Los cortes de luz no dan tregua a los barrios obreros de Sevilla en plena ola de calor: “La situación es extrema”
“A base de bocadillos”, sin descansar y pasando el día “debajo del grifo” para combatir el calor. Eso, en los mejores casos. Para otros vecinos que viven en barrios obreros de la capital andaluza, el día a día con los cortes de luz es cuestión de “supervivencia”. Lo es para A.M.P (53 años, vecina de Los Pajaritos), que padece esclerosis múltiple, o de Antonio (79 años, Cerro del Águila) que depende de una máquina de apnea para respirar por las noches.
Al igual que ellos, otros tantos sevillanos llevan años denunciando bajadas de tensión en el suministro eléctrico. Ya se han acostumbrado a que se acentúen durante las temporadas más frías y calurosas del año. Pero aseguran que los cortes nunca habían sido tan frecuentes y prolongados como hasta este verano. “Cada vez va a más”, coinciden los vecinos con los que ha podido hablar elDiario.es/Andalucía. Uno de ellos es Fernando de la Orden, electricista jubilado. Tiene 65 años y vive en el barrio Su Eminencia junto a su mujer y “la abuelita”, como la llama él. Cansado de llamar constantemente a Endesa, decidió contabilizar rigurosamente todas las incidencias. Y así, como propósito de año nuevo, comenzó a anotar desde el 21 de enero de 2022 los cortes en la corriente eléctrica y las horas que pasaban sin tensión.
Siete meses después, el registro de Fernando –al que ha tenido acceso este periódico– suma un total de 159 horas sin luz y 67 incidencias. La mayoría, un 75% de ellas, concentradas en los meses de junio y julio. De acuerdo con este cuadro de incidencias, los apagones de más 7 horas son frecuentes, mientras que el máximo contabilizado es de 19 horas en la segunda quincena del mes que inaugura la temporada estival. A tenor de lo expuesto, este electricista jubilado ha tenido que tirar una cantidad importante de comida, comprar un hornillo de gas para cocinar y sufrir averías en los electrodomésticos. Lo mismo que han sufrido otros vecinos fuera y dentro de su barriada. Aun así, la mayor preocupación de Fernando es la repercusión de las altas temperaturas en una mujer que está a un lustro de cumplir 100 años.
Un “horno” dentro de casa
El sábado - “otra vez” - estaban sin tensión y alcanzaron los 33 grados en casa. Desesperado, se dirigió al Juzgado de Guardia e interpuso una denuncia por lo penal debido al “peligro” que entraña para una mujer de 95 años sufrir el intenso calor “de manera continuada”, según sus propias palabras. Un calor que también pone en riesgo la salud de A.M.P. Esta vecina vive en su casa de Los Pajaritos desde hace un cuarto de siglo y hace ocho años que se ha convertido en su “prisión”. Tiene un 82% de discapacidad, está “inmovilizada” y padece esclerosis múltiple.
“Una patología neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso central”, como explica a este diario Águeda Alonso, presidenta de la Federación de Asociaciones de Esclerosis Múltiples de Andalucía, quien remarca que es “muy importante” que los enfermos mantengan “una temperatura más baja que alta”. “La calor es lo peor que le puede ocurrir a un enfermo de esclerosis”, insiste, “porque le puede provocar un brote” y con ello, un empeoramiento de la enfermedad. Por eso, la vecina de Los Pajaritos se pasa el día “rezando para que no me corten la luz”. Hace unas semanas tuvo que dormir dos noches en un hotel: “la calor era insoportable y mi hermana no me podía llevar a su casa porque también estaba sin luz”. “Luz que nunca he dejado de pagar”, apostilla.
En definitiva, “un sin vivir” que también está atravesando José Luis Moreno a tres kilómetros de allí. Este vecino de Su Eminencia se declara doblemente afectado porque se queda sin electricidad tanto en casa como en el trabajo. Lleva 20 años regentando una carnicería en el barrio –“a diez minutos de casa”– y asegura que la situación nunca ha sido tan “trágica” como hasta ahora. “Este ya es el límite, es a diario y varias veces”, afirma. De ahí que las máquinas se rompan “por las subidas y bajadas de tensión”, que el género se estropee constantemente y que pase la noches “sin dormir nada más pensando en esto”.
José Luis tiene hablado con Fernando –que vive en el mismo bloque donde tiene su tienda– que le avise cuando vuelva la luz “sea la hora que sea”. Tiene que ir a “rearmar” manualmente los motores de la cámara frigorífica después del apagón para que no se rompa la cadena de frío. De madrugada, sale de la cama, cruza la calle y entra en la tienda para que a la mañana siguiente pueda ofrecer a sus clientes un producto en buen estado. Una labor que se antoja difícil con los continuos apagones. De hecho, este carnicero calcula ya pérdidas de entre 2.000 y 3.000 euros al mes desde mayo, lo cual explica que haya dejado de vender “loncheados y queso fresco, ”ya solo al corte y con la mercancía al mínimo para no tener que tirar demasiado“. Mientras el género ”se echa a perder“, las ventas ”caen en picado“. Concretamente, estima que han podido caer en torno a un 50% ”entre la inflación y los cortes de luz“. ”La clientela viene a comprar para el día porque no se fía“, explica José Luis aludiendo a que todo el barrio está afectado.
Sin descanso
Además de la tienda de José Luis, en las barriadas hay otros tantos negocios. Bares, talleres o el bazar de Leo, que también está sufriendo el deterioro de sus máquinas. Cerca de allí, en la zona de Padre Pío Palmete, está la Escuela Infantil Osito Azul, con plaza para 66 niños entre 0 y 3 años. Una de sus dueñas, Dubi Martínez cuenta que a menudo llegan a primera hora de la mañana y se encuentran sin luz. Avisan a los padres, pero algunos “no tienen más remedio” que dejar a sus hijos en la guardería porque trabajan. Aun así, señala que no hay diferencia con quedarse en casa porque “todo el barrio está igual”. Se pasan “toda la mañana en el patio” y “los angelitos chorreando en sudor”.
Y es que en las zonas afectadas también viven familias con niños pequeños, como la de Izabela Voicu o Vanesa Arias, en Cerro del Águila. A pesar de la comida que han tenido que tirar y del calor que pasan en casa (la primera asegura que ha pasado noches enteras sin dormir con sus hijos), a Vanesa le angustia sobre todo su padre. Asegura “que lo está pasando fatal”, sobre todo por las noches. Antonio “sufre de bronquios y se asfixia si no puede usar su máquina de apnea”, comenta su hija con la preocupación clavada en la voz. Para que pueda descansar, Antonio necesita de un “bien básico” como es la luz, y lleva noches sin poder hacerlo.
Con Mari Ángeles Martínez es difícil contactar. Cuando al fin devuelve la llamada explica que se le quedó el móvil “sin batería y no tenía luz para cargarlo”. “No puede uno comer, ni poner un triste ventilador y de noche a oscuras”, se queja. Está “a base de bocadillos” al igual que José Luis. Por la noche tiene que alumbrar “con la luz del móvil” o con linternas, como hace Fernando. El calor “es horroroso” y dado que la mayoría de sus ventanas dan a un patio interior, “no se puede descansar y por la mañana está una hecha un trapo”. “Son muchas horas y no avisan, cortan y punto, da igual lo que estás haciendo”, critica en alusión a los arbitrarios cortes de luz. “Es un crimen”, dice recordando a las víctimas que se ha cobrado la ola de calor, y añade: “es una necesidad lo que estamos pidiendo y por la que estamos pagando”.
Un plan de inversión para ampliar la red
Desde la plataforma Barrios Hartos aseguran que esta “situación extrema” se vive en Su Eminencia, Padre Pío, Las Candelarias, Los Pajaritos, Polígono Sur y Torreblanca. Aunque también, en menor medida, en San Jerónimo y Polígono Norte. Por ello, más de 200 vecinos han respaldado con su firma un escrito remitido este pasado jueves al Pleno del Ayuntamiento correspondiente al mes de julio, a modo de “SOS humanitario”, según consta en el documento.
Por su parte, fuentes de Endesa indican a este periódico que la compañía se encuentra ejecutando el plan de inversión de 43 millones de euros previsto para la capital andaluza en tres años, lo cual implica mejorar y ampliar la red de distribución. Y aseguran que lo están haciendo “de forma continua”. En este sentido, señalan que actualmente se está trabajando junto con el Ayuntamiento hispalense para que en el mes de agosto se terminen de instalar los 12 nuevos centros de transformación previstos para reforzar la potencia en las zonas afectadas por los enganches ilegales.
En este punto, las mismas fuentes explican que se está actuando en dos frentes: de un lado las citadas barriadas donde los apagones son “una constante”, y por otro, aquellos barrios donde de forma “puntual” la red se sobrecarga por el elevado consumo derivado de las condiciones climáticas. Así pues, trasladan de nuevo un mensaje tranquilizador, garantizando que se ha reforzado el personal técnico para que se puedan atender las incidencias con la máxima celeridad posible y el suministro se pueda restablecer lo antes posible con los recursos disponibles. Eso sí, “cada incidencia es un mundo”, señalan para matizar que el porcentaje de incidencias, según la compañía, es ínfimo en comparación con el cómputo total de clientes y que la red está respondiendo, a su juicio, “bastante bien”.
Entretanto, los vecinos exigen en el texto enviado al Consistorio que la situación de “emergencia” se trate como tal y se instalen “de manera urgente generadores provisionales de electricidad mientras se llevan a término las obras nuevamente anunciadas”, según se puede leer en el escrito. “No nos vengan con mensajes de solidaridad ni con promesas”, concluyen, pues están cansados de esperar y lo único que piden es recuperar la tranquilidad para poder desempeñar con normalidad las tareas esenciales de su rutina diaria. “No hablamos de un lujo, sino de un básico en nuestras vidas”, apunta Izabela para expresar, a continuación, un sentir que comparten los vecinos afectados: “La luz es como la comida y el agua”.
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