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Cuerdas: el corto que Wert no ha visto

“Si los besos curaran, Nicolás sería el niño más sano del mundo”. Eso dijo Pedro Solís al recibir el Goya a mejor cortometraje de animación en 2010 por La Bruxa. Entonces, muy pocos sabíamos que su hijo sufría una grave parálisis cerebral; creo que el presentador de la gala lo dijo segundos después.

He vuelto a pensar en él estos días, al ver mi Facebook lleno de comentarios sobre Cuerdas. Reconozco que este año fue el primero en años que no vi la gala, no tenía ni idea de la existencia del corto. Cuando me contaron su argumento, sentí cierto rechazo: “Otra peli sentimentaloide sobre retrones”. Después pensé en verlo para criticarlo, ya sabéis que aquí somos muy dados a sacar punta a todo. Cuando supe quién lo dirigía, me dije “igual merece la pena...”. Ahora, tras ver los 10 minutos que dura, me alegro de que le hayan dado el Goya.

Cuerdas cuenta la historia de María, una niña que vive en un orfanato. Una mañana, llega al edificio un nuevo crío, su madre no puede hacerse cargo de él. Es un niño, ejem, “un poco especial”. Y la profesora pide a los alumnos que ayuden para que entre todos, “se sienta a gusto el tiempo que esté entre nosotros”. Reveladora la última parte de la frase: no estará mucho…

Todos los alumnos le rehuyen y las maestras lo dejan literalmente aparcado en el recreo. Pero la protagonista se fija en él. El niño no puede responder a sus saludos, no se mueve, no habla. Tiene, como el hijo del director del corto, una parálisis cerebral profunda (nada que ver con la de Mercedes, entrevistada hace unos meses).

Aunque sus compañeras dicen que es muy rara, María dedica su tiempo al retrón. Le habla, le abraza, monta escenarios para que parezca que el niño puede jugar o dar una patada a un balón... Instantes antes del final del corto saltamos dos décadas. En el mismo edificio, ahora reconvertido en un centro de educación especial, una profesora entra en el aula: es María.

La historia es sencilla, directa, eficaz. Y tiene un claro mensaje: si de niña ves a retrones en clase, si juegas con ellos, si empatizas y tienes interés por su situación, tal vez en un futuro acabes trabajando para lograr su bienestar. Lo hemos dicho en el blog alguna vez: es muy importante tener colegios mixtos, en los que bípedos y retrones compartan pupitre, suspensos y aprobados, felicitaciones y broncas, fiestas, pirolas y gamberradas.

Ahora pienso que me hubiera gustado que María no se convirtiera en profesora, sino en presidenta del Gobierno; y que desde su sillón firmase leyes que, efectivamente, mejorasen la vida de los retrones. Estoy seguro de que Rajoy (o Rubalcaba o tantos otros políticos) no fue a un colegio de integración. De haberlo hecho, tal vez (sólo tal vez) las cosas serían diferentes.

Pero la primera escena también me lleva a pensar lo triste que tiene que ser abandonar a tu hijo en un orfanato porque no puedes cuidar de él. Durísimo. Y no es raro. Ser retrón (y cuidar a uno) cuesta mucho dinero y mucho tiempo. De nuevo, necesitamos verdaderas leyes que permitan a una familia mantener a un hijo que no habla ni se mueve. Y mantenerlo no significa que la madre (siempre es la madre) renuncie al trabajo, o que la familia no pueda irse de vacaciones porque las medicinas y sillas de ruedas cuestan un riñón. No.

Necesitamos leyes que aporten igualdad de condiciones, que permitan un escenario en el que yo no tenga que gastar ni un euro de mi sueldo en cosas de retrones. Porque a fin de cuentas, si yo tengo que pagar X dinero al año en prótesis, asistentes y demás y mi compañero de trabajo no, soy más pobre que él: no somos iguales.

Ahora me surge la duda: ¿habrá visto Wert este corto? Supongo que no.

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Es justo decir que he visto el corto en contra de los deseos de su director y productor. Como explican aquí, quieren recorrer festivales con la película y por eso tratan de bloquear todas las copias que hay en internet. Misión imposible, me temo.aquí

Sería bueno que existiese una buena plataforma en la que poder ver en internet el cine español que llega a los Goya. Es de locos que tengamos que andar buscando copias en mala calidad.

“Si los besos curaran, Nicolás sería el niño más sano del mundo”. Eso dijo Pedro Solís al recibir el Goya a mejor cortometraje de animación en 2010 por La Bruxa. Entonces, muy pocos sabíamos que su hijo sufría una grave parálisis cerebral; creo que el presentador de la gala lo dijo segundos después.

He vuelto a pensar en él estos días, al ver mi Facebook lleno de comentarios sobre Cuerdas. Reconozco que este año fue el primero en años que no vi la gala, no tenía ni idea de la existencia del corto. Cuando me contaron su argumento, sentí cierto rechazo: “Otra peli sentimentaloide sobre retrones”. Después pensé en verlo para criticarlo, ya sabéis que aquí somos muy dados a sacar punta a todo. Cuando supe quién lo dirigía, me dije “igual merece la pena...”. Ahora, tras ver los 10 minutos que dura, me alegro de que le hayan dado el Goya.