José María Casto, con parálisis cerebral, se presenta a las elecciones municipales en Aznalcóllar
“Quien mejor puede vigilar las barreras arquitectónicas es alguien con discapacidad”. La frase es José María Casto, un vecino de Aznalcóllar (Sevilla) de 46 años al que la parálisis cerebral con la que nació no le ha impedido ser en la vida lo que ha querido ser, incluso concejal, lo que podría conseguir el próximo 26 de mayo.
Hace unos días, el actual alcalde, Juan José Fernández, le propuso formar parte de la lista de Izquierda Unida que aspira a revalidar la mayoría absoluta con la que gobierna en la actualidad, y, de la misma forma que cuando tuvo la oportunidad de trabajar en el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento, dijo que sí rápidamente.
Una forma de responder afirmativamente a todo lo que la vida le pone por delante que fue la misma que adoptó cuando se tuvo que sacar el carnet de conductor, comprarse un coche, estudiar informática, administrativo, o escribir los guiones y ponerle voz a las noticias de la emisora municipal de su pueblo mientras maneja su mesa de mezclas.
Lo explica a Efe desde su mesa en la entrada del área municipal en la que trabaja, donde no tiene reparos en hablar de las carencias de su pueblo y de lo que quiere hacer, “porque este pueblo necesita muchas reformas, muchos avances, tanto en a nivel arquitectónico, como a nivel de sociedad de sensibilización”.
José María tiene claro a la hora de hablar de lo que, desgraciadamente, conoce a la perfección, y pone el acento en que “una persona que mejor se expresa en estos temas es una persona discapacitada directamente, y cuando se me ha dado la oportunidad de entrar en política con él -el alcalde- he dicho que sí, que cuenten conmigo”.
Una decisión que no ha sorprendido a su familia, acostumbrados a verle conseguir todo lo que se propone en la vida, aunque reconoce que “la primera vez que lo dije en casa, realmente no sabían a qué iba, pero no se han opuesto a que lo haga, sobre todo porque cada uno somos libres de tener ideas y vivimos en una democracia. Nadie nos puede prohibir nada”.
Nada más explicarlo, se pone al volante de su coche y se marcha a casa, aunque antes se detiene en la emisora municipal, donde bromea con su director, Pedro Fernández, sobre que “ya soy más director que él”, aunque en realidad se lo ha montado tan bien que no necesita subir a la segunda planta del Ayuntamiento a realizar sus programas, porque en su casa tiene todo lo necesario para ello.
Fernández muestra, entre otras cosas, una foto de un jovencísimo José María en la radio, un preludio de lo que hoy día es este peculiar locutor: “Desde los años 90, empezó con nosotros a hacer programas en la radio, como un colaborador, y sigue siendo un enamorado de la radio, porque la vive como nadie y está implicado más que antes”, mientras detalla que “hace sus programas, se los dedica a todo, a las hermandades del pueblo, a la información municipal, a todo”.
Una planta por debajo, en su despacho, el alcalde, Juan José Fernández, un antiguo minero de aquella mina que Bolidén cerró tras el vertido de hace más de veinte años, cree que su fichaje para la política “es el claro espejo de todas aquellas personas que padecen alguna discapacidad o tienen una enfermedad que les toca su aparato locomotor”.
“Para mí siempre ha sido un hombre coraje, pero también su madre, por lo que le costó sacarlo adelante, porque nació en 1972, y no teníamos las familias la cultura para atender a los hijos que nacían con un problema de este tipo”, explica, para concretar que “es un ejemplo que quiero mostrar en la lista para todas aquellas personas que tengan alguna discapacidad en sus hijos o en algún familiar, para que nunca se aburran, porque ahí tenemos a José Mari como ejemplo”.
En esa línea, José María pone su voz en los oídos de sus vecinos cada mañana desde las 7.00, les atiende en su mesa, los saluda desde su coche, les arregla el ordenador si hace falta, y ahora entra en una lista electoral, en un puesto aún no definido, pero sea donde sea es otro paso adelante de un hombre para el que la parálisis cerebral es una compañera, pero nunca un impedimento para nada.
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