber disparado ocho veces.
Tres días después de los hechos, los policías escriben una primera diligencia de informe que arranca así: “No cabe duda, que el inicio de la intervención policial, que desembocó en el fatal desenlace para la víctima Kebyn Brayan Peralta Asencio, se produce como consecuencia de las llamadas de auxilio que tanto su hermano como su madre realizan a los servicios de emergencia, con el fin de solicitar presencia policial ante el temor real de que Kebyn Brayan agrediera con un arma blanca tanto no solo a su hermano, al que ya había agredido con anterioridad, como en esta ocasión a su propia madre”.
El hecho de que los seis disparos –según este primer informe– impacten cuatro de ellos en la zona abdominal y dos en los brazos “hace pensar, que los agentes actuantes, intentaron por todos los medios posibles, no solo salvar su vida e integridad física, sino también la de sus compañeros”. Añade que su intención “en todo momento” fue la de “reducir a la víctima realizando disparos a zonas menos vitales del cuerpo”. “Todo ello con la única intención de repeler las brutales acometidas con el arma blanca a la que estaban siendo sometidos por parte de Kebyn Brayan”, añade.
Respecto a la supuesta actitud agresiva de Kebyn una vez tiroteado y esposado, el primer facultativo del Samur declaró que se lo encontró en la “entrada del domicilio, bocabajo y con los grilletes puestos”. Esta afirmación también contradice las afirmaciones de la primera diligencia de información, elaborada con el testimonio de los agentes, en la que se asegura que los policías actuaron “rápidamente para taponar las heridas de la víctima, mientras esperaban la llegada del Samur”.
El facultativo dijo al juez que Kebyn “estaba vestido”, que le cortó la ropa para “comprobar las heridas” y que “le pidió al policía que le quitara los grilletes” para poder darle la vuelta. “No colaboraba en principio pero no se mostraba agresivo hacia el declarante. Le tuvo que ayudar el policía a darle la vuelta porque no se dejaba, se resistía, no colaboraba. Su compañero tardó poco en llegar”, añade el primer médico en su declaración ante el juez.
El segundo facultativo llegó a la novena planta cuando estaban dando la vuelta a Kebyn. “Estaba moviéndose, algo intranquilo, empezando a perder consciencia”, relata. Y añade: “Cuando entra le estaban dando la vuelta; Kevin se movía, hacía movimientos, como que quería tocarse, no eran movimientos agresivos”.
Disparos por todas partes
Pese a que los agentes declaran que dispararon entre los tres entre 18 y 19 veces, la Policía Científica solo encontró 15 vainas percutidas, correspondientes a otros tantos disparos. Los agentes de la Brigada Provincial de Policía Científica encontraron 4 vainas percutidas y un cartucho ya en el segundo tramo de escaleras que hay que subir hasta la novena planta donde vivía Kebyn con su familia. Ya en la planta novena aparecen en el suelo restos de pared que los agentes identifican con “cinco orificios de proyectil” junto a unos contadores.
Los agentes accedieron al piso con las llaves que les había entregado la madre de la víctima, pero aún así aparece un orificio de bala en la puerta, a 60 centímetros de altura, desconociéndose cuándo pudo haber alcanzado la bala el lugar. En el salón de la vivienda, en una pared, hay otros dos orificios de bala, a 20 centímetros de altura y a un metro. En otra pared hay un tercero a 110 centímetros.
La autopsia de Kebyn reveló la presencia de marihuana, MDMA (éxtasis), difenhidramina (una sustancia sedante que es utilizada para combatir el insomnio pero también de forma recreativa), así como sildenafilo, con efectos similares a la Viagra. Los informes no determinan el tiempo que había pasado desde su consumo
El pasado mayo, el juez acordó a los peritos una diligencia solicitada por la Fiscalía tendente a determinar si las sustancias que había tomado Kebyn pudieron influir en su supuesta “resistencia a los impactos de bala”. Su resultado aún no ha llegado al juzgado. Por su parte, la familia de Brayan ha solicitado al juez que reclame a la Policía Científica un “informe detallado de la trayectoria de los disparos”, así como que se remita al Instituto Anatómico Forense los restos de la ropa que les ayuden a establecer conclusiones más precisas.
Los tres policías imputados están defendidos por el abogado de Jupol, el sindicato policial mayoritario que procede de la plataforma Jusapol. Su defensa ha solicitado que se incorporen los antecedentes de Kebyn por hechos cometidos cuando era menor, si tuviera antecedentes psiquiátricos y las actuaciones por un supuesto robo con intimidación cometido en Leganés. Esto último ha sido rechazado por el magistrado por no tener relación con la causa investigada.
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