Aunque en esta historia parece haber solo un protagonista, en realidad hay dos. Por un lado está el elfo, Rodrigo, un niño de 4 años vecino de Gerena (Sevilla), y por otro está Andrés, un pelirrojo de 9 natural de Chirivel (Almería) y vecino de Sevilla. Lo que une a los dos no se sabe bien. En casa tenemos claro que hay esa empatía entre ellos que solo la mente de dos niños sabe descifrar.
Por eso, cuando Rodrigo mostró mucho interés por “ser un elfo” en esta Navidad, le dimos rápidamente una vuelta a la idea, y pensamos que ese elfo podría servir de ayuda mágica a su amigo, que sufre una enfermedad mitocondrial y necesita atenciones continuas en su día a día.
Para no extendernos mucho, las enfermedades mitocondriales están causadas por un defecto en la producción de energía dentro de las células del organismo. Concretamente se originan por el fracaso en el funcionamiento de las mitocondrias, encargadas de generar esa energía necesaria para el desarrollo y correcta función de los órganos y sistemas. En resumen: dejan sin energía a los enfermos.
Pero, claro, son enfermedades raras, y no son ni rentables para los tratamientos ni fáciles en su día a día, de modo que lo que cubre la Seguridad Social hay que complementarlo con una alimentación específica, que es de todo menos barata, y unas terapias que hay que cumplir semanalmente para que el cuerpo y la mente de Andrés se mantengan en forma.
Un euro por un bastón
Salvada la explicación médica, al turrón. Visto el efecto que el elfo quería provocar, solo faltaba elegir el día perfecto para salir a la calle: Nochebuena. A las siete de la tarde, cuando ya era noche cerrada, el elfo Rodrigo comenzó a recorrer las calles de Gerena. Habíamos comprado en una plataforma de Internet 120 bastoncillos navideños de caramelo. Cuatro días después, ha habido que comprar más, añadir piruletas y gestionar “pedidos” desde buena parte de España de gente que quiere dar su euro a Andrés a cambio de una piruleta o un bastón navideño.
Con esa boca de trapo de un niño que ya dice palabras más grandes que él, Rodrigo para a la gente por la calle, le pide un euro para su amigo Andrés “que tiene una enfermedat” y brinca de emoción cada vez que le ponen la moneda en su mano.
En Nochebuena consiguió 50 euros, que sus padres rápidamente transferimos a la cuenta corriente de AYUDEMOS A ANDRÉS, la página de la asociación creada por sus padres para que los tratamientos tengan toda la ayuda posible. Al cierre de este texto ya hemos hecho cinco transferencias de distintas cantidades, porque la gente sigue parando al elfo por la calle, o envía dinero por BIZUM con el mensaje “Para el elfo y Andrés” o está haciendo aportaciones directamente a la cuenta ES45 2100 2470 5702 0021 5528, la oficial y auditada para ayudar al niño los 365 días del año.
Lo del elfo Rodrigo fue solo una idea. Es de esas ideas que hay que aplicar nada más pensarlas. Se podría haber quedado en los 50 euros recogidos en Nochebuena y en una acción simbólica más que otra cosa, pero hoy Andrés tiene pagadas las terapias que necesitará hasta finales de febrero.
Quizás cuando Frank Capra concibió el final de ‘Qué bello es vivir’ hace 75 años ya estaba pensando en este elfo, el que reúne gente alrededor de él para ayudar a alguien que lo necesita sin hacerse ninguna pregunta, simplemente aportando cada uno lo que puede.
Andrés no lo sabe, pero tiene a media España pendiente de él, sin conocerle ni falta que hace. Sí, a veces parece de verdad que en estos días es Navidad.