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Poniendo una X en la casilla de “accesible”

Seguro que los lectores del blog, suspicaces y cultivados todos ellos, ya se han dado cuenta hace un tiempo de que, cuando en un producto pone “bio”, o “verde”, u “orgánico”, o “ecológico”, lo más probable es que la empresa que lo produce no sólo quiera robarte tu dinero, sino que quiere robarte más de lo que te roba la competencia a base de decirte cosicas que te gusta oir. En pocas palabras, su interés por el medio ambiente es tan pequeño como su respeto por tu inteligencia, y lo único que quieren es tu panoja a base de bien.

Si además se pueden reir un poco de lo memo que eres, pues mejor, claro.

Lo que quizás no sepan algunos de nuestros lectores es que en mundo de los retrones pasa algo similar con la palabra "accesible” (o a veces “adaptado”).

La motivación principal que impulsa a empresas e instituciones a pegarle la etiqueta de “accesible”, o el símbolo internacional del cascao vectorial (ver figura) a todo lo que se menea, no suele ser la pasta, ya que este mundo está diseñado de tal manera que, si eres retrón, las probabilidades de que seas pobre son mucho más altas que si eres bípedo. Los retrones suelen estar encerrados y ser pobres.

No. Lo que les mueve a poner la etiqueta de “accesible” son normalmente otras razones: Quedar bien, conseguir alguna subvención, (si son políticos) conseguir votos, o sencillamente poder poner una X en la casilla “accesible” de la licencia de obras, de apertura, en el proyecto del arquitecto, etc.

En cuanto a lo que viene queriendo ser lo que se conoce que se rumorea que se entiende por el significado del vocablo... vamos, lo que una persona de bien querría interpretar que se quiere decir con dicha palabra... pues... en román palatino: Rien de rien. Nanay de la China. Vamos, que no.

Porque, aunque el logo azul de la figura platonice la retronez, abstrayendo sus detalles más salientes hasta dejar la circunstancia reducida a un símbolo, en la realidad no platónica del mundo éste de aquí, no hay un cascao estándar. Más bien lo contrario. Hay un gran número de subespecies de cascaos, a cual más singular y chanante que la otra.

Así que lo primero que uno tiene que preguntarse cuando se le informa de que un cierto establecimiento, entorno o medio de transporte es “accesible” es

Accesible, ¿para quién?

¿Para un parapléjico con los brazos como Nadal? ¿Para un tetrapléjico que sólo mueve la cabeza? ¿Para un cascao neuromuscular que mueve todo pero poquito? ¿Para un amputado? ¿Para un enano? ¿Para todos ellos?

Sí, jajajajá. ¡Para todos! ¡Jojojojó! O sea que aparte de cascao eres tonto. Y comunista.

Normalmente, lo que viene a significar “accesible” es que alguien ha intentado, a su manera, hacer una modificación en el establecimiento, entorno, o medio de transporte, más o menos pensando (no mucho que cansa) en algún tipo de cascao promedio quimérico (no os lo imaginéis gráficamente que puede ser muy chungo), típicamente en una silla de ruedas de peso desconocido aunque de tamaño grotescamente inmenso.

Si a ti, cascao específico, te sirve la modificación que resulta de este proceso, será de casualidad.

Pero no os dejéis engañar por mi definición y empecéis a pensar que estas modificaciones ideadas por mentes preclaras son de una gran inventiva y variedad.

Como que no.

Básicamente a todos estos ingenieros de lo posible, a todos estos arquitectos de la inclusión, magos de la ergonomía, derrochadores en pro del bien común, se les suele ocurrir siempre lo mismo. “Accesible” suele significar:

dícese de aquello que tiene rampa, puertas anchas, un baño grande, y/o un asa al lado del inodoro; lo que proceda en cada caso.

Porque todo el mundo sabe que, a un enano con una enfermedad neuromuscular, le pones una rampica y un asa al lado del inodoro en el hotel y ya está. Se convierte en una mezcla de malabarista y Fred Astair y no necesita más que un vaso de agua de vez en cuando. Pero incluso eso se lo puede traer su amigo el tetrapléjico que sólo mueve la cabeza... dado que las puertas son anchas.

Seguro que los lectores del blog, suspicaces y cultivados todos ellos, ya se han dado cuenta hace un tiempo de que, cuando en un producto pone “bio”, o “verde”, u “orgánico”, o “ecológico”, lo más probable es que la empresa que lo produce no sólo quiera robarte tu dinero, sino que quiere robarte más de lo que te roba la competencia a base de decirte cosicas que te gusta oir. En pocas palabras, su interés por el medio ambiente es tan pequeño como su respeto por tu inteligencia, y lo único que quieren es tu panoja a base de bien.

Si además se pueden reir un poco de lo memo que eres, pues mejor, claro.