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UPyD busca rentabilizar el caso Bankia como su principal activo electoral

Los cinco diputados de UPyD explican la estrategia electoral para 2015.

Carmen Moraga

Los dirigentes de UPyD afrontan la recta final de la legislatura convencidos de que las encuestas que les pronostican unos malos resultados electorales se equivocarán. Para conjurar esos malos vaticinios, la formación magenta va a basar toda su estrategia electoral en rentabilizar al máximo las denuncias que han ido presentando a lo largo de estos años contra la corrupción. Empezando por el caso Bankia, que utilizarán como bandera, al haber sido, junto al movimiento 15M, los primeros en querellarse contra los artífices de su hundimiento.

Frente a esos malos pronósticos de las encuestas, la actitud que han decido adoptar tanto Rosa Díez como el resto de los diputados de UPyD es la de irradiar optimismo y dar imagen de unidad. Lo demostraron en la primera rueda de prensa que ofrecieron este jueves tras las vacaciones navideñas y que decidieron hacer conjuntamente para explicar cómo van a afrontar “los viejos retos” con los que empieza el nuevo curso político: la corrupción y la mala distribución del gasto. Para ello han lanzado un vídeo, “Pobres contra corruptos”, con el que quieren dejar patente que con el “dineral” que se han llevado los corruptos podría erradicarse la pobreza infantil o afrontar los gastos de los fármacos contra la hepatitis C, por ejemplo.

Pero los diputados de UPyD van a hacer hincapié sobre todo en el papel que han desempeñado para destapar el caso Bankia, de cuyos resultados están más que satisfechos. Sin llegar más lejos, creen que uno de ellos es el hecho de que ahora el FROB, “o sea, el Gobierno”, se plantee devolver parte del importe que los accionistas de la entidad intervenida invirtieron en su salida a bolsa. Como ellos han estado reclamando.

Este caso, junto a otros muchos que han denunciado, como la querella contra Jordi Pujol y sus hijos, les ha supuesto un agujero económico en sus arcas. Para poder continuar pagando tasas y recursos y recuperar parte de los gastos, la formación magenta puso en marcha hace unos meses un crowdfunding con la venta de chapas a cinco euros con la leyenda “Yo denuncié a Pujol” o “Yo denuncié a Bankia”, que, aseguran, no les ha ido mal.

Otra de las bazas que utilizará Rosa Díez es que UPyD es un partido “centrado” que ha demostrado que no da “vaivenes”, por lo que va a ser “decisiva” en muchos lugares para configurar gobiernos, tanto en el ámbito municipal como en el autonómico. Díez quiere ir a por todas y ya ha adelantado que presentarán candidaturas prácticamente en todo el territorio nacional. En este sentido, resaltan que ellos ya han celebrado primarias para elegir candidatos adelantándose a otras formaciones políticas, como el PP, que sigue sin desvelar sus cartas. 

Una de las autonomías donde saben que les va a resultar muy complicado obtener representación es Cataluña. Allí tienen todas las de perder frente a Ciudadanos, cuya implantación es ya un hecho. Pese a ello, en UPyD no tiran la toalla y afirman que quien podría llevarse un disgusto es Rivera, al que acusan de haber sido el artífice del fracaso de las negociaciones por la “soberbia” con la que encaró desde el principio el diálogo.

Pero donde tienen puestas todas sus esperanzas es en las generales. “Vamos a ganar, nacimos con vocación de ganar elecciones y estamos convencidos de que nos irá bien”, ha sentenciado Rosa Díez, que sigue manteniendo la intriga sobre si optará nuevamente por ser la candidata a la presidencia del Gobierno, algo que solo los críticos ponen en duda. Síntomas de querer dar un paso atrás ha dado pocos. Por no decir ninguno.

Otra cosa que afirma la dirigente de la formación magenta es que es bueno que ahora haya un panorama político “más abierto y volátil”, con “muchos más jugadores en el tablero”, porque así los ciudadanos tendrán “más opciones donde poder elegir”. Y aunque sus perspectivas electorales sean tan modestas, hasta se permite repartirse a medias con Podemos –partido al que dice “no tener miedo”– la posibilidad de “poner fin al corsé que imponía el bipartidismo”.

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