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Bob‌ ‌Pop,‌ ‌creador‌ ‌de‌ ‌'Maricón‌ ‌perdido':‌ ‌“todo‌ ‌es‌ ‌ autobiográfico,‌ ‌incluso‌ ‌lo‌ ‌que‌ ‌me‌ ‌he‌ ‌inventado”

Piedad Sancristóval

17 de junio de 2021 22:28 h

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Este viernes se estrena a las 22:00, en el canal TNT, Maricón perdido, una serie de seis episodios creados y escritos por Bob Pop que ponen su vida en imágenes. Él mismo cuenta cómo nació la serie: “El proyecto de Maricón perdido surge como un encargo loco de TNT, de Jose Skaf y de Guille Farré, que un día me sugieren, después de ver una sección mía en el programa de Late Motiv donde contaba parte de mi infancia, hacer una serie de esto. Primero les digo que dejen las drogas, y luego, una semana después, quedo a comer con ellos y les cuento el primer capítulo que ya tenía en la cabeza”. 

La serie es una producción de El Terrat, con la participación de Berto Romero, productor ejecutivo también de la consolidada Mira lo que has hecho. Y de la productora salió el título: “Me lo regaló Andreu Buenafuente —señala Bob Pop—, era una frase que decía su abuela, que a él le parecía terrible. Me lo propuso cuando leyó los primeros capítulos y me pareció un hallazgo porque tiene que ver justo con lo que cuenta la historia. Es la historia de un niño maricón que está perdido, de un adulto maricón que está perdido y en seis episodios, en esta primera temporada, va encontrando y buscando su identidad, con lo cual iba perfecto. Era apropiarse de un término despectivo y convertirlo en un término descriptivo”.

La serie es un drama con luz de comedia, son muchos los momentos duros, tantos que hacen plantearse cuánto hay de verdad en lo mostrado. Bob Pop lo aclara: “En Maricón perdido todo es autobiográfico, porque incluso mi ficción es autobiográfica, incluso lo que me he inventado forma parte de lo que hay dentro de mi cabeza, así que todo lo que hay, todo lo que vais a ver soy yo. Soy yo de verdad y a veces es mucho más verdad lo que has temido, con lo que has fantaseado, lo que has elaborado que lo que has vivido, que en ocasiones se queda muy corto”. 

“Nadie tiene derecho a juzgar como se siente una víctima de violación”

Roberto Enríquez, nombre real del colaborador televisivo, escritor y ahora guionista y creador de esta serie, pasa por situaciones muy duras como chaval homosexual con pluma y con algunos kilos de más. Pero hay un acontecimiento brutal: “En el episodio dos de Maricón perdido —explica—, cuento en imágenes la violación que sufrí en el Parque del Retiro. Ya la había contado de palabra en Late Motiv con Andreu Buenafuente y para mí hay algo muy importante, primero poder contarlo. Cuando yo sufro esa violación, en la que además alguien me pone una navaja en el cuello, durante unos minutos pienso que se acabó, que voy a morir, con lo cual el hecho de estar vivo para poder contarlo me parece fundamental. Pero lo que quería es transmitir la importancia de que no hay solo una forma de asumir la tragedia, que hay tantas formas de soportar la condición de víctima como queramos nosotros y que no hay ningún modelo estándar. Y que nadie tiene derecho a juzgar cómo se siente una víctima después de un hecho traumático como este. Esa era mi intención y era una parte fundamental de esta historia”. 

Y no se queda ahí el escritor, también desgrana su relación con la esclerosis múltiple que padece desde muy joven: “Hablar de mí ahora mismo sin hablar de mi enfermedad sería eliminar una parte muy importante, porque la enfermedad determina un montón de cosas de mi vida y determina mi forma de verla, incluso lo majo que soy creo que en cierto modo también lo determina la enfermedad porque no tengo tiempo para tonterías”.

“Borro la cara de mi padre porque no me apetece volver a verle ni en la ficción”

La serie utiliza un recurso que a veces puede verse en comedia, tapar la cara de un personaje, de manera que siempre estamos a punto de verle, pero nunca llegamos a hacerlo. En este caso resulta inquietante porque se trata del padre del niño Roberto. “La decisión de ocultarle la cara al padre, maravilloso Carlos Bardem en Maricón perdido, tiene varias razones. Una es un borrado del patriarcado en global y otra de mi propio patriarca. Lo borro porque no me apetece volverme a ver las caras con él ni siquiera en la ficción”. 

Bob Pop vuelca toda su pasión con los intérpretes de la producción: “El reparto de mi serie es un regalazo de la vida, de la industria, y de la fantasía audiovisual, empezando por Garlos González y Gabriel Sánchez, que son mis bobettes, el Bob adolescente y el Bob adulto joven, que están maravillosos. Candela Peña como mi madre, vais a ver que hace algo complicadísimo, una especie de desfile brutal por un hilo finísimo por el que nunca se descuelga y sale indemne para fascinación de los espectadores. Carlos Bardem es mi padre sin rostro, un actor que es capaz de no utilizar la gran herramienta de un intérprete, que es su rostro y transmitir exactamente lo que yo quería que transmitiera. Miguel Rellán aparece como un abuelo tiernísimo y perfecto. Creo que mi abuelo, al que adoraba, se merecía un actor como Rellán para darle vida. Alba Flores como mi mejor amiga, como la luz que me salva en un montón de momentos, está excepcional y me he quedado con muchísimas ganas de trabajar con ella más, bueno, igual que con Candela. También está fantástico Guillermo Toledo haciendo el papel de editor, absolutamente impecable y Ramón Pujol como la luz, el amor, la maravilla, otro actor con el que tengo que volver a trabajar sí o sí. Quiero volver a trabajar con todos, porque son todos maravillosos, porque me han ayudado a generar un mundo y porque ha sido todo tan fácil con ellos que da mucho placer”. 

No es habitual compartir traumas y alegrías propios en una serie. Bob Pop ha tenido ya un aperitivo de las reacciones de su audiencia en preestrenos y pases privados o de prensa: “Primero me quedé muy temeroso y cuando el público ha empezado a ver y a valorar lo que he hecho he empezado a recibir las reacciones cariñosas. Sobre todo, lo que he hecho ha sido contarlo del modo en el que yo lo quería contar. Yo he sido el dueño del discurso, del tono y de la voz, con lo cual estoy muy contento, porque más allá de lo que cuente creo que cómo lo cuento funciona muy bien y se entiende muy bien. Y si algo no quiero es que se me malinterprete. Nunca”.

“Por intelectualoide que seas cuando llegan momentos claves de tu vida te sale una canción”

Introducir canciones en la ficción es un lujo como los efectos especiales, el pago de sus derechos no es ninguna broma. En esta serie se pueden escuchar temas icónicos del pop. A ello se refiere el creador de la propuesta: “Las canciones eran fundamentales porque con los años me di cuenta de que por muy lector voraz que seas, muy intelectualoide, muy repipi, muy pedante como soy yo, cuando llegan momentos claves en tu vida y necesitas tirar de palabras que tengas almacenadas en la cabeza de memoria, no te sale un poema de Gil de Biedma, no te sale un párrafo de una novela de Belén Gopegui, lo que te sale es una canción de Culture Club o de Los Pecos. El pop es el gran eco sonoro que tenemos para recordar, el pop son nuestras papilas”.

Respecto a si la realidad ha cambiado desde su niñez para los y las jóvenes homosexuales, Bob Pop se muestra optimista: “Yo quiero creer que es menos duro hoy ser niño, niña, niñe LGTBI, pero si alguien necesita esta serie para sentir un momento de alivio, de reposo y sentirse acogida o acogido, bienvenido sea. ¡Ojalá!”.

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