Acoso, manipulación y techo de cristal: tres historias con las que la Universidad de Sevilla arremete contra el machismo

La fachada de la Universidad de Sevilla se tiñe de morado cada 8M.

Inmaculada Calahorro

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La Unidad para la Igualdad de la Universidad de Sevilla ha sido la encargada de promover una jornada de Relatos feministas e Igualdad, una iniciativa que persigue “deconstruir el género y luchar contra las desigualdades”. Ese era el objetivo marcado por la directora de este organismo, Rosa Casado, para lo que el hilo conductor han sido testimonios y relatos tanto de alumnas como de mujeres externas al ámbito universitario.

El acto, ha tenido como escenario la Facultad de Psicología y ha contado con la presencia de multitud de asistentes que desde numerosas facultades han acudido a contribuir a esas narraciones. De esta manera, han aportado su punto de vista y añadido a los mismos nuevos testimonios y distintas problemáticas.

La primera de estas historias la ha protagonizado Marta R. estudiante de la Facultad de Filosofía, quien ha narrado una situación de acoso a la que se enfrentó en la feria de su pueblo por parte de dos chicos, los cuales tras haberles sonreído por cortesía en una atracción, empezaron a vociferarle. “Empezaron a gritarme rubia, guapa, etc. Tuve miedo porque no sabía si se quedaría en unos simples piropos o podrían llegar a hacerme algo”. Un relato que sirvió como punto de partida a las alumnas presentes para establecer un debate sobre los miedos a los que se enfrenta una mujer o grupo de mujeres que salen solas a la calle y por qué los hombres tienden a restar valor a estas situaciones.

“Pesadilla, angustia, miedo e impotencia” han sido las palabras destacadas por algunas de las presentes que también habían sufrido este tipo de situaciones. A este respecto, Mercedes Cubero, profesora de la Facultad de Psicología especialista en cuestiones de igualdad de discurso, ha afirmado que en ocasiones “es muy complicado hacer tomar conciencia a los hombres de actos que ellos no sufren y, por tanto, que no conciben”. Por eso, ha señalado que la problemática parte de la educación: “Desde pequeñas a las mujeres nos enseñan a sonreír como reflejo de amabilidad, de cortesía, sin embargo a los hombres no, por eso la interpretación de la sonrisa es diferente en ambos géneros, lo mismo que ocurre con otras situaciones”.

El tradicional papel de cuidadoras

El broche final a la actividad lo ha puesto la historia de una adolescente que, de forma anónima, narró una situación de amor tóxico y dependencia emocional en la que confluían el maltrato psicológico y sexual en la que era manipulada por su expareja. “Él era el típico chico con problemas que me hacía sentir la responsable y a la vez la cura de sus males, me amenazaba diciendo que si lo dejaba podría pasarle algo malo”, recordó. Este relato le sirvió a Cubero, quien previamente se había encargado de recoger el testimonio, para ejemplificar que “las mujeres soportan este tipo de tratos vejatorios por parte de sus parejas porque tradicionalmente asumen el papel de cuidadoras, lo cual es aplicable también al ámbito familiar” y, consecuentemente, “tienden a contentar al hombre”.

Asimismo, las alumnas han puesto el foco en que son las mismas películas y libros destinados a adolescentes “las que normalizan esta narrativa del amor romántico”. “Es una situación que normalizamos desde muy jóvenes y cuando las sufrimos no sabemos discernir que se trata de un comportamiento tóxico o no nos atrevemos a manifestarlos”, han subrayado.

Este acto, que ha contado con el apoyo del Decanato de la Facultad de Psicología, es uno más de los que tienen previstos desde la Unidad de Igualdad de cara a los Miércoles Morados, un proyecto que se inició hace seis años y mediante el cual se organizan actividades para “promover y luchar por la igualdad” todos los miércoles del mes de marzo.

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