“Pido a los ciudadanos que voten en contra del engaño y la desfachatez”. La frase, sobre José María Aznar, la podría haber pronunciado José Luis Rodríguez Zapatero en la víspera de las elecciones generales de 2004. Pero la dijo esta semana, durante un acto del Partido Socialista en Valencia de cara a la campaña del 28M en la que ambos expresidentes se han volcado.
El choque entre Zapatero y Aznar se produjo a cuenta de unas declaraciones de este último en las que, siguiendo la estrategia electoral de su partido de volver a recurrir al terrorismo como asunto de confrontación política, aseguró que si vuelve a ganar el PSOE las elecciones se producirá “una suelta general de presos” de ETA.
“Es una nueva gran mentira”, replicó el expresidente socialista, que aludió al atentado del 11M para denunciar los engaños del PP. “ETA desapareció, aquel atentado no fue de ETA como nos dijeron. En estas elecciones se vota entre la verdad y la defensa del fin de la violencia como éxito colectivo o el engaño y la desfachatez”, incidió.
El recurso a referentes políticos como expresidentes es tónica habitual entre los grandes partidos, aunque la implicación de cada uno de ellos suele variar dependiendo, principalmente, del grado de afinidad con la línea política de las direcciones del momento. Durante años, bajo el mandato de Mariano Rajoy, José María Aznar jugó en las campañas un papel testimonial y, a menudo, crítico con su propio partido. Algo que cambió con la llegada a la presidencia de Génova de Pablo Casado, a quien Aznar apadrinó, y que se mantiene ahora en la etapa de Alberto Núñez Feijóo.
En el caso de José Luis Rodríguez Zapatero la situación es distinta. A pesar de no haber sido en su día uno de los apoyos de Pedro Sánchez en la disputa por la secretaría general del partido, el expresidente siempre ha mostrado su respaldo y su lealtad tanto a Sánchez como al Gobierno de coalición en su conjunto, una fórmula que incluso él mismo defendió antes de llegar a concretarse.
En Ferraz ponen en valor que Zapatero sea “un gran activo del PSOE” y que, además, “no deje de demostrar su compromiso”. “Desde el partido se le pide disposición y él la ofrece siempre toda”, apuntan en la dirección socialista, donde admiten que el tirón que el expresidente sigue teniendo entre la militancia es elevado y que, por tanto, sigue siendo a día de hoy uno de los principales valores socialistas en las campañas.
“Eres un ejemplo para todos y eres un orgullo del PSOE. Has estado siempre construyendo convivencia y aportando concordia. Te quiero dar las gracias por conseguir la paz y acabar con la violencia. Hiciste un país mejor”, le dijo en persona Pedro Sánchez a Zapatero durante el mitin de cierre de campaña este viernes en Barcelona.
Con línea directa tanto con Ferraz como con la Moncloa, del expresidente socialista destacan en su partido que “reme siempre a favor de obra”. Aunque para ello, a veces, y desde la autoridad que le confiere su estatus de presidente, se salga del discurso oficial y las líneas estratégicas trazadas por los responsables de las campañas.
“Para mí, la decisión que distingue a un presidente con liderazgo y con visión de futuro es la decisión que Pedro Sánchez, con valentía y gran acierto, tomó a la hora de aplicar los indultos”, dijo durante la convención municipal del PSOE hace poco más de un mes y ante cientos de candidatos socialistas que no terminaron de comprender que resucitara uno de los capítulos más delicados de gestionar de cara al propio electorado.
Pero Zapatero tampoco ha dudado durante la campaña en ponerse en primera línea de fuego contra el PP de Alberto Núñez Feijóo. Con una intensa agenda de mítines por todo el país, el expresidente socialista arremetió en la primera semana de campaña contra el líder de la oposición durante un mitin en Vitoria. “Unos días se parece a Casado, cuando se ve que no llega; y otros a Rajoy, cuando no se le entiende”, dijo ante el deleite de los asistentes.
El presidente que lideró la gestión política del final de terrorismo etarra también se ha posicionado, claro, acerca de uno de los temas que han atravesado la campaña. La inclusión de candidatos en las listas de EH Bildu con pasado terrorista (renunciaron a tomar posesión siete de ellos con delitos de sangre en su historial) se convirtió en la principal baza de la derecha como elemento de desgaste del PSOE y de Pedro Sánchez. Y Zapatero, una vez más, salió al rescate.
“Estoy del lado de quienes sienten una sensibilidad o preocupación porque personas que hicieron lo que hicieron estén ahí, pero la democracia tiene las reglas que tiene, nos guste a veces en unas circunstancias u otras”, dijo sobre las listas de Bildu antes de lanzar un llamamiento: “Luchamos juntos contra el terrorismo, vencimos juntos al terrorismo y deberíamos recordar eso juntos como buen ejemplo de convivencia y de paz”. El día que la formación independentista vasca confirmó la renuncia de siete de sus candidatos con pasado en ETA, Zapatero lo celebró como una “decisión acertada”. “Espero que esto sirva también como lección para que nunca más se utilice el terrorismo y el pasado de ETA en la confrontación política entre partidos democráticos”, añadió.
Mucho Aznar, menos Rajoy
Pese al machacón discurso del PP que sitúa al partido como ganador de las elecciones municipales en voto total, además de estar en condiciones de lograr varios gobiernos autonómicos ahora en manos de opciones progresistas, Feijóo ha optado por sacar a pasear a las viejas glorias de la derecha española: José María Aznar y Mariano Rajoy.
El líder del PP ya logró reunirlos, en una foto casi histórica, para un acto interno celebrado el pasado mes de febrero en Valencia. Allí, los expresidentes coincidieron por primera vez tras muchos años sin dirigirse prácticamente la palabra más que en eventos institucionales. Pese a las expectativas generadas alrededor de Feijóo tras su aterrizaje en Madrid, en el PP sorprende la resistencia no solo del PSOE y de Pedro Sánchez, también del espacio político articulado alrededor de Podemos.
Con decenas de gobiernos autonómicos y municipales en el aire, el PP ha movilizado a Aznar y Rajoy, aunque no han coincidido en ningún acto. El más prolífico ha sido Aznar, quien además ha competido por tener el discurso más extremo de su partido. Su labor: intentar amarrar el voto ultra que pueda dudar entre el PP y Vox, o alguna otra formación muy escorada a la derecha.
El expresidente de la foto de las Azores ha sido una de las principales bazas electorales en Madrid y en Castilla-La Mancha. A ambas regiones ha asistido Aznar para ofrecer un discurso ‘trumpista’. “Madrid no puede ser la capital de un residuo”, dijo en el feudo de Ayuso, donde ha ofrecido varios discursos en esta campaña. Su objetivo: atacar a un Gobierno formado por “el partido del señor Sánchez” junto al “radicalismo socialista, comunistas y apoyados por separatistas y antiguos terroristas”. “Habrá una consulta en Cataluña y en el País Vasco”, dijo, obviando que el 1-O se produjo bajo un Gobierno del PP.
El Partido Popular encontró en EH Bildu una palanca de campaña que, de tanto forzarla, se rompió. El mismo Aznar que en 1998 negoció con ETA mientras los terroristas mataban (y que dijo: “Tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas”) arremete ahora contra opciones políticas independentistas, pero que reniegan de la violencia. Mientras Feijóo decía que no cabe la ilegalización de Bildu, Aznar decía en Bilbao que Pedro Sánchez va a hacer “una suelta general” de presos de ETA.
Rajoy, mucho más comedido en sus palabras, no contradice la línea argumental más dura del PP. De hecho, se ha dejado ver con la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, señalada por su incremento patrimonial. El expresidente, que acusó a Zapatero de “traicionar a los muertos”, ha dicho sin embargo que la campaña de Podemos contra Ayuso es la más “brutal y antidemocrática” que nunca ha visto.
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