Volver en tiempos de coronavirus: miles de personas atrapadas en el extranjero y el ministerio de Exteriores desbordado
“La pandemia del COVID19 ha desbordado las previsiones de todos”. Sin paños calientes, Pedro Sánchez admitió la complicada situación que atraviesan las administraciones, al igual que los ciudadanos y las empresas españolas. Una situación que se extiende a nivel global. La enfermedad se expande por todo el mundo mientras los países buscan fórmulas para paliar su propagación con confinamientos nacionales y también restricciones para la llegada de foráneos. Y en medio de esa inédita situación se encuentran al menos 65.000 españoles fuera del país y, en muchos casos, intentando regresar. Sin éxito. La angustia de la pandemia se suma a la imposibilidad de volver a casa. “Vayas donde vayas te miran como apestados”, lamentan Mar y Carlos, atrapados en Perú.
Noventa países prohíben la entrada de españoles o han suspendido las conexiones con Europa. La consecuencia inmediata es que los vuelos con esos destinos se cancelan dejando atrapadas a cientos de personas. También ha habido cancelaciones porque a las compañías no les interesa hacer viajes prácticamente de vacío. Los datos los ha revelado el ministro de Transportes, José Luis Ábalos: este jueves han operado 359 aviones en el aeropuerto de Madrid-Barajas frente a los 1.151 que lo hicieron el mismo día el año pasado y 270 desde Barcelona-El Prat por los 900 en la misma fecha, hace doce meses.
Detrás del caos hay personas que tratan sin éxito de volver a casa. Las líneas de atención al cliente de las aerolíneas están saturadas y cambiar los billetes por Internet se ha vuelto algo prácticamente imposible. El Ministerio de Exteriores, que ha puesto a personal diplomático a responder al teléfono, no da abasto: las llamadas a las oficinas consulares se han disparado en los últimos días y superan las 20.000 desde que el departamento empezó a avisar, el pasado día 13, a los españoles registrados en el exterior con un mensaje en el que recomendaba a los viajeros a “reconsiderar sus planes” ante “el aumento de cancelaciones de vuelos a y desde España relacionadas con el COVID-19”.
Consciente de la situación que atraviesan los ciudadanos españoles que se encuentran fuera de casa, la ministra Arancha González Laya llamó a la “paciencia y la tranquilidad”. “Conocemos todos y cada uno de ellos”, afirmó la ministra en su comparecencia el miércoles. El ministerio está en contacto con los países que han cerrado sus fronteras aéreas “haciendo gestiones” para que puedan al menos llegar aviones vacíos para traer españoles de vuelta -esa labor también incluye a las compañías aéreas y contactos con países europeos para aprovechar los vuelos-.
Ese fue el caso de Guayaquil (Ecuador), pero que topó con un problema añadido: la negativa del gobierno local a permitir el aterrizaje del avión de Iberia que iba a dejar a la tripulación para operar un vuelo a España. Una flota de vehículos municipales se colocó en la pista de aterrizaje para que la aeronave no pudiera aterrizar en el aeropuerto de la ciudad más afectada por el coronavirus en Ecuador.
Fuentes de Exteriores aseguran que siguen trabajando para que unos 700 españoles puedan volver de ese país al igual que de Perú, donde también hay personas atrapadas por el cierre del espacio aéreo. “Se está intentando facilitar en muchos sitios pero no en todos es fácil”, explican desde el ministerio a eldiario.es. Exteriores se encarga de contactar con los países, las aerolíneas y los españoles que están registrados en cada país para reagruparlos en el punto desde el que se produce el retorno. Por ahora no se han producido repatriaciones desde el Estado sino que tienen que disponer de un billete. “La mayoría lo tienen”, apuntan desde Exteriores, donde aseguran que las compañías están poniendo facilidades para los cambios.
Uno de los países complicados es Filipinas, según admiten en el ministerio, por la dispersión. “El consulado está trabajando, primero, para que intenten llegar a Manila y, de esa manera, que podamos buscar una solución para viajar a España”, explicó González Laya, cuyo cálculo es que hay unos 500 españoles en el archipiélago.
Javier González se encuentra junto a su pareja en la provincia de Cebu, en el centro del país,, a la espera de conseguir vuelo que los lleve a la capital, Manila, para regresar finalmente a España. “No tenemos nada ahora mismo”, cuenta por teléfono a eldiario.es. “Ya nos hemos gastado 2.000 euros cada uno en vuelos”. Llegar a Cebu desde Morong, donde se encontraban inicialmente de vacaciones, tampoco fue fácil. Denuncia al llegar al aeropuerto de Cebu ambos fueron puestos en cuarentena “por ser españoles y llevar menos de 15 días en Filipinas”. Según su testimonio, los trasladaron a una estancia en el mismo aeropuerto que ni siquiera “tenía ducha, y en la que nos dijeron que tendríamos que pasar siete días”. Consiguieron contactar con el consulado español, que los sacó del aislamiento a las pocas horas.
Decidieron instalarse en un hotel en Cebú, donde llevan esperando dos días para conseguir vuelos mientras pagan ellos mismos los gastos. “Ya nos han cancelado dos vuelos de Cebú a Barcelona con escala”, lamenta. Prefieren esperar en el centro del país, donde la emergencia sanitaria es menor que en la capital, “Muchos españoles están en una situación parecida, la gente está desesperada, hay incluso una familia con un niño pequeño que lleva 50 horas en el aeropuerto”. Asegura que él y su pareja viajaron a Filipinas porque desconocían la gravedad de la situación. “Si no, no hubiéramos venido”. Lamenta que el Gobierno está dando mensajes contradictorios, y teme quedarse varado en Filipinas hasta abril.
“No es el momento de viajar”
Algunas personas que quieren adelantar su vuelta por la recomendación que han recibido los 1,8 millones de SMS que Exteriores ha enviado a teléfonos españoles que se encuentran en el extranjero se quejan de las dificultades para cambiar los vuelos o el incremento de los precios. Desde Iberia aseguran que se está intentado facilitar el adelanto siempre que sea posible y atribuyen los precios altos a aquellos casos en los que estén llenos, como el caso de Tokio de este viernes, que cuesta 2.500 euros, y aseguran que también se intenta reubicar a pasajeros de otras compañías siempre y cuando estas lo autoricen.
“Cuando empezó la crisis a engordar hay compañías que lanzaron ofertas. No hemos puesto ofertas de ningún tipo ni subido billetes”, explican desde la aerolínea española. Esa fue otra de las advertencias que lanzó la ministra de Exteriores: que no se aproveche la coyuntura de bajos precios para volar porque el caos puede afectar a cualquiera pese a que el destino no sea, en principio, un gran foco del coronavirus. “Sé que hay ofertas muy tentadoras. No es el momento para viajar. Sean responsables para que nosotros les podamos ayudar”, advirtió González Laya.
Una luna de miel en el aeropuerto
Pedro es otro de los españoles varados en este país del sudeste asiático, donde estaba de luna de miel. “Me duró tres días, luego a buscar un camino de vuelta”, lamenta. Decidió adelantar el regreso a casa, que tenía previsto para el día 26, pero también se quedó atrapado en Cebú tras la cancelación de varios vuelos domésticos. Finalmente, él y su pareja han podido llegar a la capital, donde esperan coger un vuelo a España. “Hoy por fin ha salido un avión desde Cebú a Manila, por suerte nosotros y otros 10-15 españoles hemos podido cogerlo”, relata. “Hemos avanzado una casilla para la vuelta a casa”. Ahora, los recién casados se encuentran en el aeropuerto de Manila, a la espera del vuelo internacional, que sale en menos de 24 horas. “Si no nos lo cancelan”, dice. “Necesitamos ayuda del Gobierno cuanto antes”. Desde Exteriores aseguran que están en ello.
Uno de los primeros países en poner verdaderas trabas a los españoles fue Marruecos, que cerró a cal y canto las fronteras de todo tipo con el país vecino para impedir la expansión del coronavirus. Algunos españoles lograron salir vía Portugal y en Exteriores aseguran que las exigencias se han rebajado y que actualmente no está habiendo problema para abandonar el país a través de Ceuta y Melilla.
A pesar de que, en general, las compañías no están poniendo dificultades para cambiar los billetes, tampoco en Europa la situación es fácil. Helena -nombre ficticio- ha decidido quedarse finalmente en Estrasburgo, donde se encontraba realizando unas prácticas, ante la incertidumbre de llegar a casa. “Tenía un vuelo para hace dos días, pero me lo cancelaron”, explica. Las opciones actuales para viajar a Zaragoza, su ciudad de origen, son bastante complicadas. Una de ellas pasa por “coger un tren a Basilea, de allí un avión a Barcelona, de Barcelona un tren a Madrid, de ahí otro a Zaragoza”. El consulado le ha advertido que cualquier conexión tiene muchas posibilidades de cancelarse. “Me están ayudando, pero están casi tan atados de pies y manos como yo”, dice.
Además, Helena no ha conseguido encontrar en Estrasburgo mascarillas ni gel desinfectante, lo cual le preocupa. “No quiero coger cuatro medios de transporte diferentes sin protección, mi madre está dentro del grupo de riesgo”. De momento, aguantará en Francia todo el tiempo que pueda. “Ahora mismo es imposible volver, nadie me garantiza nada y puedo perder mucho dinero, ya he perdido 400”, afirma. Una preocupación que no es solo económica. “No me voy a arriesgar a viajar por zonas de riesgo como París o Madrid sin las condiciones adecuadas para contagiarme por el camino y llevar el coronavirus a mi familia”.
El Gobierno ha asegurado que su prioridad en el retorno serán las familias con niños y los estudiantes. Silvia, médico residente que se encontraba haciendo una estancia rotación externa en Mozambique, ha vivido una odisea para llegar a España. El lunes le avisaron de que su programa se suspendía y que debía regresar “a trabajar a Madrid y responder ante la crisis,que además ha afectado especialmente a mi hospital”. Le cancelaron dos vuelos hasta que consiguió volar a Lisboa el día 18. Una vez allí, “llamadas eternas al consulado español para preguntar cómo pasar de Portugal a España y la respuesta era que no podían garantizar ninguna manera oficial segura de cruzar porque estaban pendientes de órdenes del ministerio”, explica a eldiario.es. La mejor opción fue coger un bus a Elvas, taxi portugués a frontera, taxi español a estación de autobuses de Badajoz, y de Badajoz en bus a Madrid. “Van unos 1.000 euros en volver”, lamenta.
“Tengo miedo por toda la gente que debe volver en los próximos días porque veo muy poco fiable esto de esperar que haya taxis disponibles, y ninguna autoridad española asegurándose de que eso ocurra”, asevera. “Tampoco se han molestado en reunir a todos los españoles que venían hacia España en Portugal para ofrecer alternativas colectivas. Yo estoy en el registro de viajeros desde hace un mes y no me ha llegado ni un solo email de la embajada ni tampoco se han puesto en contacto con el número que anoté como referente”.
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