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Luces y sombras en la gestión de la emergencia en Nepal

Un país donde sus cordilleras alcanzan las máximas alturas del planeta, también las mínimas temperaturas fuera de los polos, un país considerado como región ártica. Castilla la Mancha y Andalucía juntas pero con una población de 30 millones de personas, la mitad de su población viviendo por debajo de la línea de pobreza y el 80% vive de la agricultura de subsistencia.

En este lugar, Nepal, dos terremotos, uno de ellos de intensidad 7,9, afectó directamente la vida de 8 millones de personas. En estos momentos más de 1,2 millones de personas, entre ellas 800.000 niños, se encuentran gravemente afectadas por los terremotos que sacudieron 39 de los 75 distritos del país. Más de 800.000 hogares están dañados o destruidos y 3,6 millones de personas dependen de la ayuda alimentaria exterior. 

En ese escenario miro hacia atrás y recuerdo el tsunami de Indonesia, el terremoto de Haití, Pisco, Pakistán, Chile... terremotos o maremotos con destrucción similar. Miro también las lecciones aprendidas (o que nos comprometimos a aprender la Comunidad internacional) y veo algunas luces que nos hace darnos cuenta de lo que hemos aprendido en este tipo de catástrofes, pero también muchas sombras.

El primer mes de respuesta tras el terremoto, con todas las dificultades que aún así tuvo, ha mejorado en relación con catástrofes anteriores como el tsnuami que se produjo en 2004. También se ven avances respecto a la evaluación de daños realizada en Pisco en 2007. Se anticipa una respuesta más planificada que la que se tuvo en las inundaciones en Pakistán en 2010 en materia de seguridad alimentaria (ya nos estamos preparando para cómo el monzón afectará a las cosechas).

Del otro lado, las sombras. La falta de compromisos de los Gobiernos, muy por debajo de su ciudadanía, así como la falta de rendición de cuentas que permita planificar adecuadamente la respuesta humanitaria y por último la no inclusión de lecciones aprendidas internacionales en las legislaciones nacionales, tanto de países susceptibles de desastres como  países con capacidad de respuesta humanitaria. Sabemos que el Gobierno debe comprometerse más con Nepal.

Desde Save the Children actuamos de manera inmediata gracias a tener presencia en el país desde hace más de 30 años. También porque en el momento del terremoto teníamos operativo un equipo de más de 300 personas en varias de las zonas afectadas del país. 

Un mes después no hemos dejado de pensar en los años próximos. La reconstrucción y rehabilitación de un país devastado exige compromisos mínimos de tres años. Menos de este tiempo la experiencia nos ha demostrado que no es eficaz.

Hemos sido capaces a través de nuestros programas de contribuir a aliviar el sufrimiento y proporcionar algo de dignidad hasta el momento a 127.000 personas a través de clínicas sanitarias móviles, proporcionando kits para madres y bebés, material de refugio, comida, kits de higiene y material para cocinar.

Ahora pensamos y actuamos con mucha presión para reparar instalaciones de agua y saneamiento, y abrir escuelas temporales que sean espacios, no sólo educativos, sino también de protección a la infancia. Lo hacemos bajo un objetivo tan evidente como complejo: que los niños sigan siendo niños, como antes del terremoto.

Mientras, miramos con responsabilidad al futuro que les espera a esa infancia y cómo debemos acompañarles en los próximos años.

Os dejamos más información sobre la respuesta que está teniendo Save the Children en Nepal.

Un país donde sus cordilleras alcanzan las máximas alturas del planeta, también las mínimas temperaturas fuera de los polos, un país considerado como región ártica. Castilla la Mancha y Andalucía juntas pero con una población de 30 millones de personas, la mitad de su población viviendo por debajo de la línea de pobreza y el 80% vive de la agricultura de subsistencia.

En este lugar, Nepal, dos terremotos, uno de ellos de intensidad 7,9, afectó directamente la vida de 8 millones de personas. En estos momentos más de 1,2 millones de personas, entre ellas 800.000 niños, se encuentran gravemente afectadas por los terremotos que sacudieron 39 de los 75 distritos del país. Más de 800.000 hogares están dañados o destruidos y 3,6 millones de personas dependen de la ayuda alimentaria exterior.