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Un niño japonés de 11 años hace un mapa del origen migrante de la selección francesa de fútbol

El futbolista del Real Madrid Karim Benzema dijo en una ocasión: “Cuando meto gol soy francés, cuando no meto gol soy árabe”. El delantero del Manchester United Romelu Lukaku dijo también: “Cuando las cosas me iban bien, era 'Lukaku el delantero belga'... Cuando las cosas no iban bien era 'un delantero belga de ascendencia congoleña”. El centrocampista de padres turcos Mezut Özil llegó a decir al anunciar que abandonaba la selección alemana: “Cuando ganamos, soy alemán. Cuando perdemos, soy un inmigrante”.

Estas tres declaraciones muestran las contradicciones que viven algunos deportistas de origen migrante cuando representan a los países que acogieron a sus padres y evidencian la importancia de contar con herramientas para deconstruir estas cuestiones. Lo que resulta inesperado y esperanzador es que una de esas herramientas para entender este entramado provenga de un niño japonés de 11 años. Nanao Suzuki vive en la Prefectura de Chiba y el pasado mes de Julio recibió una tarea en el colegio que consistía en “producir algo que les importara”. Nanao decidió hacerlo sobre una de sus pasiones: el fútbol.

A partir de la selección francesa que ganó la pasada Copa del Mundo de fútbol, Nanao llevó a cabo un mapa en el que visualizar los países de origen, el lugar de nacimiento y el de residencia actual de los 23 jugadores que formaban el equipo. Su intuición no era desatinada: el 78% de la escuadra francesa tiene orígenes migrantes. De hecho, en un torneo que celebra las identidades nacionales, aproximadamente el 10% de los jugadores que participaron nacieron fuera del país que finalmente representan.

“El equipo nacional de Japón, donde vivo, está formado por jugadores cuyos antecedentes familiares están localizados en Japón también”, nos cuenta Nanao para introducirnos cuáles fueron sus descubrimientos mientras hacía el mapa: “A través de este trabajo me he dado cuenta de que muchos de los jugadores franceses tienen padres que son inmigrantes de antiguas colonias francesas como Congo o Senegal. También he descubierto que muchos de ellos juegan en clubes europeos localizados en España, Alemania y Reino Unido”.

En las últimas selecciones en Francia en 2017, el Frente Nacional de Marie Le Pen obtuvo el 21,53% de los votos. El partido de Le Pen hizo una campaña en la que lanzaba mensajes con un claro discurso anti-inmigración como cuando sugirió una medida en la que se incluiría “un impuesto sobre la contratación de asalariados extranjeros con el fin de asegurar la prioridad nacional de los franceses en el empleo”. Resulta gracioso pensar en los votantes del Frente Nacional celebrando un gol de Mbappé, de padre camerunés y madre argelina.

Para Nanao hacer el mapa era algo novedoso pues según sus palabras no habría salido igual con el equipo japonés “Sobre el mapa que hice, imagino que si lo hiciera con el equipo nacional japonés las líneas no cruzarían otros países demasiado. Me he divertido observando cómo en equipo nacional francés está conectado con muchos otros países”. La publicación fue compartida en Facebook por su tío, el arquitecto y escritor Léopold Lambert, que coordina la revista The Funambulist.

Lambert considera que yendo incluso más allá, el origen migrante de los jugadores de la selección francesa es solo la superficie de un tema mucho más profundo: los efectos (aún presentes en muchos casos) del colonialismo francés: “Excepto Angola y Filipinas, el resto de países de origen no europeos de los padres o madres de los jugadores estaban bajo la soberanía colonial francesa. Esto significa a través de la violencia del colonialismo, hay una relación creada entre los dos países y esta relación no desapareció cuando los países se hicieron independientes en los 50 y 60”.

Efectivamente, Francia es uno de esos países occidentales que cuenta con un extenso pasado colonial y hoy enarbola como estado un discurso en el que subyace ese pasado. Cuando Macron dio papeles con efecto inmediato a Mamadou Gassama, el valiente ciudadano que trepó un edificio para salvar la vida de un niño, el presidente francés recordó que era una excepción: “No podemos dar papeles a todo el que viene de Mali o Burkina (...) Les podemos ofrecer asilo si están en peligro, pero no por razones económicas”.

El mapa de Nanao Suzuki demuestra que a partir de un evento que muchos consideran alienante y superfluo pueden hacerse lecturas políticas muy profundas que nos ayuden a importar una mirada decolonial a una práctica deportiva que emociona a millones de personas. Y en un contexto en el que siguen expandiéndose discursos como el de Salvini u Orbán, resulta necesario que en contextos educativos se importen juegos que permitan comprender a las futuras generaciones el entramado político-social sobre el que se alzan los países en los que vivimos.

El futbolista del Real Madrid Karim Benzema dijo en una ocasión: “Cuando meto gol soy francés, cuando no meto gol soy árabe”. El delantero del Manchester United Romelu Lukaku dijo también: “Cuando las cosas me iban bien, era 'Lukaku el delantero belga'... Cuando las cosas no iban bien era 'un delantero belga de ascendencia congoleña”. El centrocampista de padres turcos Mezut Özil llegó a decir al anunciar que abandonaba la selección alemana: “Cuando ganamos, soy alemán. Cuando perdemos, soy un inmigrante”.

Estas tres declaraciones muestran las contradicciones que viven algunos deportistas de origen migrante cuando representan a los países que acogieron a sus padres y evidencian la importancia de contar con herramientas para deconstruir estas cuestiones. Lo que resulta inesperado y esperanzador es que una de esas herramientas para entender este entramado provenga de un niño japonés de 11 años. Nanao Suzuki vive en la Prefectura de Chiba y el pasado mes de Julio recibió una tarea en el colegio que consistía en “producir algo que les importara”. Nanao decidió hacerlo sobre una de sus pasiones: el fútbol.